01.

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Estoy viva, ¿pero cómo es posible?, ¿es esto un sueño?, ¿todo lo que está ocurriendo es producto de mi imaginación?, tiene que serlo, no puede ser cierto, me intentaba consolar a mí misma, pero por más que intentará desviarme de lo obvio sabía que no estaba soñando, que todo era real. Theo me había revivido, desconocía como y con que, pero estaba viva gracias a él, a pesar de ello, aún sigo sufriendo, ya no son sus mentiras las que duelen, sino el intento de creerle. Pero aquí estoy, siguiendo su camino, con mi mano entrelazada con la suya, sintiendo su calor, pero cuando le miró a sus hermosos ojos azules, solo puedo ver traición y muerte, solo veo una persona que ha pasado del cielo al infierno en cuestión de segundos.

Caminábamos a través del frondoso bosque, cuatro jóvenes seguían nuestro camino, alejándonos cada vez más del cuerpo inerte de la muchacha pelirroja que yacía junto al németon. Era aterrador el estado en que se encontraba la chica de bellos ojos verdes, siendo Theo el culpable de su conmoción.

Me detuve, separando mi mano del chico y eche mi vista atrás, no podía abandonar a Lydia y menos aún en las condiciones en las que se encontraba, no quería dejarla sola por el miedo a que pudiera morir. Pero Theo solo me permitió dar un paso, me sujetaba el brazo con fuerza, impidiendo mi movimiento.

—Theo, suéltame —dije lanzando una fugaz mirada de desdén al joven -No pienso dejarla aquí.

—¡Vas hacer lo que yo te diga! —exclamó el muchacho con un tono de voz potente.

—No voy a entrar en tu asqueroso juego, en el cual tengo que estar atada a ti —bramé apartándome de él —No voy a formar parte de una manada liderada por Judas —comenté con las mejillas encendidas —Ya pertenezco a una y no tengo pensado abandonarla.

—Tranquila, fiera —dijo el chico entre carcajadas —No te alteres, o es que se te ha olvidado lo que me dijiste antes de morir —murmuró Theo dibujando una malévola sonrisa en su rostro.

—¿Y a ti? ¿se te han olvidado tus suplicas? —me defendí con exaltación -¿Tus lágrimas? ¿O al igual que todo, también era una farsa? —farfullé, contemplando al muchacho con mis ojos vidriosos —No te importo, ¿no es así? nunca te he importado...lo único que querías era tu estúpida manada.

Theo soltó una ligera risa —¿Crees que si no me importarás te hubiera salvado la vida? —gritó con fiereza —¡Moriría por ti si hiciera falta! —exclamó con efervescencia.

Me quede muda, los cuatro jóvenes quimeras observaban aquella escena con una expresión de extrañeza y desazón. Mientras, yo luchaba por no llorar, por no mandar todo al infierno, no podía seguir fingiendo que soy fuerte, que puedo dejar a un lado sus bravuconerías y actuar como si todo estuviera bien, porque no es así; con una sola mentira ya es suficiente para poner en duda todas y cada una de sus palabras.

—Me gustaría, pero no puedo ni pienso creerte —murmuré bajando mi mirada hacia el suelo de hierba, dando la espalda a los cuatro jóvenes y a Theo.

Caminé decidida de vuelta al németon, para ayudar a la indefensa Lydia, pero unos fuertes brazos me elevaron del suelo, colocando mi cuerpo sobre su hombro y su pecho, rodeando mis muslos con sus brazos, con mi largo cabello oscuro cayendo por la espalda del chico.

—Tú lo has querido —masculló Theo sin dejar de sujetarme fuertemente, emprendiendo el camino de salida del bosque, junto los jóvenes quimeras.

—¡Mierda, Theo! ¡Bájame!¡Bájame! —chillaba con desesperación —¡Eres un degenerado! —grité golpeando su espalda con mis manos, pero el chico hacia caso omiso a mis comentarios, simplemente reía.

Me hallé en aquella incómoda posición entre los brazos del joven, durante todo el camino de vuelta. Sin darme por vencida, gritaba y pataleaba con intención de que el muchacho finalmente decidiera bajarme. Pero fue esfuerzo en vano, porque ni aturdiendo su oído con mis chillidos, se dignaba a soltarme.

Theo Raeken || Nobody's ever loved me to the truth [2] En Pausa. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora