11.

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La fulgurante luz que desprendían los fusibles que colgaban del enmohecido techo, penetraba en mis ojos a través de las pupilas, dando lugar a un repetitivo parpadeo involuntario.

Un extraño sabor metálico recorrió mi paladar; con el cuerpo ligeramente inclinado, examiné mi depauperado aspecto. Fue en ese momento cuando me di cuenta de la sangre que manchaba mi enfermizo atuendo, un claro reguero descendía desde la camilla hasta el húmedo suelo.

Mi vista parecía cansada, todo lo de mi alrededor comenzaba a nublarse con lentitud apabullante. Una atroz punzada inundó el interior de mi cabeza, originando que un quejido de dolor escapará de mi garganta.

La silueta de un hombre apareció en mi visión, se encontraba de espaldas frente a una amplia mesa de hierro, repleta de herramientas, jeringuillas, cables y una chocante máscara de metal oxidado que destacaba entre todos aquellos instrumentos.

El varón de canoso cabello observó con insistencia mi palidez, mi semblante turbio; con los ojos chispeantes de entusiasmo, sostuvo el pesado artefacto en sus manos, y lo puso frente a mi venerable e impávido rostro. El Dr. Valack sonrió, su sonrisa produjo un escalofrío que llenó mi cuerpo de un frío inminente.

—Esto te va a doler un poco, pero trata de no gritar —Con un paso en falso, colocó la máscara en mi cabeza, la debilidad que me sumía por dentro, impedía que opusiera resistencia.

Sentí un dolor atroz en mi cabeza, ví un destello de luz que provocó que precipitara bruscamente sobre el glacial suelo de la oscura sala, ahogue un grito de sufrimiento con intención de reprimir aquella tortura, pero fue esfuerzo en vano.

El estrépito causado por el ensordecedor chillido me rescató de la terrible pesadilla.

Mis ojos se abrieron de par en par, me desperté sobresaltada, con la respiración agitada e incontrolables temblores, inconscientemente me incorporé, llevando mi mano trémula hacia mi frente perlada de brillantes gotitas de sudor.

Stiles rodeó mi cintura con sus brazos y se colocó en mi espalda, hundí mi cabeza en su pecho, cerré los ojos y pude sentir como el miedo se iba disipando.

—Tranquila, tranquila, estoy aquí —susurró en mi oído al tiempo que acariciaba mi largo cabello —Ha sido otra pesadilla —lentamente mis temblores se vieron reprimidos por el cálido abrazo.

Desde el traumático suceso que tuvo lugar hace dos días en casa, no he conseguido tener un sueño regular, cada madrugada me despierto con palpitaciones fuertes, sudoración y ansiedad. Si no fuese por Stiles, ya me habría vuelto loca.

—Volvamos a dormir —Colocó un mechón de mi pelo detrás de la oreja.

Al compás de Stiles, recosté mi cuerpo sobre la cama, el joven rodeó mi cintura con una postura que denotaba protección, sin soltar el abrazo, volvió a caer rendido en los brazos de Morfeo.

Las horas pasaban y mi mirada aún continuaba mirando el infinito. Me aterraba la idea de cerrar los ojos y experimentar otro extraño sueño que perturbara mi descanso invadiendo mi mente.

Sutilmente, me liberé de los brazos prisioneros del muchacho, pose un cálido beso en su mejilla derecha, y me dispuse a salir de la habitación del joven, atravesé el oscuro pasillo con la única luz de la linterna del teléfono móvil hasta llegar al baño situado en mi cuarto.

Theo Raeken || Nobody's ever loved me to the truth [2] En Pausa. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora