Él

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La ida a mi casa en taxi me pareció tan corta. Aun guardaba en mi mente la sensación de su cuerpo contra el mío; le page al taxista y trate de buscar las llaves para entrar en mi casa, vi mi celular atestado de llamadas perdidas de mi madre, me di cuenta de que había olvidado mi chamarra con mis llaves y una carta par Lety; me resigne a tocar y recibir la reprimenda.
Toque y mi hermana me abrió con cara de susto, me dejo pasar y susurrando me dijo "Mamá está furiosa"; lo suponía, le pregunte la hora y me di cuenta de la gravedad del asunto.
Mi madre no se contuvo, en cuanto me vio se levantó y encolerizada comenzó a recitar una serie de preguntas sin darme oportunidad a responderlas "¿Dónde estabas?, ¿Te das cuenta de la hora?, ¿Por qué no contestas tu celular?" no sabía a cuál de todas responder primero mi padre solo asentía atrás de ella y yo solo supe decir "Mamá cálmate", ahora pienso que fue lo peor que pude haberle respondido; inmediatamente comenzó una batalla campal en donde mi madre iba con todo: "No llegas, no avisas que regresas tarde, llego a la casa y solo está tu pobre hermana, a donde carajo estabas..." mi celular la interrumpió, era
Lety; contesté rápidamente y mi madre con ojos demoníacos me señalo con su dedo como insinuando "cuelga o te va peor". Colgué y obviamente todo empeoro. "¿Quién era?" le respondí que mi novia, "¿tu novia? cómo a ella le contestas inmediatamente y yo que soy tu madre que me lleve el demonio ¿no?, ¡Dame ese celular! ¡Estas castigado! Y dile a esa niña idiota que te deje de quitar el tiempo, apuesto a que estabas con ella; ¡Ya no quiero que te juntes con esa clase de personas!" Esa fue la gota que derramo mi baso, estaba dispuesto a recibir el regaño y el castigo con mucho gusto, pero no iba a tolerar que hablaran así de la persona que me hacía más feliz, le arroje el celular y salí corriendo a la calle.
Corrí hasta que mis pulmones no pudieron más y me exigían aire a gritos, seguí caminando, no sabía exactamente donde estaba. Poco a poco me fui ubicando, estaba atrás del hospital ángeles, me asuste un poco pues los rumores que se conocían por esos barrios no eran muy agradables, me puse en camino hacía la casa de Lety, la lluvia que seguía cada vez más densa impedían mi visión un poco miope. Doble en una esquina y me topé con alguien que apestaba a orina, más grande que yo y visiblemente más fuerte.
"¿A dónde vas?" no respondí, me disculpe y di media vuelta encontrándome con la sorpresa de que otro tipo con peor aroma que el anterior me impedía el paso. "Te preguntaron algo" me sujeto del brazo, trate de resistirme pero era demasiado tarde, escuche las risas de los tipos que me sujetaban, llegaron dos más y entre todos me tumbaron en el piso y comenzó una tremenda golpiza. Patada tras patada me sacaban el aire y me impedían gritar pisándome la boca con sus pies, escuchaba sus risas y el sonido de sus golpes contra mi cuerpo, uno de ellos comenzó a orinarme y los demás lo imitaron, no supe cuánto tiempo duro, el dolor me impedía pensar, hasta que perdí el conocimiento y jamás lo volví a recuperar.
Pensé en mi madre, en mi padre y en mi hermana; me hubiese encantado poder besarlos y abrazarlos a todos por última vez, pedirles perdón y darles las gracias. Pensé en Leticia... sabiendo que nunca más la volvería a ver... pero con todo el esfuerzo que me quedaba levante la cabeza y de repente la vi: estaba sentada en el columpio de nuestro parque siempre verde, de espaldas a mí como de costumbre. Me levanté y gustoso me acerque a ella, volteo y me sonrió, se bajó del columpio y me tendió la mano para que la acompañara. La tomé y me acerqué a ella abrazándola tiernamente. "Gracias" le susurre, ella me sonrió y nuestros labios se juntaron fusionándose con ese mundo de promesas y esperanzas, y así, en ese beso infinito, desaparecí del mundo.

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