Serpientes En El Edén

I

Hoy no firmaré las cartas.

He decidido ocultar mi nombre,

para darle prestigio al tuyo.

Tengo tantas cosas que decir que veo insignificante la firma en lo que escribo.

 Siento inapropiado,

 a su vez temeroso,

 de que llegues a saber quien soy.

Aunque no esté firmada,

hay algo que me delata;

ya sea mi caligrafía,

la ortografía o quizás las ganas que tengo de que me leas con lujuria.

Ahí existe algo que es particularmente mio.

No existe mejor forma de tratar de describirte que la que no te describe,

la que te desea bajo el anonimato.

Esta forma de verte tan sincera... me da hasta pena.

A veces pienso que es mejor ser anónimo;

Mantenerme en secreto para poderte ver sonreír en público sin la presión de una pose social.

Decirte quien soy sin la necesidad de adjetivos.

Soy quien te protege con el temor a perderte;

soy quien irónicamente jamás te ha tenido.

Soy valiente siendo anónimo,

y un cobarde que cuida de tu estandarte.

Eres la diosa de la que soy su fiel creyente.

Soy el héroe que pelea tu guerra, el que muere de rodillas y ante,

usted, mi reina.

Soy el que desaparece la tormenta en un acto de anarquía escrita.

Te escribo bajo el anonimato,

por que solo así,

entre éstas letras algo penosas,

desconozco el pudor.

Como decirte que me encantaría contemplar el monumento de tu cuerpo,

verlo desnudo... sobre mi cama.

Cómo tener el privilegio de deleitar la suavidad de tu piel con mis manos insípidas.

En tus ojos, mi amor, veo el calor que he perdido.

Así, siendo anónimo puedo decirte que me encantaría besarte,

que en vez de la tinta que conforma ésta carta

fuera mi perfume el que le diera razón de mí.

He decidido que sean mis manos,

y no las cartas,

las que le vistan y en algunas ocasiones le lleguen a desvestir.

Me encantaría despertar a tu lado,

 que sin la necesidad de firmar,

tus labios digan mi nombre, siendo,

ya, un conocido y no guardarme como el anónimo que te escribe cartas.