—¡Feliz cumpleaños, Quetzia!
— Gracias, dije bostezando.
— Apaga las velas de tu pastel.
— Esta bien mamá y papá.
Cuando terminé de soplar las velas mis padres me abrazaron y como era de esperarse mi mamá empezó a llorar. Al cabo de unos minutos se marcharon de mi habitación. Cuando se fueron, unas lágrimas de felicidad rodaron por mis mejillas, al ver ah esos ancianos tan felices de que su única hija cumpliera diecisiete años hoy.
Me pare de mi cama, me mire al espejo y pensé, soy un asco de persona cuando me despierto.
Así qué dicha está gran motivación me metí a tomar una ducha.
Al cabo de quince minutos salí del baño y me puse unos jeans color negro, una blusa negra y unos zapatos, ¿saben de que color?, pues negros.
Me pare frente al espejo y empece a peinar mi cabello de color albino.
Después de alistarme tome mi mochila y baje corriendo las escaleras, en el comedor me encontré a mis padres, me despedí de ambos, mi mamá me dijo que hoy me darían una gran sorpresa e inmediatamente pensé un auto. ¿Qué?.
Cerré la puerta de la casa y me marche al instituto. Al cabo de un rato llegue a mi escuela, era de un color tan opaco y simple que cualquiera que no viviera en Acayucan pensaría que es un reformatorio para menores de edad, al caminar por el pasillo que daba al aula de Matemáticas ( si vaya forma de empezar el día) me tope con varios de los maestros y compañeros, todos ellos me felicitaron. Al llegar al salón vi a mis dos mejores amigas, Angélica y Karemy, me abrazaron y felicitaron por mi cumpleaños.
Pasaron las horas...
Al término de las clases, me puse en marcha hacia mi casa. Sentía que algo grave iba a pasar, tal ves fueran mis nervios por saber que obsequio de cumpleaños me iban a dar mis padres, como por ejemplo un auto.
Al llegar a mi casa me encontré a mis padres en la sala e inmediatamente me dijeron que tomara asiento en el sofá, note en el tono de voz de mi padre que algo le molestaba, pero decidí no preguntar.
Quetzia lo que te vamos a decir es algo muy fuerte, tú... Tú no eres nuestra hija, te adoptamos.
¿Cómo dices que dijiste?
Si, Quetzia- respondió mi madre.
Tu llegaste a nosotros de una manera rara. Tu padre murió en ese mismo sofá donde ahora estas sentada.
¡¿QUÉ?!
Nos dijo que eras la última de su linaje
¿Qué quieres decir con eso de linaje?
Tu padre antes de morir te escribió una carta.
Mi padre me entrego un sobré muy antiguo y eso lo pude notar por el color amarillento de la hoja.
Quiero que lo leas, dijo mi padre con un tono de firmeza.
Aunque no seas nuestra hija, aún te amamos Quetzia.
Me levanté escandalosamente del sofá y me marche de la sala con rumbo hacia mi habitación con la carta en mano. Subí corriendo las escaleras. Al llegar a mi habitación guarde la carta en mis jeans.
Como se habrán dado cuenta no recibí un auto.
Me acosté en mi cama y llore hasta que mis pensamientos y lágrimas hicieron que cayera en un profundo sueño.
Me levanto un olor a humo y un calor infernal. Cuando abrir mis ojos pude ver mi cuarto lleno de humo y fuego. Un color rojizo parpadeaba fuera de mi habitación, salte espontáneamente de mi cama gritando, MAMÁ, PAPÁ, ¿DONDE ESTÁN? Pero no hubo respuesta. Atravesé mi puerta envuelta de fuego. Al cruzar la puerta vi como todo el pasillo que conducía al cuarto de mis padres estaba envuelto en llamas, me empezó a temblar todo el cuerpo al ver la puerta de la habitación de mis padres envuelta en llamas.
Sólo puede escuchar los gritos de mis padres, esos gritos tan desbastadores pidiendo ayuda, pero yo sólo me quede paralizada viendo como se consumía su puerta bajo el rojo intenso de las llamas y escuchando esos gritos tan llenos de desesperación. De repente los gritos cesaron. Supuse lo peor.
Cuando sentí que el fuego quemaba los bellos de mis brazos, fue esa la señal que me hizo volver al mundo real donde estaba apunto de morir.
Baje como pude a la sala, al verla en llamas hizo que recordara todos esos buenos momentos que pase con mis padres. Salí de la casa. Al salir pude ver a un hombre de traje negro, que se subía a una carro negro sin placas, tan sólo con una letras en la parte de atrás "P.E.". Corrí todo lo posible para alejarme de la casa envuelta en llamas.
Me detuve y volte, mire mi casa por última ves, cuando de repente veo a mi madre envuelta en llamas saltar por la ventana.
JOHANA- Grité.
Corrí lo más rápido posible hacia donde estaba su cuerpo sacando humo y aún con unas cuentas llamas. Apague las llamas de su cuerpo con tierra. Con su último aliento dijo:
— Corre estas en peligro, ellos te buscan, tienes que aprender a usar tus...
MAMÁ, MAMÁ.
Tu no, tu no, quédate conmigo. Dijiste que me ayudarías a escoger mi vestido de novia. Pero su cuerpo permaneció inerte.
Las lágrimas brotaron desde el interior de mi. Le dije a su cuerpo inmóvil, vengare tu muerte y la de mi padre.
Me alejé de la casa aún con lágrimas en los ojos, de repente escuche un estallido. Al voltear pude contemplar como la casa se desplomaba y con ellas todos mis recuerdos y por que no, también todos esos felices cumpleaños.
Adiós Johana y Michael. Adiós mamá y papá.
Me alejé con paso veloz y me interné en el bosque.
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Te buscamos
Science FictionMi nombre es Quetzia, soy la última de un antiguo linaje entre Aliens y Humanos. Una organización gubernamental me caza, llamada "Organización". Tengo 17 años, soy adoptada, tengo poderes sobrenaturales. Pero eso todavía no lo se.