Cinco.

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No tengo más canciones para dedicarte, pero sí más insomnios para compartir contigo.

Y la noche salió como de costumbre,
con su gala y sus estrellas,
las miradas puestas en su precioso vestido
y el color de sus labios
fue mi favorito desde entonces.

Si el mundo captase ciertos momentos
la vida estaría llena de un universo
de cosas que, a simple vista, son insignificantes,
pero que son las causantes de un
antes y un después de conocer a alguien
cuando tu vida es un desastre.

Con ella comprendí que cuando estás enamorado,
el amor pasa a segundo plano,
y lo primero que quieres hacer es hacerle reír
porque quieres que sea feliz
en todas las estaciones posibles.
Y yo quería que no le doliese tanto el invierno,
ni que el otoño le albergara tanto recuerdos
que le quitaran la sonrisa.

Y me abrazaba inesperadamente,
y yo la abrazaba más fuerte aún,
sentí cuán ruina era por dentro,
apenas se mantenía de pie,
y fue allí donde pude capturar
cuán humana era.
Estaba rota,
perdida
y escuchaba canciones tristes.
"Es lo que me hace sentir mejor", decía.

Lo que no sabía era que ella
era lo que me hacía sentir mejor a mí,
era lo que me hacía mejor persona.

Salió corriendo por esa avenida
donde dejó tirados sus sueños rotos
y la sonrisa, también.
Yo la recogí del suelo
y la enfrasqué.
Y, a día de hoy,
es la linterna que utilizo
cuando el anochecer se aproxima
y no me da tiempo para frenar con su recuerdo.

Se fue un día de octubre,
no supe nada,
ni siquiera encontré una carta de despedida;
supe que se había ido para siempre
cuando el invierno se mudó a mi pecho izquierdo.

Cuando ya no tuve canciones para dedicarte; empecé a dedicarte mis insomnios.

— Benjamín Griss


Benjamín Griss.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora