N u e v e.

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Después de aquel incidente el Dios menor borró cualquier rastro de ese día en la memoria de todos los relacionados con (1).
La relación ya llevaba una semana, Yato aprovechaba cualquier oportunidad para besar a su novia causando sorpresa y un sonrojo en ella.

—(1).

Ella volteó ante el llamado, una compañera de clases se acercó y le pidió ayuda con las pruebas que debía llevarlo a la dals de maestros para que pudiera corregirlas.

—¿Cómo crees qué te fue?—pregunto hacia (1).

—Sólo espero que bien, ¿y tu?

—No lo sé. Quiero que el profesor corrija rápido las pruebas.

—Ah, debo irme al club, nos vemos (1), muchas gracias por ayudarme.

Aquella chica corrió hacia las escaleras mas cercanas, (1) miró por la ventana y el cielo estaba nublado, dado a entender que llovería tarde o temprano.

(...)

Suspiró al ver la semejante lluvia debajo del techo de la entrada de su escuela.

—Lo sabía.

Buscó en su bolso el pequeño paraguas y lo abrió para meterse debajo de él y salir a la lluvia.

Chicas chillando bajo sus mochilas por la lluvia mientras corrían, parejas bajo un paraguas, (1) suspiró al ver esa imagen pensando en aquel Dios.

Pasaba por aquel pequeño lago, donde las hojas caían y el viento soplaba con más intensidad.

Un ruido en el agua llamó la atención de la chica, al mirar al lago una niña vestida de blanco y lleno de nombres en todo su cuerpo se encontraba mirándola.

—Que linda eres.

Aquella niña miraba sonriente a (1), sin saber que hacer sólo dio un paso hacia atrás y preparaba sus pies por si necesitaba correr.

—Eh, no te vallas.

Murmuró algo para rato después (1) no pudiera mover su cuerpo; la niña se acercó y tocó su rostro.

—Me pregunto que te vio.

Sin entender, aquella chica se acercó a su rostro y susurró:

—Yato.

(1) confundida se hacia la pregunta de cómo conocía al Dios, y por qué su cuerpo estaba repleto de nombres, qué era ella y qué quería de ella.

Volvió a murmurar algo y esta vez sintió una opresión en su cuello, la falta de aire y el forcejeó de tratar de liberarse de aquello que le apretaba sin poder verlo.

—Sueltame— dijo entrecortado mirando a aquella niña.—. Yato...., ayuda.

Cerrando sus ojos dándose por vencida sintió un gran alivio y el aire volver junto con las gran bocanadas de aire. Al abrir sus ojos vio a su Dios delante de ella con Sekki en mano.

—¿Qué quieres Nora?

La chica gato apareció al lado de (1) y le ayudó a levantarse para dar un salto y alejarse un poco del lugar.

—Yato, vuelve conmigo, Padre nos llama, deja a Yukine y vuelve a ser feliz con nosotros.

Aquella chica abrió los brazos intentando abrazarlo pero él se alejó.

—¡No me jodas! Soy feliz y ya no eres mi shinki..., nunca lo fuiste.

—Yato, no digas esas cosas, duelen.

—Pues, con el tono con que lo dices parece que para ti fuera un chiste.

—Lo es, porque siempre estaré para ti cuando me necesites.

[CONCLUIDO] Enamorada de un Dios [Noragami] »EDITANDO«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora