Capítulo 1

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El no fue como yo esperaba. Era un día caluroso de agosto, chicas y chicos caminaban por todos lados felices y sonrientes, por un nuevo año escolar, pensando en que lograrían grandes cosas en este nuevo ciclo.

Yo, solo pensaba en cómo sería la mejor forma de dar una buena impresión a mis nuevos compañeros de clase, no quería ser recordada por la chica del primer día que hizo algo estúpido.

Mientras caminaba por la explanada de la preparatoria, en busca del salón que me correspondía, note que la escuela era algo grande y no entendía muy bien el acomodo de las aulas. Lo primero que se me ocurrió fue indagar por mi cuenta, la verdad, me sentía algo asustada. Pase primero por los salones enumerados del 1 al 5, en el recado que me habían dado, solo tenía escrito la carrera en la que me habían aceptado.

En sí, eso no era una gran información, pero era lo único que tenía, no sé por qué en ese momento no pregunte directamente a un profesor o a algún encargado. Los primeros salones a los que fui a investigar fueron unos, en los cuales estaban repletos de varones y una minúscula cantidad de mujeres. Me sentía un poco rara, algo me decía que no era ahí, seguí caminado por cada salón, hasta encontrar alguno de programación, volví a mirar mi recado y solo decía Programación E, llegue al aula 9 y me asome por la puerta, en ese momento una chica me miro rápidamente.

Su expresión era algo cortante, así que mejor trate de mirar a otro lado, pero de pronto ella hablo con una voz dulce – Disculpa, supongo que eres nueva, ¿de qué salón eres? - yo no sabía que decir, estaba confundida, yo pensé que le hablaba a otra persona, había juzgado mal a esa chica, yo pensé que era una chica más seria o celosa, esa típica chica que envidia a cualquiera que se le atraviese en su camino – emm hola, no sé de donde soy, solo me dieron esto- le respondí mostrándole mi recado.

Ella al percatarse de mi carrera me sonrió, -¡ahh, eres de Programación igual que yo!- dijo muy entusiasmada- pero..- su sonrisa desapareció – eres del salón de a lado-.

Toco el timbre y antes de irme a mi salón correspondiente, le pregunte su nombre a lo que ella contesto – Me llamo Brenda-. Me sentía alegre, había interactuado con una persona.

Llegue al salón y por alguna extraña razón note que todos estaban divididos, como que había llegado tarde para repartición de "Amigos".

Las clases comenzaron y tome asiento rápidamente, el único mesa banco que quedaba era el de la esquina pegada a la puerta. Así que no tuve opción y me senté ahí, esa pequeña semana era de instrucción, como si fuera una bienvenida a la institución.

Todo iba bien hasta que la profesora dijo – hagan equipos- ahí fue cuando me quede pensando en que hacer, había chicas a mi alrededor, pero no sabía si hablarles o no, fue algo extraño, de pronto note que la chica de mi lado estaba dibujando, así que no dude en hablarle.

Termino la primera clase y empecé a soltarme con aquella chica, todo fue tan rápido, que no lo podía creer, luego ese mismo día, poco a poco se empezaron a unir las demás chicas. Ya éramos un grupo de "amigas" o eso creía yo...

Pasaron algunos días, y empezaron las preguntas un poco incomodas entre nosotras, una de ellas, era ¿quién nos atraía físicamente?, todas se fijaban en los chicos atléticos de cabellera clara, altos e un poco torpes. No sé qué les veían ella, era algo nuevo para mí, aparte yo no tenía ni idea de que decir, yo solo andaba pensando en mis dudas sobre ellas. Llego mi turno y todas me miraron con una sonrisa pícara, traté de evadir la pregunta, pero aun así me seguían molestando con la misma incertidumbre, hasta que les dije –Bueno ya ... déjenme ver ¿okay?- tarde unos cuantos minutos inspeccionando el salón, al final solo encontré dos chicos, uno de ellos era un chico con características medias, cabello oscuro, piel un poco morena y sonriente, y el otro era todo lo contrario, era más tímido o callado, se veía concentrado, parecía ser alto, de una tez blanca.

Mis compañeras se sorprendieron y me empezaron a hacer carrilla, yo no las tome en cuenta en un principio. Siguieron las clases y todo siguió con el curso normal.

Durante la primera semana explore la escuela, era algo grande en ella se hallaban 24 salones, una biblioteca y dos canchas de deportes, no era la gran cosa, pero era una preparatoria que se sentía cómoda y tranquila, era a la que yo quería asistir desde que era una pequeña niña.

Todo iba bien hasta que un día de octubre, volví a tener problemas, con mi madre, hermanos y amigos, no sé qué había pasado, pensé que todo lo estaba haciendo bien, pero, algo sucedía cada día y la gente ya no era igual conmigo, se veían más alejadas de mí, como si les hubiera hecho algo en su contra.

Mi madre trato de comprenderme, y solo me abrazaba mientras me acariciaba la cabeza, de esa manera me relajaba un poco. Hace mucho que no me sucedía, de chica me solía pasar seguido, recuerdo que íbamos al doctor y siempre tenía que tomar algunos medicamentos.

Mi madre me decía que era niña inquieta, no me gustaba estar sentada en un lugar y que gritaba mucho, era como si me alteraba muy fácil. No recuerdo haber estado con familiares aparte de mi madre y mis hermanos, no sabía si tenía tíos o abuelos, hasta el día de hoy, mi madre no ha hablado de ninguno de ellos.

Cuando mis hermanos nacieron, fue algo completamente extraño ya que yo no había recordado haber visto a otro hombre con mi , recuerdo que ella siempre estaba conmigo, nunca se separaba de mí, excepto algunas veces cuando iba al trabajo y me quedaba en casa dormida. Era algo nuevo para mí, me alegre bastante, porque iba a tener una familia más grande e iba a tener una infinidad de posibilidades de jugar con mis nuevos hermanos. El primero se llamó Zac, recuerdo que cuando llego era un bebe calmado y dormía mucho, a mi madre no le costó mucho mantener a Zac, fue un niño muy saludable, y cuando creció el demostró su inteligencia.

A los dos años, mi madre tuve a Lucas, un pequeño niño súper tierno, era cachetón y siempre le gusto estar pegado a Zac, él era más juguetón pero responsable, nunca mentía y le gustaba dar regalos, ya sean dibujos o algo creado por sus manos, mi madre siempre sonría al verlos, éramos un trio de hermanos sonrientes, siempre alegrando a mama. Ellos son dos hermanos inseparables. Era mi familia...

Mis hermanos me hicieron tener unos momentos alegres en la casa, fueron los que me hicieron los días más felices, cuando yo necesitaba algo, ellos estaban ahí para mí. Hubo noches en las que me sentía mal por mi madre, ya que luego la escuchaba en su cuarto llorando, mientras mis hermanos dormían, nunca entendí el por qué lo hacía, todo estaba bien, tal vez era por su trabajo o solo por recordar a nuestros padres. Mi madre jamás habla de ellos, siempre trata de evitar el tema, por un lado, la entendía perfectamente, pero por otro sentía una curiosidad por saber que ha pasado. Hubo un tiempo en el cual desespere bastante a mi madre, a tal grado de hacerla gritar enfrente de mis dos hermanos menores, luego ella se disculpó e hizo un pastel para olvidar lo sucedido.

Después de que nacieran mis hermanos mi madre, cambio de trabajo y se dedicó a darle más tiempo a los menores. Recuerdo que fue más por inicios de secundaria, ahí las cosas se fueron distorsionando un poco.

En las veces en las que me iba sola a la escuela, algo sentía, como si alguien estuviera viéndome, desde su ventana. Las calles por donde pasaba estaban repletas de casas hogareñas, unas antiguas y otras modernas, pero parecía estar poblado por gente mayor, era sumamente extraño, tenía miedo solo de pasar por ahí, aunque a veces me encontraba a otras chicas que iban a mi secundaria, eso me hacía sentir más segura y cómoda. Pasaron algunos días, pero seguía sin acostumbrarme a esa sensación extraña, nunca se lo dije a mi madre, no quería que se preocupara más de lo que ya se había preocupado, quería que se enfocara más en los pequeños.

Durante unos meses, comencé a cuestionarme sobre las idas al doctor, siempre me hacían un chequeo completo, junto con otros chicos, pero cuando el doctor iba a decir como estaba, solo me sacaban a jugar con los demás niños y me daban una paleta. Nunca cuestione eso hasta que llegue a la secundaria, supuse que solo hablaban de algo de mi sistema reproductor o algo que me habían enseñado en la escuela y por eso no me querían decir nada. Siempre fue aburrido estar ahí, hasta que llegaron mis hermanos, corríamos por el patio de juegos y les gritaba con alegría que atraparan.

Esas eran las mejores visitas al médico que tuve, las medicinas que me daban, eran repulsivas, pero tenía que tomarlas para poder tener mi peso regular y una salud estable.

Una Vida No Tan Extraordinaria(REESCRIBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora