Capítulo 20

174K 12.3K 1.8K
                                    

—El lunes nos veremos, entonces.

Asentí devolviéndole la chaqueta a Evan. No quería tener que volver a quedarme con ella. Estábamos en el porche frente a mi casa, despidiéndonos después de nuestra cita. Habíamos decidido que necesitábamos el fin de semana para estudiar, así que pasaría los dos días siguiente sin saber de él.

—Gracias por la cena —sonreí, y él escondió un mechón de mi cabello tras mi oreja—. En la próxima me toca a mí pagar.

Él se limitó a guiñarme un ojo, que venía a ser un "ya veremos". Comencé a darme la vuelta para volver dentro de casa, pero no había hecho más que abrir la puerta cuando su mano se envolvió alrededor de mi muñeca girándome hacia él.

—Oye, sé que la cena era por mirar, ¿pero no obtendré ni siquiera un beso de buenas noches? ¿Ni un abrazo?

Su cara de cachorrito hizo brincar mi estómago con diversión. Asentí enérgicamente y solté mi muñeca de su mano para pasar mis brazos alrededor de su cuello y juntar nuestros labios en un tierno beso.

Tierno durante pocos segundos, porque Evan nunca fue demasiado de besos castos y no dudó en ir un paso más allá, agarrándome de la cintura, estrechándome contra él y profundizando el beso.

Me reí jadeante contra sus labios cuando nos separamos. Él también estaba sonriendo.

—Buenas noches, novia.

Evité rodar los ojos. Evan siempre sería Evan.

—¿Buenas noches, novio?

Y supongo que yo siempre sería yo.

Evan se dio la vuelta y volvió al coche rosa con pegatinas de Hello Kitty, usando su chaqueta para taparse de la lluvia tal como yo lo había hecho de camino al porche. Esperé a que arrancara antes de volverme y entrar en casa.

Una vez hice eso, me topé de frente con Jaden.

Bueno, no exactamente de frente. Él estaba sentado en las escaleras que llevaban al piso de arriba, justo frente a la entrada. Pero sus ojos estaban fijos en mí, y podía asegurar sin necesidad de preguntar nada que había presenciado todo.

Tomé aire y pasé ágilmente hacia la cocina, intentando no sentirme intimidad por la tensión de sus ojos azules clavados en mí. Una vez estuve dentro de la calmada y tranquila cocina, con un vaso de leche chocolateada caliente en la mano, la tirantez de mi cuerpo fue relajándose hasta desaparecer.

—¿Algún plan para este fin de semana?

Observé a mi padre entrar en pijama en la cocina. Pasó a mi lado directo a la nevera a por una cerveza. Tenía entendido que el médico le había prohibido beberlas, pero últimamente tenía un humor tan malo que no iba a recordárselo.

—Estudiar, estudiar y estudiar —suspiré, porque aún seguía intentando hacerme a la idea de ello.

Él sonrió y abrió su bebida. Sabía que le gustaba escuchar sobre planes que implicaran una mejora en mi futuro académico. Especialmente cuando este no era exactamente lo que se dice bueno.

Con su bebida en mano caminó directamente hacia mí. Se sentó y posó la lata sobre la mesa con un fuerte golpe, sobresaltándome. Cruzó los brazos y me miró perspicaz.

—Voy a hacer un trato contigo. ¿Qué te parece?

Me eché hacia atrás vacilante. Aquello me estaba pillando de improvisto.

—Pues... Que no sé de qué va el trato, y no voy a pactar sobre algo que desconozco.

Su sonrisa se amplió. No sabía si tomarme eso como una mala señal o no.

—Este es tu último año de instituto, Erin. De tus notas depende que vayas a una buena o universidad o no.

—O directamente que vaya a una... —murmuré, pero afortunadamente fue tan bajo que él no me escuchó.

O decidió hacer que no me escuchó.

Sin embargo, repentinamente estaba bastante interesada en lo que iba a decirme.

—Si consigues acabar el curso con notas suficientemente buenas como para ir a la universidad que tú quieras, te compraré un coche.

De haber estado bebiendo, hubiese escupido.

Un coche.

Aún no sabía conducir, pero había estado esperando por un coche desde hacía mucho, pero mucho tiempo. Sin embargo él siempre me decía que no teníamos dinero y que las cosas había que ganárselas.

Y ahora me ofrecía un coche por cumplir con algo que se supone que era mi obligación. Después de llevar una semana de morros conmigo.

¿Qué demonios le pasaba a mi padre?

—¿Esto es en serio? —Conseguí preguntar.

—¿A qué universidad quieres ir? —Contraatacó él, sin inmutarse.

Dejando mi imaginación volar, contesté con algo que sabía que no conseguiría ni en sueños.

—A una en Europa, pero me conformo con que sea en Los Ángeles.

Sin dejar de sonreír, dio un sorbo a su cerveza y entrecerró los ojos, cavilando.

—Los Ángeles... —murmuró, obviando completamente la idea de Europa—. No está mal. ¿Piensas en conseguir una beca?

La respuesta vino tan rápida como lo conmocionada que estaba en aquel momento.

—Si puedo conseguir un coche, creo que puedo conseguir cualquier cosa.

Mi padre rompió en sonoras carcajadas, mientras yo seguía con los ojos muy abiertos y mi cabeza en cortocircuito. Tomó su cerveza de nuevo y se puso de pies.

—Entonces es un trato —estiró su mano hacia mí, y yo la tomé anonadada—. Tú encárgate de sacar el carnet de conducir y tener buenas notas, y yo te compro el coche.

Le observé irse de la cocina sin salir de mi conmoción.

Al final el día no había salido tan mal, después de todo.

Claro, solo tenía que esperar a la mañana siguiente para volver a la realidad.

Claro, solo tenía que esperar a la mañana siguiente para volver a la realidad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Hey, hoo! Aquí el capítulo 20. Si me da tiempo en unas horas subo el siguiente capítulo, que es cortito.

Un besi  ♥♥


Andrea


PD. Twitter e Instagram-->  andrealetitbe

Tentación. No te enamores de tu hermanastro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora