El escalofriante tacto de su piel (Cap. 15)

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Viernes, 30 de Noviembre del 1990, por fin estaban en Argelia, el viaje había sido muy largo, mucho trasbordo y muchísima calor. 24 personas habían sido seleccionadas para partir al extranjero a trabajar. Exactamente a Argelia, país que no conocian y que la mayoría de ellos jamas había estado, ni había pensado visitar. Uno de los países más grandes de África, y también uno de los más productores de Petróleo y Gas, con mucho turismo y un clima cálido-Desértico. En verano hacía una calor seca y en invierno un clima húmedo y con variadas lluvias. A Lo largo del viaje, una vez ya en Argelia, lo que más se podían percibir eran desiertos y más desiertos. Y Por fin llegaban a Tinzaouten, ciudad fronteriza entre Argelia y Mali, lugar donde había mucho turismo y comercio. Todos los habitantes de los pueblos de los alrededores, tenían que desplazarse hasta la ciudad de Tinzaouten, para realizar todas sus compras o bien comercializar con todo aquello que podría gustar a los extranjeros. Los habitantes estaban acostumbrados a recibir visita, desde 1962 Argelia se había independizado de la República Francesa y era mucho más fácil acceder a ese país en calidad de trabajador, empresario, comerciante, turista, etc...

Jaka estaba sorprendido, había pasado por varios países desarrollados de África, como era el ejemplo de Nigeria, Camerún o Ghana. Países que le permitían reunir más dinero de lo que sus familiares habían podido darle, para de esta forma partir en busca de una vida mejor, a la boca de Europa, España. Y ahí estaba, de repente se encontraba en Argelia, un país del que a pesar de compartir continente nunca había oído hablar. Y es extraño, pero así era, ellos eran los árabes de la zona y teóricamente pertenecían a África, pero en la práctica era diferente, todo se diferenciaba entre ellos,y solo por ese motivo, no los ponían en el saco. Que bonito le parecía todo, sobre todo aquellas bellas mujeres árabes, que parecen recién salidas de aquellas historias que su abuelo les contaba de niños. Todas las leyendas sobre esos imperios Africanos, parecían relatadas en aquel lugar, un lugar especial que desde el primer momento ya había captado su atención, cautivando así, todos su sentidos. Llegaban con varias maletas a la puerta del hotel donde se iban a hospedar aquellos seis meses, seis meses en los que tenían tiempo de varias cosas, su horario no era muy complejo, trabajaban las mañanas, ya que las tardes era imposible debido al inmenso calor que caía sobre ellos, alguno de ellos podría sufrir una insolación y eso no entraba en el seguro de salud. Eso sí, eran los primeros en empezar a trabajar dentro de aquella ciudad, muchos a las 5 de la mañana ya estaban apunto, trabajando sin descansar, hasta las 15, que era suficiente. Volvían al hostal comían y descansaban hasta el día siguiente y así todos los días, Si, todos los días entre semana. Por lo tanto los fines de semana no trabajaban. Tras 3 semanas trabajando, los dos había conseguido reunir el suficiente dinero, para poder partir hacia Kidal , a 3 horas de Tinzaouten.

Kidal, situada en la región de Mali, el lugar donde la familia de Amin estaba. Y localidad donde él había nacido y crecido. Jaka recuerda a día de hoy, aquel día, como si de este mismo instante se tratará. Estaban los dos tan emocionados aquel día, que todos los compañeros de trabajo lo habían notado en su ser. Estaban especialmente felices y el sol brillaba más que nunca, cantaban y trabajaban los dos juntos, su compenetración era tan evidente que algunos dudaban, que no se conocieran en otra vida. Ya casi eran las 15 y los dos tenían las maletas preparadas en el hostal, a las 15:30 tenían que coger el primer bus que los llevaba hasta la ciudad más cercana a Kidal. Corrían ansiosos hacia el hostal en pegarse una ducha rápida y salir corriendo hacia la parada de autobús. Los dos jóvenes sonrientes lo hacían, como dos adolescentes.

Durante las 3 horas de viaje no habían parado ni un segundo de hablar, habían contado todo aquello que creían que les faltaba por contar, compartían sueños y aficiones,eran tal para cual, una amistad realmente perfecta. Amin se había pasado la última hora imitando a su padre, Jaka y varios viajeros, no paraban de reírse. Algunos ni siquiera sabían de quién se trataba pero era tan gracioso, que todos se reían a carcajada limpia.

Tras 3 horas de viaje, ya estaban entrando en Kidal, una ciudad llena de vida, diversas etnias. Y mucho que les quedaba por ver, tanto uno como el otro, estaban ansiosos por ver toda la ciudad tan solo en dos días. Eso era imposible, pero ellos se lo propusieron. Al llegar a la entrada del hogar de Amin, se respiraba armonía, los niños correteaban y jugaban en el patio, saltando y gritando. Mientras en una silla en el fondo del jardín, estaba el padre, el padre de Amin. Hazim,un hombre mayor, notablemente en su figura, pero no en su rostro, parecía tener la juventud de su hijo. Su sonrisa estaba intacta, a pesar de tantos años llevados, su sonrisa no había cambiado. Con un molde de madera y un mazo, la madre de Amin picaba los cacahuetes que habían sembrado. Y todos parecían tremendamente felices, ninguno tenía ninguna preocupación. Ese gran hogar, estaba separado por tres viviendas, cada una pertenecía a una de las mujeres de Hazim.

En un principio Amin, se dispuso a saludar a sus pequeños hermanastros, aquellos que correteaban por el patio, mientras a su lado, estaba Jaka. En su cara brillaba una hermosa sonrisa. Su rostro parecía totalmente curado del dolor que María había dejado en el. Sinceramente nadie diría que aquel hermoso hombre sufría por amor. Con las maletas y bolsas de comida que habían comprado en las paradas, cada vez se introducían más en el interior del hogar, la intención era llegar al punto donde se hallaba Hazim, pero de repente, dos hermosas mujeres entraban a paso lento y rompían la armonía de aquel hogar con su cuchicheo y varias risotadas. 

Las dos eran realmente preciosas, vestían esas coloridas telas africanas, con muchas trenzas en el pelo, y los ojos brillantes de alegría. Una de ellas en especial había llamado la atención de Jaka, no podía dejar de mirarla, era una sensación agradable. Gina, tenía unas curvas esbeltas que formaban sus caderas, era corpulenta con muy buena figura, bastante femenina, su pelo estaba partido por la mitad, por un lado el pelo rizado y el otro lado lo agarraban esas típicas trenzas pegadas. Las dos chicas, Gina y Juma, apenas llevaban joyas,pero si unas pulseras en los antebrazos, pulseras bastantes significativas, unas que las protegían de los malos espíritus, según decían. De repente, muchos sentimientos y pensamientos corrían en el interior de Jaka, estaba consternado, perpetuado como una estatua, firme, mirando chiflado aquella chica, que en cuestión de segundos, sentía un inmenso deseo de conocerla, la miraba y navegaba en sus pensamientos. Ya sentía, su mano deslizándose lentamente sobre el rostro de Gina, ya casi podía traspasar su mente con tan solo tocar su cara. Conmovido por un inmenso un escalofrió que recorría todo su cuerpo, al sentir el tacto de su dulce piel...  

Creía que podía ( 1Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora