Una Vida No Tan Extraordinaria(REESCRIBIENDO)

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No sé cuánto tiempo llevo en esta habitación blanca y sola, lo que más me extraña es que cada día, se transforma, se adapta a mí, como si yo pidiera cosas y cuando despierto cada día, aparece nuevos objetos que no había visto el día anterior.

Cada día recuerdo más cosas de mi vida en la preparatoria, pero nunca recuerdo el día en el que llegue aquí, siento que en este lugar me observan personas. Hay sensaciones extrañas en mí, siento que me volveré loca en algunos momentos, mi madre se deprimiría si me viera en estas condiciones y es por eso que trato de calmarme un poco. Aunque no sé por qué me da mucha ansiedad, un humano no puede quedarse sometido en una habitación para siempre, nosotros debemos de salir a explorar y sentirnos libres, es nuestra naturaleza. Ahora que lo pienso, yo parezco un animal de circo, que solo hace lo que unos le piden, para la diversión de muchas personas y que siempre está encerrada en cajones con barrotes.

Ha habido ocasiones que mi cerebro me hace ver cosas que no están, ¿será que es una etapa de la locura? Porque he visto luego aparecer comida deliciosa, y un vado de agua o leche, solo camino por la sala, y veo postras inimaginables, deliciosos, que hacen que mis papilas gustativas de mueran por querer probar un bocado de comida. Pero como siempre son solo ilusiones que me hacen creer mis ojos.

De pronto mi estómago por primera vez en días, estaba vacío, que hizo rugir mis tripas, busque la famosa comida, pero como siempre no encontré nada, con mis brazos rodee mi estómago y me siente en el suelo, tenía un dolor insoportable, tenía que comer algo, me sentía vacía.

Hace pasaron varias horas, solo estuve pensando en comida, postres y bebidas, de repente sentí como mi cuerpo cayó al suelo y cerré los ojos.

Soñé que estaba en mi casa, mis hermanos y yo estábamos sentados en la mesa y mi madre venía con comida que se odia oler a distancias, había hecho pollo rostizado, con sopa y una ensalada, nos sirvió un vaso con té halado, y después dijo que nos daría un postre. Yo comía con tantas ganas, que mi familia se me quedo mirando, mi madre se sorprendió y me sonrió. Cuando acabamos mis hermanos menores fueron por el postre, cada uno traía 2 vasos de crema de halado, estaban gigantes. El helado de crema era mi favorito, al vaso de vidrio le habían puesto plátanos, crema batida, chocolate, nuez y caramelo. Era la primera vez que comía un postre así, todo era tan delicioso, pero la sonrisa que traía en esos momentos se fue transformando en una tristeza, me di cuenta de que todo lo que había pasado, de la convivencia con mis hermanos y la comida era solo de un sueño que parecía realidad, uno de los puntos que más me fije, era que mi ni mis hermanos ni mi madre me habían hablado, solo asentían con la cabeza, o sonreían, nunca soltaron ninguna palabra.

Me pare de esa mesa y abrase a mi madre con un mucha fuerza, le dije te amo, estaba llorando, mis ojos eran incapaces de contener las lágrimas que traía, después de que abrase a mi madre, abrase a mis dos queridos hermanos. En el momento que los abrase les dije que cuidaran de mamá. Eso fue lo último que recuerdo del sueño, al despertar, toque mi cara y tenía una lagrima derramándose sobre mi mejilla, solo comencé a llorar, no soportaba estar sola, sin mi familia, sin su amor. Sentí que me quería morir en ese momento, me levante de donde estaba y comencé a golpear las paredes con mis manos cerradas. Quería lastimarme, yo solo quería volver con mi familia, sinceramente era lo que más deseaba en ese momento, al menos mirarla por unos minutos y sentir que esta con migo. Solo era un deseo que jamás se cumpliría.

Anduve caminando por todo el cuarto blanco, sin motivaciones para hacerlo, mientras yo miraba el piso y mis pies. Hace días deje de usar zapatos, me gustaba sentir el frio del suelo, al menos esto me decía que es la realidad que ahora estoy viviendo. No obstante un olor hizo que alzara mmi cabeza, no lo podría creer, corrí, en busca del lugar donde provenía ese olor, pude sentir el sabor en mi boca, mi estómago me pedía que fuera allá, sin importar que.

Repentinamente me quede parada, no podía creer lo que veían mis ojos, en una esquina había una mesa pequeña y sobre ella había una bandeja que contenía un plato de comida y un licuado. Camine con temor, como si fuera un perro con miedo a ser una trampa, poco a poco toque la mesa y no desapareció, como la comida, con cuidado me siente en la silla, me tranquilice y mire el plato de comida, era un huevo revuelto con salchicha, a lado tenia aguacate en rajas y el plato tenia frijoles y en un plato aparte habían tortillas y de bebida, al probarla supe que era licuado de plátano. Al primer bocado, me moría del sabor, todo sabía bueno, era la perfección misma. No deje nada en el plato, me sentía satisfecha, a la vez me dio alegría de que no fuera una ilusión, porque esa mesa y la silla, no estaba ahí, siento que la habitación avecés tiene vida propia o que alguien lo pone, pero nunca veo cuando se hace o cuando alguien entra, solo se que cada vez que despierto aparece algo nuevo.

Me pare de la mesa y camine, de repente las luces se empezaron a apagar poco a poco, y sentí que debía de dormir, pero estaba contenta y no quería dormir, así que solo me acosté en lo que parecía ser una cama en el agujero que se había creado días anteriores. Mire el techo y empecé a tararear, estire las manos, la moví de diferentes forma, solo estaba aburrida, no sabía qué hacer, no tenía mis cuadernos de dibujo ni nada. Recuerdo las clases de los sábados, eran divertidas, me acuerdo que cada sábado cuando despertaba, me alistaba para la preparatoria y desayunaba la comida de mi madre, así era todos los sábados, solo lo hacía por mis clases y para oír al chico cantar sus hermosas canciones.