Capítulo 4. Conflictos

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- ¡Ah!...-exclamo como respuesta al contacto de la gasa empapada con el desinfectante en mi rodilla, escuece mucho. Miro hacia la pared.
Jayson parece muy concentrado, no dice ni expresa nada, sólo me mira la herida y la limpia. De repente le oigo un bufido y una risa floja.
-¿Qué?- pregunto mirándole.
Se tapa la boca y me mira.- Te estoy desinfectando una herida en tu pierna y ni siquiera nos hemos presentado.- Se ríe.
- A lo mejor  si hubieras sido más amable conmigo me hubiera presentado sin problemas.- Le suelto.
- Si hubiera sido "amable" no hubiéramos coincidido nunca.
Es verdad, pero eso no justifica nada, no es mi culpa que sea tan capullo. Nos quedamos callados.
- Me llamo Jayson, Jayson... Lawell.- Me mira esperando alguna reacción más interesada de la que muestro, le miro como si nada, ¿Acaso es alguien importante?
- Ashley Moore.-Digo.
Enarca una ceja, al parecer esperaba que me impresionase algo.
- Y ¿Qué haces en en esta escuela, señorita Moore?
-¿Y tu?- Contraataco.
- No hace falta que te pongas a la defensiva, no pienso matarte.-Dice con un tono de burla. Pero hay algo más.
Resoplo.- He venido desde América a esta escuela porque mi padre creía que era lo mejor. Quiere que tenga un buen futuro y esta escuela era muy prometedora, además, mi madre estudió aquí...- Me he ido de la lengua.
- ¿Y qué opina ella de esto? Seguro que está muy contenta.- Sonríe.
Mi madre murió cuando yo nací, desde entonces me ha cuidado mi padre solo, hasta que hace dos años conoció a Violet, su novia. No creo que sea de interés ese dato, prefiero guardármelo.
- No se, no opina mucho.
-Ah...
-Bueno ¿Y tú?
-¿Yo?
- Claro, ¿Quién más va a ser? Cuéntame qué haces aquí.
-Pues yo...Llevo tres años en esta escuela, y el motivo...digamos que no todos tenemos elección. Mi padre...
-Jayson.
Una chica llama con voz cortante a Jayson desde la puerta. La chica de la media melena rubia y ojos azules del primer día.
-Ann, ¿Qué haces aquí?-pregunta Jayson.
-Te he visto entrar aquí con la chica americana en brazos y quería comprobar si era verdad que habías conseguido caer tan bajo acostándote con ella.- Suelta.
-¡¿Cómo?! ¡¿Qué me has dicho!?- Exclamo mientras me levanto de la camilla. Jayson me agarra del brazo y me retiene.
-Tranquila...- Me dice en un tono bajo para calmarme, pero no funciona.
-Eso, tranquila chica, que esto es una escuela de alto prestigio, no el patético  burdel americano del que vienes.
Antes de que Jayson pueda hacer nada me abalanzo sobre ella. La empujo contra la pared y le estiro del pelo.
Ella grita. Unos brazos me envuelven la cintura y me levantan, separándome de ella. Me fijo en su cuerpo, su cara, su rostro...Horrorizada es un buen adjetivo. Gotas de sudor frío le caen por la frente y sus ojos casi se le salen de las cuencas. Con el pulso poco firme, me señala.
-Animal...Zo...rra, ¡Zorra!, sí, eso es lo que eres, esto no acaba así, prepárate zorra.- Se marcha.
Jayson me empuja y caigo al suelo, coge la caja de tiritas y la tira a mi lado. Me mira. Quiere parecer enfadado o decepcionado, pero no, su expresión es diferente...¿Miedo?
-Póntelas tú, no creo que seas tan inútil como pareces ser.- Se va a paso ligero.
Antes de perderle de vista se para al oírme sollozar, pero no cambia su rumbo, se va, y vuelve a ser el mismo capullo que conocí ayer pero, también el mismo capullo con el que he hablado y compartido más tiempo durante mi residencia en este infierno. Estoy llorando, no me había dado cuenta, no lloro porque al caer me golpeara la herida, sino porque me acabo de dar cuenta que mi vida aquí será mucho peor de lo que me temía. Me lo merezco, supongo.

Ahogo unas cuantas lágrimas más hasta que quedo mínimamente satisfecha. Recojo el botiquín, me pongo una tirita y miro por la ventana: Se ha nublado.
Me dirijo a la puerta de salida pero veo en las escaleras del vestíbulo dos figuras discutiendo, una bajita y rubia y la otra alta y corpulenta. Son ellos, y no puedo evitar escuchar lo que dicen.
...- ¿Se puede saber qué hacías con ella? Esa tía es muy vulgar para que se convierta en uno de tus muchos jueguecitos, te mereces algo mucho mejor, mucho mejor que todo eso...
-No se porqué le has cogido tanto asco, a ninguna de las otras les has dicho nada.
-Mira Jayson, esa chica...cosa, no es buena para nadie, casi me mata, ¿Has visto cómo se ha abalanzado sobre mi?- Le caen lágrimas de cocodrilo por sus rosadas mejillas.
-Tranquila Ann, yo me encargaré de ella, te lo aseguro.- Dice Jayson con un tono muy serio.
Me tiemblan las rodillas. No parece que lo diga por decir.
-Jay...por mi...por favor, acaba con ella, pero prométeme que le dolerá.
Jayson mira al suelo y Ann le coge de la mano y se la lleva al pecho.
-Siempre me tendrás a mi, cuando decidas olvidarte de todo eso.- Sonríe y abraza a Jayson.

Va a acabar conmigo, me ha arruinado la llegada al centro y ahora pretende acabar conmigo, ¿Va a obligarme a escribir el puto documento 1000 veces?, ¿100 vueltas a la pista?, ¿Hacer qué todos me odien?, al paso que voy no le va a costar mucho dejarme por los suelos y eso es algo que no puedo soportar pensar, me vuelven a chorrear lágrimas por los ojos y no quiero que nadie me vea débil y vulnerable, no quiero encerrarme en mi habitación, quiero irme, correr, y eso es lo que hago. Recuerdo el caminito de tierra junto la parada de autobús y no parece mala idea caminar por él e intentar despejarme. Encuentro una arboleda de Robles y me siento junto a uno. La suave brisa veraniega acaricia mi cara y calma mis llantos, me siento mucho mejor. Me quedo sentada contemplando las vistas de una gran pradera verde en el horizonte durante horas, cuando empieza a oscurecer decido volver aunque no me apetezca. Deberían ser las 8 cuando paso por al lado de la parada de autobús, la puerta de la entrada está cerrada y no quiero llamar para que sepan que no estaba dentro, así que me obligo a dar la vuelta por el patio.
Noto como la bilis sube por mi garganta y que a mis pulmones les cuesta cada vez más respirar. Mis pies se clavan en el suelo mientras me quedo mirando la pared de ladrillos rojos que hay detrás de las gradas.
Alguien ha escrito algo en spray rojo, algo que me llama la atención por su gran tamaño.

<<APRENDE A CORRER, PUTA AMERICANA DE MIERDA, DAS ASCO.>>

Mi cabeza da vueltas, voy a marearme hasta que se para en un punto. Sólo Jayson me vio correr, todo el mundo estaba dormido. Entonces, sus palabras resuenan en mi cabeza como tambores: << Tranquila Ann, YO me encargaré de ella...Tranquila Ann, YO me encargaré de ella.>>...<<...Prométeme que le dolerá.>>
No hay duda alguna, una corriente de rabia me recorre el cuerpo y sin darme cuenta estoy corriendo en dirección a los dormitorios de tercero. Tranquilo Jayson, yo me encargaré de ti.


Nota: Me equivocaba, de bueno no tiene nada :"). Esto se pone interesante ¡Veremos lo que pasa en el siguiente capítulo!

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