O n c e.

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Aquella chica estaba en su computadora, revisando las carpetas de fotos, ya que la noche anterior soñó con aquel chico de ojos celestes y la chica de pelo largo, en su sueño también vio a un niño rubio, pero no recuerda haberlo visto.

—¿Y esto?—se preguntó en un susurro viendo una foto que nunca vio, estaba claro que no eran sus amigas, ya que aparecían los chicos antes mencionados—. Los conozco.

(...)

Revisó la hora por su celular. Estaba en la entrada de la escuela de aquella chica, esperando a que saliera.

—(1).

Ella levantó la vista viendo a la chica, sonrió.

—Buenas tardes. Yo, quiero hablar con usted.

—¿Hiyori?— una de sus amigas llamó a la chica gato, ella le dijo que siguieran sin ella, ya que tenía que atender un asunto.

—Bien ¿qué es?—preguntó Hiyori una vez se sentaron en un banco cerca de una plaza.

—Pues, yo quiero que usted me cuente todo lo que sabe sobre ese chico llamado Yato, por favor.

Aquella chica gato sonrió hacia (1), y comenzó a contarle como se conocieron. Cómo era su relación, le explicaba el porque se juntaba con ellos, le dijo como comenzó a salir con Yato y por último, cómo fue que perdió su memoria sobre ellos.

Aquella chica abrió los ojos, dejándose invadir por todos esos recuerdos, cómo sonreía Hiyori, su forma de pelear y de enojarse con el Dios menos, a Yukine que le decía a su amo lo que debía hacer para ser un buen Dios y por último a Yato, su adorado Yato, aquel chico de ojos celestes y cabellos negros, que usa ropa deportiva y que es pervertido y con una personalidad de niño de vez en cuando.

—Hiyori, estoy empezando a recordar, por Dios, ¡estoy recordando!

Aquellas dos chicas se abrazaron.

—Vamos con Yato, se pondrá muy contento por ésto.

(...)

Aquel Dios menos estaba tomando una cerveza.

—Yato, ¿estás bien?—preguntó Daikoku, notoriamente preocupado por él.

—No—dijo ya borracho— ¡Extraño a (1)! ¡Quiero que esté aquí conmigo!

Aquel chico comenzó a hacer un berrinche mientras pataleaba y golpeaba el suelo con sus puños cerrados, comenzando a llorar recordando a su amada.

—¡Yato!

Aquel Dios como pudo se sentó y miró por la puerta viendo a Hiyori y a (1).

—¡(1)!

Ella corrió a abrazarlo, volver a verlo y recordarlos  todos la hacía muy feliz.

—Yato, los recuerdo, a todos.

Aquel chico no contestó.

—Se durmió—dijo Hiyori.

Daikoku lo llevó a su habitación seguido de (1), él los dejó solos, Yato estaba dormido y roncaba un poco y balbuceaba cosas que ella no entendía. Mientras que ella le acariciaba el pelo, sonrió, nunca se sintió tan feliz en su vida y nada podía arruinarlo.

—Yato, te amo y lo siento por olvidarte, debió ser fuerte— le susurró sabiendo que él la escuchaba, aunque sea en un sueño.

(...)

—¡Mamá! ¡Voy a salir con una amiga!

—Está bien hija, te me cuidas.

Se iba encontrar con Hiyori en la entrada al parque habían decidido ver una película juntas además de después ir a visitar a los chicos.

Debatieron que película ver, compraron pochoclo y gaseosa, entraron y el lugar fue llenándose de gente poco a poco.

(...)

—¡Eso fue hermoso!—dijeron ambas chicas tras haber salido del salón de cine.

—Pobre chico, pero me alegra que él haya seguido con su vida a pesar de ella haya muerto, además de que siempre la recuerda—comentó (1).

Las chicas decidieron comer una hamburguesa para luego ir a visitar al Dios menos y a su shinki.

—¡Argh!

La chica se agarró la cabeza, el dolor de cabeza volvió junto con la visiones.

¡Vamos Yaboku! ¡Ven conmigo y olvida a esa humana!

¡Nunca! ¡Ya te he dicho que no volveré con ustedes!

Bien, sí así lo quieres no me queda más opción que matarte para que de reencarnes y sigas mis ordenes.

Aquella chica vio como su novio era brutalmente asesinado frente  sus ojos para que después ella fuera asesinada en intento de revivirlo.

—¡Hiyori! ¡Vamos ahora a ver a Yato!

Aquellas chicas corrieron con lo que mas pudieron hasta llegar a la casa de Kofuku, todo estaba en orden, pero (1) sabía que pronto esa paz iba a ser interrumpida.

—¡Ya-bo-ku!

Todos salieron de la casa al ver al padre de Yato junto con Nora sobre poste de luz.

—Yaboku.

—Yato—le susurró— intentará matarte, ten cuidado por favor.

Aquel Dios le tomó de la mano y sonrió, miró a su padre con enojo.

—¡Vete Padre! ¡No voy a hacer nada que me digas!

—¡Vamos Yaboku! ¡Ven conmigo y olvida a esa humana!

—¡Nunca! ¡Ya te he dicho que no volveré con ustedes!

—Bien, si así lo quieres no me queda más opción que matarte para que de reencarnes y sigas mis ordenes.

—Sekki.

Aquel niño se transformó en las dos espadas mientras que Nora lo hacia en un cetro de monje.

Comenzaron a pelear, ambos se lastimaban a cada paso que daban. La chica incapaz de hacer algo comenzó a gritar.

—¡Detente! ¡No le hagas daño a Yato!

De su espalda comenzaron a salir alas en forma de mariposa, tenían ojos de ayakashi en todas las alas, y el tamaño superaba al cuerpo de la chica.

Se elevó para atacar al padre de Yato y a él no le daba tiempo a reaccionar.

—¡Muere! ¡Muere! ¡Muere!

Golpe tras golpe iba matando a aquel chico dejándolo muerto en el suelo para que luego su cuerpo se hiciera cenizas dejando su ropa. Mientras que Nora desapareció.

Aquellas alas desaparecieron del cuerpo de la chica en el aire haciendo que cayera y que Yato la agarrara.

Todos se preguntaban que fue eso mientras miraban a la chica inconsciente en los brazos del Dios menor.

[CONCLUIDO] Enamorada de un Dios [Noragami] »EDITANDO«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora