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No sabía que pensar en ese momento, me puse roja, sé que es un recuerdo, pero es que me puse roja, al recordar más cosas, pienso en lo que hice y siento que debí haber hecho otras cosas, pero bueno así es la vida, ya tenía sueño así que me fui a dormir. Tenía que descansar, me acomode bien en lo que parecía ser la cama, me tape con la manta blanca y dormí. Al despertar no podía dejar de sonreír por aquel muchacho. Me preguntaba ¿quién era? Me pare y me dirigí a lo que era la mesa de comida, no te que un olor delicioso me estaba esperando y si, era unos hot cakes y a lado estaba la miel, mantequilla, unas fresas, plátanos en rodajas, un poco de lechera y claro, mi licuado de fresa. Ahora sentía que estaba en el paraíso, si no pues ¿Quién estaría tan loco para no ponerse así por comida? Y más cuando no ha comido durante días.

En estos momentos era en que pensaba que era una persona normal y no sentía que me volvería loca o algo así. A veces estaba aburrida, otras me sentía sucia y siempre me sentía sola, al terminar mi desayuno, me pare y camine por todo el cuarto, era un cuarto muy grande, era como 50 metros de largo por 35 de ancho. En una esquina estaba la mesa y al fondo estaba mi cama y en medio de todo ese espacio, no había nada, estaba vacío, pareciera que solo fuera un hámster metido en la casa, que construyeron los humanos para entretenerse.

Al paso de los días, se me hizo normal vivir en ese cuarto blanco y hacer mi rutina diaria de cada día, dormir, comer y aburrirme en el silencio, sin amor, familia o amigos. Se supone que los humanos o los seres vivos deben de vivir en espacios abiertos y conviviendo con personas diferentes a ellos. Pero yo no podía hacer eso, yo estaba restringida, y no podía gozar de esos pasatiempos, solo podía jugar con mis manos e imaginación, ahora si era una completa demente.

Que dirían los demás de mí, si me vieran de esta manera, mire mis manos, me quede quieta y me fui hincando poco, hasta que mis pies era lo único que me soportaban, y con un dedo de mi mano derecha empecé a jugar, tocaba el piso en forma de ondas ovaladas. Me aburrí unos momentos después y me tire al suelo, fije mi mirada en el techo y con mi brazo derecho cubrí mis ojos, a lo que me sentí extraña al no sentir nada, se supone que yo usaba lentes y mi vista en estos días no mala. No pude haber perdido mis lentes, sin ellos no puedo ver bien, me levante rápido y busque los lentes por toda la habitación, eran un lente negros y grandes, pero no lo había encontrado, llegue a la conclusión de que los había perdido en el transcurso del camino.

Lo raro del asunto es que podía ver bien y nada se veía borroso, pareciera como si mi vista se hubiera mejorado, toque mi cara y la golpee varias veces, pero no sentía nada, no eran lentes invisibles o transparentes, en realidad no tenía nada pegada a mi cara.

De improviso, me acorde de un momento muy vergonzoso, fue un sábado en el salón de música de mi preparatoria, recuerdo haber estado sentada en una silla y tocando la guitarra de aquel muchacho guapo de música, lo vergonzoso fue que me cacho usando su guitarra, no podía creer que estaba a solas con él, con sus manos tapando mis ojos y sin poder escapar. Recuerdo que el salón se quedó en silencio por un instante y porque el antes se había preguntado, que ¿Quién era la chica que lo oía cantar todos los días? Entonces fue en ese momento en que el salón se quedó completamente mudo- si... si soy la chica que vine a oírte- dije tartamudeando- por favor no me regañes, es que cantas hermoso- no dejaba de decir tantas babosadas, estaba asustada. – oye tranquila, no te hare daño- lo dijo riendo mientras me quitaba sus manos de mi ojos.

En ese instante me quede mirando la ventana dándole la espalda, sentía que estaba completamente roja de la cara, no quería voltear, no quería me viera así, es que estaba muy cerca, mire hacia abajo y me di cuenta que tenía todavía su guitarra, así que me voltee y con la mirada abajo le hable- ehh oye, esto es tuyo, perdona por tocarla sin permiso- en ese momento el la agarro y la dejo acostada en el escritorio. Me pare rápido y me fui caminando, pero sentí su mano en mi brazo que me hizo que me detuviera, voltee a ver verlo a los ojos, y cruzamos miradas, pero después yo empecé a desviar la mirada. – Oye amm, no te vayas todavía, aun no te he cantado- me quede atónita, ¿Por qué él todavía quería cantarme? – Al menos quédate un rato más- yo no sabía qué hacer, no sabía si quedarme o irme, me fije en mi reloj para ver qué hora era.

Me soltó el brazo mientras me veía a los ojos, le dije que estaba bien, que todavía no empezaba mi clase, pero que antes de irme me dijera ¿Por qué me canto? Me sonrió, agarro su guitarra y empezó con la melodía de la guitarra, me senté enfrente de él, trate de poner cara de estúpida, o embobada, si no sería raro. Lo arpegios me llamaron la atención, yo ya los había oído, los reconocí rápido, no podía creer que iba a cantar la canción que tarareaba en el salón, me sentí un poco avergonzada. Baje un poco la mirada y tape mi cara con mis manos, pero quería seguir mirando, así que baje mis manos, y mientras el cantaba, yo me acostumbraba poco a poco a estar un poco más cómoda, y me olvide por completo de Sara.

En las partes que me gustaba, cante en voz baja, trate de que no me escuchara, aunque creí que no lo había hecho, era un poco lindo cruzar miradas, aunque me sonrojaba muy fácil, y recogía mi cabello a cada segundo. Cuando termino de cantar me miro a los ojos- la razón por la que te quise cantar fue – un ruido fuerte nos distrajo, puesto que en la puerta del salón había una persona que parecía muy molesta.

La habitación blanca donde estaba tirada en el suelo, el techo se estaba oscureciendo, al parecer ya era hora que de durmiera, me levante de donde estaba y me fui directo a la cama. Me acosté y me dio mucha risa, ver a esa chica molesta, no puedo creer que se haya encelado tanto, pero por que se había puesto así.


Una Vida No Tan Extraordinaria(REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora