Ella

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Cierto día estábamos en nuestro parque. El dormitaba, pues había sido un día muy cansado en la escuela. Miré cielo, lo miré a él, y me parecieron igual de hermosos. Llené mis pulmones de aire. En mi cerebro todo aparecía claro, con respuesta. Le dije te amo. Antes extraña frase, ahora cobraba un sentido vivo, lleno de paz. El te amo era para él, para el parque, para el cielo y el mundo que habíamos hecho con miradas y palabras. Abrió los ojos consternado, como repasando aquello que ninguno de los dos se había atrevido a decir antes mas que en cartas. Me respondió: "yo ya lo hacía hace tiempo" y cerró los ojos de nuevo.
Me quedé profundamente dormida, pensando en mi te amo, en la extraña forma que tuvo de decírmelo, en que quería que esto durara y que deseaba quedarme con él todo el tiempo que se pudiera. En cierta forma, esto me fue concedido.
Gotas cálidas de lluvia me despertaron. Él seguía dormido y tuve que agitarlo para que se levantara y comenzáramos a correr en lo que ahora era una tormenta. Nos dirigíamos a mi casa. Él como buen novio me acompañaba todos los días a ella y se detenía tiernamente en la puerta. Desde hacía días que quería yo que pasara del umbral.
Corríamos como niños, riendo y emocionándonos con la tempestad en el cuerpo. Por fin llegamos al portón verde de mi casa. Estaba a punto de irse cuando me dijo que había olvidado las llaves de la suya. Con la lluvia y la nueva contrariedad, ofrecí que se quedara un rato, al fin que mis papás le ofrecerían un baño y sopa caliente.

Golden SlumbersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora