Y luego llegan los domingos y recuerdo que les puse tu nombre para terminar la semana con buen sabor de boca. El de tus labios.
Ahora es otra forma de destruirme y la soledad caprichosa se ha quedado tu puesto. A ti que tanto te gustaba ganar.Me dijiste: "No es lo que ganas es cómo lo ganas". Y entendí un poquito más la vida.
Ya no recuerdo tus manos en mi nuca pidiendo consuelo por un pasado de guerras sin ningún vencedor, o quizá no quiero recordar lo vulnerable que me volvía. Delante de tus ojos. Siempre me imaginé una vida allí, encerrada en tus pequeñas pupilas, viendo pasar inviernos, otoños, primaveras y veranos, podría sentirme infinita en el espacio más reducido del mundo si lo veo desde el balcón de tu mirada. Pero pasó el tiempo y con él nosotros. Separados. Aunque yo imaginara cada camino agarrada de tu mano.
Te prometo, te juro, que el vacío que sentí cuando te dejé atrás fue más doloroso que verte marchar; y sentir que me hacía un poco más pequeña, que el soplo de aire que cogía después de reírme mucho no era el mismo, si tú no eres el que provocas las carcajadas.