Capítulo 5: Ceniciento, parte 1

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- Y bueno, - dijo la bruja una vez que todos volvieron a estar en la cocina del castillo - ¿Ya tienen sueño o seguimos?

- ¡seguimos! – dijeron todos los niños emocionados, excepto Patán que solo suspiró tirado sobre los cojines recuperándose de la cacería que Brutacio le había dado.

- bueno el siguiente cuento del libro es...

- ¡Alto ahí, bruja! – dijo Jack con una sonrisa en sus labios.

- ¡Talladora de madera, Jack! ¿Cuántas veces debo decirlo?

Jack se encogió de hombros restándole importancia al asunto, la bruja pensó en algún hechizó que pudiera lanzarle para castigarlo por su insolencia, pero como podía darle a algún niño por accidente se contuvo.

- bueno, ¿y porque la prisa por interrumpirme?

- porque resulta - dijo Jack caminando cerca de Astrid, Patapez y Brutacio con una sonrisa enorme en su rostro - que estos niños hicieron una apuesta conmigo, así que me toca ser el narrador del siguiente cuento.

- ¿Cuál apuesta? – preguntó Mérida confundida.

- ¡Es cierto! – graznó el cuervo - ¡Es cierto!

- Pero... - intentó decir Astrid.

La bruja se quedo pensando un milisegundo sobre aquello, después se encogió de hombros resignada, después de todo eran los niños los que querían historias y nada especificaba que ella contará los cuentos. Ya encontraría como sacarle ventaja a esto.

- En ese caso adelante, elige tu cuento – dijo la bruja entregándole a Jack el enorme y pesado libro.

Todos los niños se voltearon a ver entre sí, nerviosos, excepto Brutacio y Brutilda que le lanzaban a Jack sugerencias nada prudentes.

- ¡Que sea uno con piratas! Y mucha sangre – empezó Brutilda – y...

- ¡No! mejor uno con muchas cosas comestibles...

- Los piratas serían mejores...

- Pero yo quiero uno con comida...

- Pues te tiramos al mar y tú serías comida para tiburones...

Jack pasaba las hojas divertido, escuchando a medias la discusión de los hermanos, ningún cuento le parecía el apropiado y los personajes no cuadraban, dejaría a algunos niños sin papel o faltarían niños para los papeles.

- ¡...no daría resultado! ¡Yo me vería raro con un vestido! – dijo Brutacio quien seguía discutiendo con su hermana.

Su frase llamó la atención de Jack y finalmente se decidió por una historia, bueno, quizás los personajes cuadrarían si hacía unos ligeros ajustes, después de todo, él era el narrador.

- ¿listos niños? – dijo dedicándoles una enorme y emocionada sonrisa que a Hipo y Astrid les causó desconfianza – Nuestras historia se llamará "El Ceniciento"

- Había una vez un chico llamado Hipo, que vivía en su pequeña mansión con su padre Patapez, su mamá había muerto cuando él era muy chiquito y su padre se había vuelto a casar con una viuda de nombre Brutilda que tenía dos hijos, Patán y Brutacio.

Y de nuevo la habitación y los cojines se desvanecieron y los chicos se encontraron en una salita de mansión, Patapez vestía un traje elegante de color marrón, Hipo un traje negro, Brutilda un largo y estorboso vestido verde con un montón de encaje, y Patán y Brutacio vestían trajes azules.

- Pero que linda familia – dijo Astrid con sarcasmo y voz risueña, feliz de que por una vez no le hubiera tocado ser la madre, o bueno, la madrastra en este caso.

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