XXIX

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Alma, si aún habitas en mí,
si aún guardas algo de tu contacto divino;
huye, no confíes en mí,
el infierno se mudó a mi cama.

Te guardé fe,
lo último que quedaba de un joven que no tenía nada.
Superé mis miedos,
y tú, ¿superaste los tuyos?
Te hablaría del edén,
pero nada de eso es mio.

Mírame, estoy en los huesos
y hasta mis hueso están perdiendo peso.
Estoy en extinción,
el que escribe no soy yo.

Mejoré el vocablo,
pero la caligrafía, dios mio,
ya no es digna de presunción.

Serpientes En El EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora