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Ángel, he vuelto a pensar en ti,
en como el infierno se apagaba.
Dicen que perdiste plumas,
pero volar siempre has podido.

Yo sigo caminando,
siempre me gusto mantenerme
en el suelo.

Tengo que admitir que comencé a incendiarme,
pero el tiempo fue buen aleado.
Tú caíste y yo avance.
Creo que cometimos errores.
A mí me gustó el fuego,
y arder, tú, no querías.

Cuidé tus alas,
tanto que me doliste en el alma,
yo recibí tus golpes.
Estuve a punto de que la muerte
me llevará entre sus brazos,
pero era demasiado el peso que cargaba,
y ni ella pudo levantarme.

Ángel, no intentes volar con las alas rotas,
puede que no curen pronto.
Yo sigo en el fuego,
disfrutando del clima.
Nunca me gustó el olor a rosas,
prefiero el olor a tinta al escribir prosas.

Serpientes En El EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora