7.

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Volví a mi casa sintiéndome idiota por no haber dado el paso. Pasaron las horas hasta que llegó mi madre a casa, me tocaría decirle que saldría de noche.
-¡Ya he vuelto Mel!
-Mmm... Hola mamá...
-¿Pasa algo Melanie?
-Nada, sólo que quizás más tarde salga a dar un paseo por la ciudad.
-¿Más tarde? Son las nueve y media, ¿a qué hora piensas salir?
-A las diez o así, me apetece tomar aire fresco.
-Pues date con un abanico en el patio, pero no creo que debas irte sola tan tarde.
"Mierda, ¿y ahora que le digo? Si le digo que no voy sola me hará preguntas y si le digo que voy sola no me dejará... Pero no puedo dejarle plantado, a el no, significa demasiado para mi."
-Está bien...
-Voy a acostarme Melanie, ha sido un día muy duro de trabajo, descansa y mañana si quieres podemos irnos las dos a pasear.
-Sí, vale...
Se dirigió a su habitación y cerró la puerta, lo cuál facilitaría mi plan de escaparme.
Media hora después, me aseguré de que estuviese dormida abriendo con sumo cuidado la puerta y cerrándola igualmente de sigilosa.
Tras ello, abrí el pestillo de la casa y salí como si de una ninja se tratase.
"Por Dios que no le dé por levantarse a mirar mi habitación." rogué en aquel momento mientras salía.
Me puse en rumbo del parque que había dos calles atrás. Miré mi viejo reloj, marcaba que eran las diez y veinticinco, realmente tardé en escaparme.
Llegué al fin y allí pude observar la figura de Lysandro.

-¡Hola! Se dirigió a mi y nos dimos los dos típicos besos en las mejillas.
-Pensé que te olvidarías...
Le dije de forma graciosa.
-Jajaja, me lo he tenido que apuntar en un post-it
-Típico de ti ¿eh? Oye, ¿por qué me has dicho que venga aquí?
-La razón es qué...
Noté como cogía mi cintura y me atraía hacia él, abriendo así paso a mi primer beso.
Mís lágrimas se saltaron gracias a la sensación de incredulidad que tenía, aún no podía creerlo, el chico que quería se me había declarado y además me había besado, era mágico.
-Hay algo que siempre quise decirte y nunca me atreví... te quiero. Y siempre lo hice, el problema es que era demasiado insegura y pensé que tu jamás podrías sentir lo mismo por mí. Le dijé sonriendole algo dolida.
-Yo también te quise siempre, el problema es que no te dejabas querer.
Sonreí al escuchar aquellas palabras, todo pareció haber cambiado tras ese cambio, todo hubiese seguido como un cuento de hadas si no fuese por...
-Lys, deberíamos volver a nuestras casas... Si mi madre se entera me tendrá castigada un mes.
-Tienes razón, te llamo mañana ¿vale?
Me sonrió y le dí un beso en la mejilla. Me acompañó hasta casa y me despedí de el como siempre. Me dispuse a buscar mis llaves para entrar; sin éxito.
«¡Mierda! ¡He perdido las llaves!» noté como mi pulso se aceleraba cada vez más y más rebuscando por todos los bolsillos de mis pantalones.
«¿Qué hago? ¡Si llamo a la puerta me pillará y si no lo hago tendré que quedarme toda la noche en la calle!»
Estaba en pánico, ¿como podía ser tan idiota? Decidí dirigirme hacia la casa del que ahora era mi novio, realmente era una pesada, me odiaba por ser tan cargante.
Me puse debajo de su balcón y intenté llamar su atención al ver que estaba sentado en su escritorio. Al fin reaccionó y se asomó.
-¿Mel? ¿Qué pasa?
-He perdido las llaves le dije con una expresión de tristeza y de vergüenza a la vez.
-Luego soy yo el que pierde las cosas...
Se rió un poco y yo le lancé una pequeña piedrecita.
-¡No es momento de bromas!
-¿Puedes trepar hasta aquí? Dijo divertido.
-Sí, mira, ¡Rapuncel deja caer tu pelo! ¿No te jode?
Comenzó a reírse y yo volví a lanzarle una piedra.
-Ey, ¡no es mi culpa que tengas ideas dispartadas!
-¿¡Yo?! ¡Pero si eres tú el que quiere que trepe por la pared!
-Es que no sé por dónde puedes pasar sin que te vean... Esperame ahí.
Oí como abría sigilosamente la puerta de su habitación y después de unos minutos llegaba a donde me encontraba yo.
-Sube.
Se puso de cuclillas para que me sentara en su espalda.
-¡P-pero peso mucho!
-Suba señorita.
Le hice caso y me cargó hasta debajo del balcón. Me agarré fuertemente a los barrotes de este, me temblaban las piernas, pero aún así conseguí saltar hasta el otro lado, donde me senté en el suelo recuperando el aliento.
Lysandro volvió a entrar y escuché como hablaba con su padre, le preguntó que qué hacía fuera y el le dijo que estaba dando un paseo por el jardín, lo cual no hubiese encajado demasiado si me hubiera visto pasar con el.
Cerró la puerta de su cuarto una vez que llegó y se esforzó por no reírse al verme allí de esa manera.
-Puedes reírte, yo por mi parte he conseguido mi título de escaladora profesional.
-Pero si he sido yo el que te ha subido, Jajajajaja.
Se sentó a mi lado y me echó su chaqueta por encima.
-¿Qué le dirás mañana a tu madre?
-Nada, no se dará cuenta, nunca mira mi habitación antes de irse a trabajar... Siento molestar.
-No molestas, la verdad es que ha sido gracioso.
Le cogí del brazo y le indiqué que se sentase conmigo en el pequeño banco que había en aquel sitio.
-Tienes unas vistas increíbles desde aquí ¿eh?
-Sí, aún mejores contigo.
En ese momento me puse muy nerviosa y avergonzada sin saber que decir o hacer.
Por otra parte... ¿¡Tendría que dormir con él?! ¡P-pero eso es muy precipitado!
-¿Estás bien, Melanie?
-Sí, sí... Es sólo que soy una pesadilla.
-¿Por qué dices eso? No eres ninguna pesadilla.
-Pff... Te aseguro que sí.
-Pues entonces debo de ser masoquista, porque eres la única pesadilla que desearía tener todas las noches.
En ese momento mi corazón dió un vuelco, ¿realmente esas palabras salían de sus labios? Debía de ser el paraíso...

Don't Remember Me. (CDM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora