Prólogo

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La sociedad ve su vida de una manera despreciable, opinan que su estilo de vida es un asco, que les falta dinero, casas lujosas y ser reconocidos por el mundo, esperando algo que solo es material y temporal, cosas tan estéticas y egoístas, que no saben lo que en realidad necesitan.

Dicen que cuando mueres, solo puedes recordar fragmentos de la niñez, la adolescencia y la etapa adulta, mientras la causa de muerte y lo relacionado no se podía recordar.

Me hubiera gustado saber qué es lo que pasa después de la muerte, aunque, si tenía un poco de miedo, ¿qué tal si no era lo que esperaba? Existen teorías de los sucesos después de la muerte, 3 de los cuales se sabe que son: la de la muerte misma, el volver a nacer como un animal o persona y la impuesta por la religión.

Mi nombre es Chantal, no era una chica muy atlética, inteligente o hermosa, estaba en el rango de lo medio, apreciaba las cosas pequeñas, cada momento de mi vida lo tomaba a la ligera desde un principio, pero poco a poco empecé a cuestionarme varias cosas, y desde ese momento hizo que cambiara mis decisiones, ya no era igual. Después de tal suceso comencé a cambiar, apreciar más mi vida, y dejar fluir las cosas, quise experimentar todo lo que tenía a mi alcance, sueños hechos realidad y sentimientos malos o buenos... quería vivir.

Pudo haber sido peor, solo era una niña pequeña,no sabía lo que pasaba en esas habitaciones, el mundo exterior era algo incomprensible. Las personas eran toscas, y al más mínimo rayo de luz que se cruzaba por su camino, era extinguido.

¿Quién diría que ... eso también me sucedería?

Mire al techo y con los ojos cerrados me comencé a preguntar ¿Qué había pasado antes?, ¿Cómo llegue a este lugar?, ¿Qué me sucedió?, solo quería llorar, no sabía qué hacer, me sentía de la patada, me preocupaba más que nada mi madre.

Desde ese día, comencé a recordar pequeños fragmentos de mi vida, unos más viejos que otros, me gustaban más donde yo reía, y me traía nostalgia, una pequeña sonrisa aparecía brevemente en mi cara, pero luego de saber que seguía en esta habitación, mi sonrisa se esfumaba, y solo quería estar en un rincón agarrando mis manos con las piernas flexionadas.

Ese cuarto era muy pequeño, sentía como si fuera una caja blanca, pero no sabía si en realidad era eso o solo era mi cerebro que jugaba conmigo, ya que todo era una habitación completamente blanca con luces segadoras que estaban dentro del techo. Esa luz intensa me cegaba rápidamente, que cuando quise reacomodar mis lentes, noté que no los tenía puestos. Sin tener que pensar, los busque por todo mi cuerpo y la bata, y los tenia justo en el bolsillo izquierdo, no recuerdo haber tenido bolsillos, era bastante extraño para mí, agarre los lentes y los saque del bolsillo, de pronto solo quería golpear la pared, el armazón de mi lentes estaba roto por la mitad - ¡Que demonios! - dije con mis manos apretando la cabeza.

Sentía que todo estaba en mi contra, ya no los podía usar así, - ¡maldición!, ¿porque me pasa esto? – sentía como me hervía la sangre de la rabia que tenía. Por un momento solo quería calmarme, pero el simple hecho de saber que mis ojos se desviarían y que no podía ver de lejos, me tenía frustrada.

Me senté en el piso con las rodillas flexionadas, mientras miraba los lentes...


Una Vida No Tan Extraordinaria(REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora