Capitulo 6: La Captura

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Todo era oscuridad, solo llegaban voces lejanas y el deseo de poder despertar.

Caleb abrió los ojos, parpadeó un par de veces y se incorporó mientras se frotaba la cabeza y notaba que tenia un golpe en la nuca. Observó la habitación donde se encontraba: era un cuarto que daba la impresión de haber sido un baño antes, color blanco desgastado, lleno de huecos donde irían las cañerías, y vio un carrito de esos en los que se lleva la comida en los hospitales, y le pareció ver herramientas. Cuando se quiso incorporar, notó que tenia las manos encadenadas y le faltaban sus pertenencias.

Se levantó como pudo y se acercó al carrito, y para su decepción, no había absolutamente nada. Se dejó caer cansado mientras en silencio pensaba en su madre, que estaría preocupada por el seguramente, y en su hermana. En ese momento, sintió un sollozo el cual daba la impresión de estar cerca, y vio un conducto de ventilación arriba de su cabeza. Empujó el carrito, se subió y gritó:

-¿Hola? ¿Hay alguien ahí?! - 

-¿Caleb? ¿Eres tú? - la voz de Sarah se oía débil, como si hiciera un esfuerzo sobrehumano para poder gritar. - Ayúdame por favor, creo que mi tobillo se dobló.

- Dios, debo llegar hasta ella. Y se dispuso a buscar como salir de ese cuarto, pero parecía cerrado herméticamente: empujó la puerta, la pateó pero no hubo caso, no cedía.

En ese momento, sintió pasos al otro lado de la puerta, y no lo pensó dos veces: se armo de valentía, quebró a duras penas una pata del carrito con la rueda en la punta y se dispuso a esperar. Si alguien entraba, no lo dudaría, lo golpearía automáticamente y sin pensarlo. Era matar o morir.

Sintió un ruido metálico y vio el picaporte de la puerta girar, la puerta se abrió y una cara despeinada y sucia pero familiar se asomó: Era Thomas, quien al ver a Caleb agitando la pata de un carrito solo atinó a decir: ¿En serio crees que con eso vas a lastimar a alguien? - Caleb tiró a un lado el fierro, abrió la puerta y abrazo a Thomas como si lo conociera de toda la vida- Oh amigo, ¿ En que lió nos hemos metido? - No es el momento para sentimentalismos Caleb, he oído a Sarah y está herida, hay que ir y buscarla - Yo también la he oído, asique te sigo hermano.

De más esta decir que la euforia de Caleb al ver a Thomas fue totalmente falsa, pero en un momento así, una cara conocida que hace minutos o tal vez horas era desconocida, y ahora no, es reconfortante a cualquier nivel.

Avanzaron por un largo pasillo sucio y con una luz mortecina cada 5 metros, y a cada lado del pasillo habían una especie de celdas, donde algunas estaban cerradas y otras abiertas. Las celdas abiertas estaban oscuras y no inspiraban el mínimo interés para los muchachos, aparte del olor a podrido que emanaban. Llegaron al final del pasillo y había una puerta, cuando la abrieron el camino se bifurcaba en dos direcciones: izquierda y derecha.

- Bien, aquí es el momento donde nos separamos, tú Caleb, iras a la izquierda a ver si encuentras a Sarah, yo intentaré por el otro lado a ver si encuentro un teléfono o alguna manera de salir de aquí.

- De acuerdo- y Caleb se volvió dispuesto a seguir el camino que le tocaba cuando Thomas lo agarró del brazo y le entregó algo - Ten esto, nunca sabes que podría acontecer mas adelante. Era un pedazo de madera el cual tenia adosado con cinta aislante un fierro en punta, parecía un arma creada por un indio.- Gracias Thomas, cuídate.

- Cuídate tu también, nos vemos del otro lado- y haciendo un saludo, trotó y se perdió en la oscuridad del pasillo.

Caleb giró y siguió el camino que le fue asignado, cuando se le ocurrió mirar el extraño cuchillo que Thomas le había dado: en la penumbra de la bifurcación, no lo veía bien, pero al acercarlo a la luz notó con mucho nerviosismo que tenia sangre en la punta.

- Vaya uno a saber que habrá hecho este maníaco con esto, pero bueno, sino me muevo Sarah podría morir y yo también - y diciendo en voz alta esto, corrió para su lado perdiéndose en la oscuridad.

Sin que Caleb o Thomas lo notaran, una cámara muy bien escondida arriba de una viga los observaba al momento que se separaron. Monitoreando las cámaras estaba el señor Cooper con su extraño ayudante, quien miraba serio con los dedos entrelazados enfrente de su cara y los codos apoyados en el escritorio.

- ¿Cuantos mató?

- Tres señor, era la guardia asignada.

- Mmm, interesante. Al otro déjalo pero envía a alguien por Caleb, no debe llegar a la muchacha.

- A la orden señor. Y el extraño se retiró.

La última voluntad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora