Once.

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-A-Ana...- Leonardo estaba más que nervioso pensando que ella lo hubiese escuchado.

-¿Todo bien muchacho? Escuché ruidos y baje- dijo Ana mientras tomaba un vaso de jugo.

Ella notó cuan nervioso estaba él. No llegó a escuchar la conversación pero sabía que hablaba con alguien por teléfono. Solo escuchó algo como no sabía que haría y un hola después. Ana lo dejó pasar pero todavía tenía la espinita de la duda.

-Eh..sí, sí todo bien solo baje por un poco de agua...-

-Oh...bien. Sube y despierta a todos y avisa que ya mismo estará el desayuno.- dijo ella mientras sacaba todo lo necesario para hacer un rico revoltillo. Leo asintió y subió las escaleras.

Primero fue a la habitación de Diana y Frank, que originalmente era de ellos dos pero terminaron intercambiando a mitad de la noche. Leo no podía aguantar un minuto más con los ronquidos y las patadas de Frank. Y por más que negara cualquier insinuación que le hiciera que extrañaba a Fanny no podía mentirse así mismo. Aquel día en que durmieron juntos, por primera vez, supo que estaba perdido que no podía seguir con ese plan.

Dio tres toques en la puerta y nadie contestaba, como era de esperarse. Espero unos cuantos segundos y volvió esta vez con un llamado -Frank, Diana despierten ya va estar el desayuno.-

Escuchó un gran estruendo dentro de la habitación y él abrió los ojos de par en par cuando un adormilado Frank con la ropa en la mano y un golpe rojo en la cabeza, apareció. Frank era de las personas que se despertaban más que desorientadas así que no se podía esperar más sobre eso.

-Pendejo a donde vas. Tu te quedas ella se va.- le dijo mientras hacía el intento de detenerlo. Parecía caballo de carreras cuando abrían las compuertas.

Leonardo le dio un golpe, no muy duro pero lo suficiente para despertarlo, en la cabeza -Ah si- Frank giró como robot y se metió otra vez a la habitación en camino a la cama tirando todo lo que llevaba en las manos.

Se acostó y rápido cayó en el sueño pesado que tenía hace unos minutos -Ay los dos son tan para cual...¡Diana!, ¡Frank! Arriba o Max nos matará a todos- por fin Dai se levanto y corrió directo a la habitación de enfrente, la de Fanny.

Fanny dio la vuelta en su cama y se encontró a su prima. Se desilusionó porque pensaba que Leo había pasado la noche con ella por segunda vez -Levántate loca...- dijo mientras le daba un empujoncito. A decir verdad Fanny no midió su fuerza y Dai terminó en el suelo.

-¿Que carajos te pasa?- Dai fulminó con la mirada a la chica que se encontraba en la cama.

-Lo siento- dijo apenada mientras asomaba solo la mitad de su cabeza y sus dedos, tal cual un niña, mirando desde la cama.

-No, claro que no- rió Dai mientras se tiraba encima de ella gritando piscina.

Alguien tocó consecutivamente la puerta -¿Se puede?- preguntó Leo y Fanny se le escapó una tierna sonrisa al escuchar la voz del hombre que amaba.

-Claro pasa...- dijo Dai -ya me iba otra vez- se rió.

-¿Como amaneciste?- preguntó Leo mientras se sentaba en la cama y posteriormente acostandoce aún con los pies en el piso.

Él estiró su mano buscando el calor de la de ella y sin tardar ni un segundo ya tenían sus manos fuertemente entrelazadas -bien...creo...- contestó ella.

-¿Crees, Fanny?- preguntó Leo -¿que te pasa?-

-Promete que no te reirás ni nada por el estilo- él asintió.

-Juré que habías dormido...conmigo...lo soñé- dijo tapándose con la mano libre sus ojos por la vergüenza. No sentía vergüenza por dormir con él ni nada por el estilo pero soñarlo y que ella le diga a él lo hace más vergonzoso.

El amor no tiene sizeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora