Narra Rafael
—Suerte —culminó Elioth entrando en carrera hacia su compañero que se hacía llamar Dave.
Pese a que los conocí hacía pocas horas, me dejaron a cargo de un miembro de su grupo y de una herramienta irrefutablemente importante, el arma.
Sin perder ni un segundo, me coloqué en posición para disparar adelantando mi pierna derecha y colocando los brazos en postura de apuntar. Puse a mi primer objetivo en la mira y mantuve bastante presión en el gatillo pero sin terminar de accionarlo. Dubité unos cuantos segundos. Todo a mí alrededor se volvía en cámara lenta. Relajé mis músculos, coloqué mi mano izquierda como soporte para el arma. Finalmente la moví unos centímetros cambiando de objetivo en el último instante.
Sonó el disparo en el aire y el infectado que estuvo a punto de masticarle el brazo a Dave cayó inmóvil en el suelo. Sonreí alegre por mi disparo preciso acertado justo en el blanco a pesar de la porquería de arma y la gran distancia que había.
Aunque si lo pensaba de un modo bastante más objetivo, lo mejor era no haberle disparado al infectado, sino a Dave, como lo tenía planeado en un inicio. Con él muerto podría irme en paz con todo el equipamiento y sin la preocupación de que fuera detrás de mí.
Pero por algún motivo no lo hice. No fue por debilidad, tampoco por piedad. Lo cierto es que estos tipos se habían portado bastante bien conmigo, y a pesar de que la razón me decía que tomara todo y me fuera en... —¡Mi coche! —grité emocionado. Una idea maravillosa se me había ocurrido; mi auto estaba a no más de 5 cuadras en un taller cercano. Con eso podría salir de esa situación, pero primero tendría que llegar ahí.
—¡Rafael! —gritó la chica detrás de mí. Estaba tan sumido en mis pensamientos que olvidé por completo que los infectados se acercaban.
Lo más factible sería esperar a Dave y Elioth, dado que con su ayuda se me haría más sencillo llegar a mi destino.
Los zombies se comenzaron a aglomerar en hordas de 5, 10 y 20. Antes de que pudiera notarlo, ya la calle estaba totalmente sumida por centenares de infectados hambrientos de carne.
Di un paso hacia delante con mi arma en alto. Las balas no eran infinitas; un cartucho y con suerte. 17 balas —pensé. No era mucho, pero podría cubrir a mis ahora nuevos compañeros desde mi posición.
Comencé a disparar ignorando a los que estaban más cerca. Buscaba darles en la cabeza a los infectados para librarle un camino a Elioth y Dave.
—Nat es tu responsabilidad. Volveré con Dave. Sí es que es cierto que sabes disparar, cúbrenos en lo posible. —Sonó la voz de Elioth en mi mente, recordando las últimas palabras que me dijo antes de comenzar a correr.
Un zombie, dos, todos morían del mismo modo: con uno de mis disparos certeros en sus cráneos. Estos se movían por el impulso, una parte de su cráneo explotaba con el impacto de la bala, llenando la escena de sangre coagulada de color rojo opaca y materia gris.
Finalmente, Dave y Elioth se acercaron hacia nosotros en rápida carrera, cruzando charcos de sangre y cadáveres de lo que alguna vez fueron personas civilizadas.
Los zombies que anteriormente habían ignorado debido a que estaban a una distancia bastante prudencial se habían acercado más de lo debido armando un semicírculo de cuerpos putrefactos alrededor de la chica y mío.
Retrocedí sin dar ninguna orden, disparando con mayor rapidez. Llevaba la cuenta de cada bala que salía del cañón para evitar que me tomara por sorpresa en el momento en que la recámara de la pistola dejara de escupir.
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Carrera de Sangre
General FictionDave y Naith eran dos amigos cotidianos que por una catástrofe fueron separados y obligados a sumergir en las ruinas de la jungla de asfalto con la compañía de putrefactos. Obligados a sobrevivir, Dave busca venganza del asesino de sus padres; y e...