Me senté intentando no ver a nadie, en una esquina cerca del bote de basura. Gracioso lugar para comenzar. Todos me veían y yo intentaba responder sus miradas, mas instintivamente saqué el celular y marqué el número de Claudia, quien no contestó y comencé un soliloquio bastante convincente, pues al momento todos se voltearon y optaron por cuchichear un rato.
Llegó el profesor, alto y cachetón, pero de un cuerpo extraordinariamente flaco. Ya fuera por su fisonomía o porque daba matemáticas, preferí no prestar atención. Más bien elucubraba un plan para el receso: si era necesario correría al baño.
Estaba yo organizando mi plan para no socializar, cuando alguien me envió un papelito. Ponía: ¿cómo te llamas? en bella caligrafía. Escribí LETICIA de la manera más linda que pude. No sabía quién lo había puesto, así que espié como suricato y oí una risita. Franca, nítida. Se trataba de mi compañero de junto, cuyos ojos café intenso, cabello crespo y amabilidad me encantaron. Cosa curiosa, sentía conocerlo de antes.
Le sonreí también y le entregué el papel de nuestra incipiente conversación. Supongo que el profesor había observado todo, pues lanzó una mirada fulminante a los dos y callamos lo que apenas íbamos a decir.
Resultó que el receso no era tan malo. Otros más me preguntaron cómo me llamaba y de dónde venía, por qué entraba hasta ese día a la escuela... Pero retuve a Ernesto pidiéndole que me dijera qué tanto habían avanzado y que me prestara sus apuntes, pero todo aquello me importaba muy poco.
Y así lo conocí. Era más dulce de lo que decía su nombre. Más inteligente de lo que gritaban sus calificaciones. Y cada día me lo parecía más y más. En unas cuantas semanas ya era mi mejor amigo. Sabía todo de su vida, al menos lo que se puede saber entre recesos y casi interminables llamadas nocturnas. Y le conté todo de la mía, como compensando los años que no había podido disfrutar de su valiosa compañía.
Me ayudaba en todo lo que podía, que casualmente resultaba ser en todo lo que le pedía. Incluso conoció a mis padres y resultó que les caía muy bien. Lo invité a comer el día del cumpleaños de Claudia, al que también fueron ellos.
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Golden Slumbers
RomanceHabía una vez en una preparatoria... Una historia de amor contada por dos perspectivas. Ella. Leticia. Él. Fernando. Una amistad. Promesas. Sueños dorados.