Capítulo 8: La casita de Chocolate

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Hipo, Chimuelo y Mérida caminaban por entre los pasadizos secretos del castillo tan silenciosamente como les era posible. Llevaban cerca de 6 minutos caminando pero no veían ni rastro de Jack.

- ¿Dónde se habrá metido Jack?- susurró Hipo - ¿Crees que se haya ido ya a la cocina?

- Probablemente nos dejó abandonados para huir de mi venganza, pero igual me las va a pagar.

- Eres muy vengativa Mérida.

- Nemo me impune lacessit*

- ¿Qué? – dijo Hipo confundido.

- Es el latín para "Nadie se mete conmigo sin recibir su merecido" – dijo la princesa con una brillante sonrisa en su cara – o algo así. Cuando sea reina haré que se vuelva el lema las Tierras Altas.

- Tu mamá sí que se esfuerza en tus clases de lenguas, a mi papá le preocupa más que aprenda como defenderme, dice que un buen líder no puede liderar si lo matan.

- Pues tiene razón. Mi papá dice que princesa o no, toda chica debe saber defenderse, yo quisiera que mi mamá me dejará aprender más de batallas y esas cosas, pero no quiere.

Hipo estuvo a punto de comentar "¿aprender todavía más? ¡Si tú y Astrid son mortíferas!" pero unos ruidos aterradores hicieron que las palabras nunca salieran de sus labios. Los dos chicos y el dragón se detuvieran en seco.

- ¿Qué fue eso Mer?

- No tengo ni idea, sonó como el quejido de un fantasma.

- ¡Fantasma! ¿Hay fantasmas en el castillo? – dijo el chico asustado mirando a Chimuelo quien estaba tan tranquilo como siempre, él no sabía que significaba la palabra fantasma.

- Eso me contaba mi mamá cuando le pedía una historia de terror, pero nunca he visto uno.

- ¡Plic! ¡Plic! ¡Plic!

- Eso suena como algo goteando...

- Quizá sea sangre.

- ¿Corremos?

- No. Yo quiero ver al fantasma.

- ¿Y si es malévolo y nos ataca? Ni aunque tuvieras tu espada podrías hacer algo, los fantasmas ya están muertos, no puedes matarlos de nuevo.

Mérida lo pensó unos segundos, Hipo tenía razón en que un fantasma no podía ser asesinado de nuevo, pero eso no significaba que no hubiera una forma de derrotarlos o capturarlos... por la esquina del pasillo se veía una sombra creciendo, era muy rara y un poco aterradora, quizá Hipo tenía razón, debían retirarse para conseguir algo, quizá una sábana para capturar al fantasma.

- Ok. ¡Corremos! – dijo Mérida tomándolo de la mano y corriendo de vuelta a su habitación.

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Y mientras Mérida, Hipo y Chimuelo vivían sus aventuras para intentar regresar a la cocina del palacio, la bruja había empezado a contar un cuento a los demás chicos.

- Si tan seguros están de que hacen falta dulces en la historia, creo que tengo la historia perfecta para ustedes.

- ¿Y cuál es? – Preguntó Patán con curiosidad

- Es una de mis favoritas, se llama "La casita de chocolate" – dijo la bruja a punto de abrir el libro. – oh, pero antes, ve a revisar que esos niños regresen bien a la cocina cuervo molesto.

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