Capítulo 1

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El primer día de vuelta al instituto me desperté temprano. El calor de los últimos días del verano se podía sentir a pesar de la creciente humedad. Me miré en el espejo de cuerpo entero de mi habitación, desenredando las puntas de mi cabello castaño. Había crecido y clareado casi imperceptiblemente durante los pasados meses, pidiendo a gritos un nuevo corte. Pero ese no era el único cambio en mi cuerpo. Había perdido perceptiblemente bastante peso, y eso comenzaba a preocupar a Kyna.

Kyna, la madre de Jaden. Mi madrastra. Ella fue el único adulto en saber sobre nuestra relación, aunque Jaden la rompiese hace una semana. Mis ojos marrones me devolvieron una mirada pesarosa, batiendo las pestañas maquilladas con tinta negra. Había tenido que hacer uso de un corrector para cubrir las amoratadas ojeras bajo mis ojos. Las noches sin dormir empezaban a pasarme factura, y cuando por fin pensaba que estaba comenzando a superarlo, volvía a encontrarme con Jaden por los pasillos, con el recuerdo de sus labios agitando mi corazón. Mi roto corazón.

Ajusté el botón de la correa que sujetaba mis pantalones cortos, escondiéndolo debajo de la blusa de algodón. Ahora tocaba enfrentar el primer desayuno antes de la vuelta al instituto.

Puse mi oído contra la fría puerta de madera, tomándome unos segundos escuchando antes de abrirla. Había cogido esa manía desde que Jaden y yo rompimos. Su cuarto estaba justo frente al mío y odiaba encontrármelo de frente. Cuando me cercioré de que no estaba caminando por el pasillo salí de mi escondite, moviendo mis piernas tan rápido como pude por las escaleras hasta la cocina.

No había nadie.

Mi padre tenía un nuevo negocio entre manos, quería convertirse en un pequeño empresario y había decidido empezar con una librería. Kyna se había tomado una semana de vacaciones para ayudarle con ello. A estas horas seguramente estaban trabajando en las nuevas estanterías que mi padre se había empeñado en instalar él. Rezaba para que el lugar no se callera el primer día.

Sobre la mesa de la cocina había un tazón con cereales y un mensaje de ánimo para el primer día de instituto firmado por parte de Kyna. Gracias a las migajas de al lado del tazón supe que Jaden ya había desayunado. Y con suerte también se había ido. Desde que rompimos él también trataba de evitarme lo más posible.

Rellené el tazón con leche como una autómata, sorprendiéndome cuando probé el líquido frío, pero no me molesté en calentarlo. Me forcé a mi misma a comer mientras esperaba a que Gabrielle pasara a recogerme. Necesitaba reponer energías para este primer día, para poder forzar mi mejor sonrisa falsa y enfrentar a todos los compañeros que había pasado un año entero sin ver.

Para enfrentar a Jaden.

Gabrielle llegó a recogerme en un precioso y reluciente coche nuevo, regalo de sus padres como incentivo para brillar con sus calificaciones en nuestro último año de instituto. Y yo seguía sin carnet de conducir. Kyna se había ofrecido a pagarlo, pero mi padre lo rechazó por mí, diciendo que su modelo de enseñanza era ser autosuficiente. En otras palabras, que o ahorraba y me lo pagaba yo, o no habría ni coche ni carnet. Si no hubiese tenido que dejar mi trabajo en verano. Tenía anemia y eso a mi padre le asustaba como el infierno.

—¿A que no adivinas quien ha tenido el descaro de presentarse esta mañana en mi casa para llevarme al instituto? —Me preguntó Gabrielle nada más cerré la puerta del coche y tiré mi bolso y libros al asiento de atrás.

Buenos días también a ti.

—¿Su nombre empieza por Co y termina en dy?

Casi sonreí cuando ella bufó, girando la llave en el contacto y arrancando el coche en dirección al instituto.

—Es un completo imbécil, te lo digo yo. ¡Ya no sé cómo decirle que me deje en paz!

La di una forzada sonrisa ladeada, incapaz como era de argumentar a su favor. Al menos tenía al chico que le gustaba detrás de ella. Porque por mucho que Gab se empeñase en decir que ella ya no sentía nada por Cody, ambas sabíamos que eso era una completa mentira. Ellos dos nunca salieron juntos, pero hubo algún que otro roce durante el verano. Luego él la rechazó porque su hermano estaba siendo perseguido por unos matones que querían conseguir de vuelta el dinero de la droga que él había perdido. Algo tan insólito como enrevesado. La cuestión es que el problema con su hermano afectaba a Cody como daño colateral y él no quería que también se traspasase a Gabrielle. Y ella, por supuesto, estaba enfadada porque era suficientemente adulta como para resolver por ella misma si valía la pena verse afectada por el riesgo o no.

Tentación. No te enamores de tu hermanastro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora