Capítulo 9: La reina de las nieves

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- ¿No creen que las sogas son demasiado? - preguntó Jack mirando sus inmovilizados brazos.

- No - dijeron Mérida, Hipo y la bruja al mismo tiempo.

- No te preocupes Jack, elegiremos una historia genial para ti - dijo Astrid que seguía muy alegre y activa a causa de toda la azúcar que había comido.

- Sí - dijo Mérida con una mirada traviesa - será genial, ¿verdad Hipo?

- Claro - dijo este, intercambiando una mirada cómplice con Mérida.

- ¿Acaso ustedes se están coqueteando? - preguntó Patán mirando con extrañeza sus miradas cómplices.

- ¿Qué? -preguntó Hipo mientras su cara se volvía roja.

- Patán, considérate muerto desde este momento - le dijo Mérida mirándolo con las mejillas igual de rojas que las de Hipo.

- A ver niños - dijo la bruja interrumpiéndolos y posiblemente salvando la vida de Patán en ese momento - He aquí los cuentos, elijan uno.

La bruja puso el enorme libro frente a ellos. Todos se acercaron a ver, incluso los gemelos, aunque seguían con las manos sobre sus vientres adoloridos por comer demasiado. Los niños pasaron los títulos mirando los dibujos y discutiendo entre ellos que cuento elegir, entonces uno les llamó la atención.

- ¡Este! - grito Mérida - ¡Este es perfecto!

- Oh, ya lo creo - dijo la bruja mirando el título. - bien niños, aquí vamos.

- No, no sean tan malos - gritó Jack al ver el cuento, más la bruja lo ignoro y recuperó su libro.

- Había una vez en un hermoso y pacifico reino, dos pequeñas que eran las princesas del lugar. Sus nombres eran Jack y Brutilda. Y sus padres eran la reina Astrid y su esposo el rey P...

- Señora talladora de madera - la interrumpió Patapez - no es que me queje, pero podría ser alguien más el esposo de Astrid esta vez.

- Bueno - accedió la bruja viendo lo amable que era el chico. 

- Sus padres eran la reina Astrid y su esposo el rey Brutacio.

La cocina se desvaneció y se convirtió en una habitación real del trono, como la del castillo del cuento de "ceniciento". Brutilda estaba vestida con un hermoso vestido amarillo y junto a ella estaba Jack, solo que su ropa de guardián había sido remplazada por un muy bonito vestido azul de mangas largas. Astrid y Brutacio llevaban elegantes trajes también. El vestido de Astrid se parecía al de la mamá de Mérida, pero el traje de Brutacio era bastante más elegante, como de los reinos de las islas del sur.

- Esto es horrible - dijo Jack viéndose a sí mismo vestido en suave tela azul y sintiendo un escalofrió de horror.

- Esto se siente como justicia - dijo Hipo luchando para no reírse TAN fuerte de Jack en su vestido azul.

- No - lo corrigió Mérida con una sonrisa tan grande que asustaba - esto es venganza.

- jajaja ¡Auch! jaja ¡Auch! - se escuchó de parte de los gemelos.

Patán se rió, pero no mucho, después de todo era el espíritu del invierno y él lo admiraba. Patapez que lo admiraba aún más hacía todo lo posible por no reírse.

- Me reiría más - dijo Brutilda - pero me duele el estómago y hasta reír es doloroso.

- Estoy igual - confirmo su hermano.

- Pues yo creo que el vestido le queda muy bien - dijo Astrid con una sonrisa aun azucarada - hasta dan ganas de abrazarlo, ¡Tengo un hijo tan guapo! No es justo que sea mi hijo, debería ser mi novio, pero la vida sigue ¡Hay que abrazarnos todos!

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⏰ Última actualización: Apr 19, 2016 ⏰

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