Parte sin título 57

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La culpa es mía

por creer otra vez

en ti.

Por dejarme guiar

por tus moretones

y heridas.

Por dejarme lamer la herida

con tu saliva

cuando sabía que no era

la única salida.

Que había más por ver.

Soñar.

Esperar.

Añorar.

Que el camino se hacía pequeño

y que tú cada vez te hacías gigante.

Porque no supe guiarme

más allá de lo que mi corazón

empezó a sentir por ti:

que te quería.

Y yo lo negaba rotundamente.

Y un día me di cuenta de que estaba

loco por ti.

La culpa es mía por esperar que no doliera

cuando en mi historial estabas como la principal causa

de mis vistas atrás,

de mis laberintos sin salida,

de mis causas perdidas,

de mis folios en blanco

y de todas mis agonías.

De todas las mentiras,

el que me amabas era mi favorita:

fue como ponerme de diana

y que tú me dieras justo en el blanco.

A veces pienso que la vida es

como un raro viento violento y un diente de león:

en un segundo se va todo lo que sujetabas.

Ni modo, toca ser fuerte.

Pero la culpa es mía;

nunca tuya.

Yo la abracé,

la hice mía

y luego dormí en su cálido regazo,

tuve pesadillas de si algún día te irías

y luego vi el otro lado de la cama vacío,

haciendo invierno

y yo con un frío insoportable.

La culpa es mía por creer

de nuevo

en el amor.

Y seguirá siendo mía,

porque he decidido

siempre hacerlo".

Benjamín Griss.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora