Amaneceres

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No me di cuenta que caminaba de espaldas, sola, atemorizada. Que las líneas de sus manos ya no eran caminos sólidos y cálidos por donde se podía caminar sin rumbo, porque siempre llegabas a casa. Caí y pude ver realmente lo cerca que estaba el cielo de la tierra. Que estar en la cúspide no servía de nada si no se podían ver las vistas. Y cuando caí, una parte de mi quedó allí arriba, esperando que otro amanecer viniera.

Desde ti ROMA se ha dado la vueltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora