16. Pasillos

24 1 2
                                    


Hago este pequeño apartado al inicio del capítulo para que sepan que he cambiado la narrativa de primera persona a narrativa omnisciente. Espero que salga bien.

*-

La única iluminación que existía dentro de ese pasillo y la otra habitación era de algunas ventanas que daban al exterior y permitía entrar parte de la luz blanquecina de la luna. De vez en cuando, esta bajaba su intensidad por culpa de alguna nube que se atravesara entre ella y el suelo.

Había tanta sangre coagulada en el piso del hospital, que era difícil adivinar el color del porcelanato. Esto también aplicaba en las paredes; en algunas de ellas habían siluetas de manos en color escarlata arrastrándose hacia abajo.

Rafael observaba expectante como Dave aparentemente cayó inconsciente, más allá del escritorio, y ver a Melisa jalando de él. Cientos de escalofríos pasaron por la espina de Hayashi. El terror se apoderó aún más de él. En su mente solo había algo claro: quería huir.

Nat aún se encontraba a salvo junto a Elioth en el vehículo. Fácil sería para él regresar y decir que fue el único que sobrevivió, luego de un ruido estrepitoso proveniente de una mesa quirúrgica cayendo los delatara.

Yo ni siquiera quería venir —pensó. Con lágrimas en sus ojos se pegó a una pared del pasillo y se recogió en sus rodillas, abrazándolas con fuerza tomando un aspecto infantil.

De pronto, un ligero ruido proveniente del mismo pasillo lo hizo respirar profundo. Dos infectados caminaban en dirección hacia él, con la misma velocidad de una persona caminando. Sus brazos estaban caídos y los gestos faciales apenas eran visibles en tal oscuridad.

Rafael volvió a quedarse inmóvil ante tal evento. Los cuerpos caminaron a lo largo del pasillo pasando junto a él. Despavorido, estuvo a punto de gritar e intentar huir. Para entonces, ya estaban pasando junto a él, pero algo raro estaba ocurriendo, no le estaban haciendo ningún caso.

Terminaron por atravesar la puerta por donde Dave y Melisa habían entrado.

Secó sus lágrimas con las mangas de la chaqueta y dio un vistazo dentro de la habitación. Melisa y Dave habían desaparecido.

Buscó con la vista por todos los rincones y no vio mucho más que movimientos de infectados deambulando por la zona. Habrían tomado camino a la sala de consultas —pensó mientras reunía fuerzas para adentrarse también en la habitación.

Maldición —dijo para sí mismo, mientras doblaba su cuerpo y comenzaba a meter su cabeza por el espacio que quedaba entre las dos puertas semiabiertas.

El infectado más cercano se encontraba aproximadamente a unos 80 centímetros de él, por lo cual un error muy pronunciado podría llegar a tocarlo. Su margen era ínfimo.

De pronto, dentro de una de las puertas del pasillo sonó un vidrio quebrarse al caer en el suelo.

—Mierda —sonó una voz masculina bastante aguda proveniente de la mitad del pasillo.


Rafael se vio en la situación en que tenía un cuarto de cuerpo metido en una sala, donde 9 infectados voltearon al instante y levantaron sus brazos caminando hacia la fuente del ruido.

Formaron una barrera que se movía hacia él lo suficientemente gruesa como para tratar de pegarse una pared y rezar que pasara por desapercibido.

Se levantó del suelo de inmediato, la oleada ya se dirigía con velocidad hacia él. Del otro lado del pasillo; la sala que daba la entrada principal, habían al menos 30 infectados que también se dirigían hacia él.

Hábilmente comenzó a girar cada una de las perillas de las puertas del pasillo, con la desagradable sorpresa de que ninguna de ellas cediera.


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 18, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Carrera de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora