Cuarenta y tres.

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Tal vez ya no te ame como te amaba,
tal vez ya no te mire como te miraba,
tal vez ahora solamente te vea
como veo al resto.
Como veo a la vida,
al cielo,
a las estrellas.
Y lo siento si he fallado a la promesa de amarte para siempre,
no he logrado hacerlo en estos años que han pasado ya
entre nosotros
y ahora solamente nos referimos a nosotros como algo muerto,
algo al cual le seguimos echando tierra.

Tal vez todo sea diferente,
tú ya estás con alguien más
y yo también ya estoy con alguien más.
Quizás ambos fallamos a la promesa
y no es cuestión de uno,
es cuestión de sensaciones,
de experimentar cosas nuevas,
de conocer mundos,
de llorar en diferentes camas,
de corrernos entre lágrimas.

Tal vez todo haya cambiado:
las vistas,
las miradas,
las formas,
los lugares.

Tal vez lo único que nos quede es la sensación de que
a veces lo fugaz te deja huellas permanentes.
Y es que lo nuestro fue más de autodestrucción,
que de reconstruirnos desde las raíces,
porque fue un amor enfermizo.
Y presiento que ambos fuimos suicidas
al dejarnos consumir en un infierno lento y tormentoso.

Si todo este tiempo me he contenido las ganas de salir corriendo a abrazarte
es porque todas las veces en las que lo hice veía que ya me habías cerrado tus brazos
y el último día en que lo hice los tenías abiertos
pero no para mí.

Tal vez las canciones siempre hablaron de nosotros
y ahora es donde nos detenemos a escuchar la letra
y nos duele.

— Benjamín Griss


Benjamín Griss.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora