Las curvas que tomaba el vehículo me hicieron chocar contra la puerta. Luces no constantes iluminaban el interior del carro. Me dolía la cabeza, no sabía que estaba ocurriendo.
El golpe en la nuca
Recordé violentamente que había ocurrido tan solo un tiempo antes... ¿Hace cuanto tiempo?– ... debemos alejarnos más, buscar refugio. La calle no es segura. –sonó la voz de una mujer.
– Lo sé, pero ¿qué propones? –esta vez, la voz de un hombre.
– Vayamos al Distrito –dijo la mujer.
– Está muy lejos y hay mucha gente.
– Puta madre Gabriel, ¿tienes otra idea?
– Eh... Muchachos, creo que está despertando.
Comencé a mover los ojos y gruñí por lo bajo.
A mi lado estaba sentado a un tipo rubio delgado y piel clara. En su mano izquierda tenía agarrada una botella de cerveza, probablemente caliente.
– ¿Dónde estoy? –dije con voz temblorosa– ¿Quiénes son ustedes?
– Hola Sebastián, quiero que te calmes. Sé que no estás cómodo, pero fue la única manera de hacer que cooperaras. –dijo el conductor.
De pronto, al instante en que me di cuenta de que esa voz sonaba familiar, el dolor en mí cabeza estalló de nuevo; siempre estuvo ahí, solo que no lo había notado.
– ¿Quién mierda son? ¿Qué quieren?
– Me llamo Lizeth, él es Gabriel –hizo un ademán señalando al conductor– y el que está a tu lado se llama Rodolfo.
– ¿Gabriel? –pregunté– ¿tú no eres...
– Si, trabajo con tu papá. Ya nos conocemos pero relájate, te explicaré todo al llegar a un sitio seguro.
– ¡Me cago en tu putísima madre, cabrón! –grité con todas mis fuerzas– ¿Por qué me golpeaste en la cabeza?
– Hey chico, cálmate. –habló Rodolfo– no teníamos tiempo para convencerte, el lugar estaba vuelto mierda. Con suerte salimos de ahí sin que nos mataran.
– ¿Es que eres imbécil? ¡Allá estaba mi amigo, no puedo abandonarlo allá! Tenemos que volver.
– ¡Já! Créeme Sebastián, tú amigo no pudo haberte esperado. La cosa estaba horrible allá, lo más probable es que ya se haya esfumado.
– No, él no haría eso. ¡Seguramente me está buscando!
– Pues al no encontrarte se irá. –habló Rodolfo creyéndose genio.
– Rodolfo, cierra el ocico. –lo chitó Gabriel en tono prepotente– Sebastián, lo cierto es que no puedes volver, tu padre me ha encargado que fuera a buscarte.
– ¿Y por qué no vino él?
Como si lo hubiese deseado, todas las voces se acallaron dentro del carro.
Decidí guardar silencio, de igual modo, no iba a poder escapar. Era un carro en movimiento y 3 adultos contra mí.
No confío en estos tipos –dije en mi mente– pero en estos momentos, lo menos que necesito es que me metan un palazo que te cagas en la cabeza de nuevo.
¿Quién eres? ¿Sherlock Holmes? Estos "imbéciles" mencionaron a tu padre y dijeron llevarte con él. –dijo una voz en mi mente.
¿Pero es que crees que me como los mocos? Este imbécil puede querer quitarle dinero a mi padre chantajeándole conmigo, y considerando lo estúpido que es él, probablemente le dé hasta el culo si se lo pide. –respondí.
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Carrera de Sangre
Genel KurguDave y Naith eran dos amigos cotidianos que por una catástrofe fueron separados y obligados a sumergir en las ruinas de la jungla de asfalto con la compañía de putrefactos. Obligados a sobrevivir, Dave busca venganza del asesino de sus padres; y e...