El tacto estremecedor entre los dos cuerpos me hizo pensar en lo extraño del calor humano. En ocasiones puede aliviarte con tan solo rozar la piel de otra persona, como si todas nuestras cargas se liberaran sin pedir permiso y nuestro cuerpo se quedara flotando en un mundo completamente distinto; es casi como dividir el dolor a la mitad y repartirlo equitativamente hacia las dos almas, con el propósito de aligerar el tormento y la tristeza. Así me sentía en ese instante, quería tomar todo su dolor y a la vez quería que él tomara el mío; no dijimos nada más, solo nos quedamos juntos un tiempo tratando de encontrar lo que buscábamos, tal vez él no lo encontró, pero yo sí. Había sentido que alguien me estaba apoyando y consolando a la vez, como si yo fuese un niño pequeño.
Me despedí acariciándole la cabeza y me alejé lentamente, tenía muchas cosas por pensar y calcular; quería liberar el peso que tenía en mi pecho, y a la vez enfrentar todo con valentía de ahora en adelante, esa era mi decisión.
Respiré muy hondo y caminé con firmeza por el pasillo, la luz del sol se colaba por las ventanas para iluminar los emblanquecidos pasillos. Me detuve en la habitación de mi madre, apreté mis puños con fuerza y decidí abrir la puerta con quietud. Entré sin avisar y me acerqué de a poco a su camilla. Para mi sorpresa se encontraba despierta a esa hora.
La vi sentada en el colchón, mirando la ventana de cortinas ondeantes debido al sutil viento que entraba de vez en cuando para mirar el rostro de esa mujer luchadora y valiente, que lo dio todo durante muchos años. Sus cabellos se asemejaban a hilos negros que se movían al son de la brisa, sus mejillas parecían hincharse de felicidad.
La observé por varios minutos sin decir una sola palabra; probablemente fue la escena más conmovedora que había observado de ella desde hace mucho tiempo.
Mis lágrimas empezaron rodar por mis enrojecidas mejillas, su sonrisa se dirigió a mí después de un tiempo. Me dejé caer de rodillas junto a ella luego de que nuestras miradas se encontraran; cerré mis ojos y empecé a llorar desmesuradamente. Sentí luego de unos segundos como su mano acarició mi cabeza con cariño, pero yo no quería que también tomara mi dolor; ya tenía suficiente con el propio. Levanté mi cabeza con temor,
-"Lo siento"- me dijo con el poco aire que le quedaba. Había llegado a lo que con tanto esfuerzo estaba evitando; pero yo no quería aceptarlo, quería tenerla por mucho mas tiempo.
Negué incontables veces con la cabeza; tomé su mano con fuerza y la miré directo a sus ojos obscuros, sabía que esta sería nuestra última vez juntos, que el final se acercaba y eso me aterraba mucho mas que a ella. Y los que se quedan con el dolor son los que más sufren, recordando pequeños inolvidables momentos, y preguntándose si hubiésemos podido hacer algo para enmendar la situación; pero como no lo había, entonces el remordimiento es cuando decide hacer su su aparición en todos los momentos posibles.
-"Perdóname"-le dije aún con lágrimas en los ojos, ella suavizó su mirada y me abrazó con ternura. Escuché su llanto cuando se acercó a mi oído para decir "Te amo". Yo sentía no haber sido lo suficientemente fuerte para mantenerla en lugar de mi padre, y así poder darle lo mejor en sus últimos días; también sentía el no haber podido curarla como le había prometido... Ella me dijo que no era mi culpa, y luego se disculpó por todos los años en que tuve que velar por ella. Sentía el frío apoderarse de la habitación, en especial de su cuerpo; el doctor nos había advertido de todo esto, así que decidimos pasar sus últimos momentos juntos.
Nuestros sentimientos se encontraron varios minutos como una despedida de madre e hijo. Lloramos los dos juntos en aquel pequeño cuarto. Como un suspiro en el tiempo, sus palabras quedarían grabadas en la memoria de mi corazón. Un corazón quebrado y solitario; quién nunca dejaría de derramar lágrimas al recordar aquella mañana de otoño.

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Desde el Otoño
Teen Fiction¿Podrá ser algo más desesperante, que pensar en el suicidio como una opción? Leo siempre quiso abandonarlo todo; sin embargo una persona lo hace cambiar de parecer. Descubrir el propósito de la vida nunca ha sido algo particularmente fácil. "Desde e...