Capítulo 3: Los Tres Cerditos y el Lobo Feroz

353 48 43
                                    


- Nuestra primera historia se llama, los 3 cerditos y el lobo feroz. Había una vez, en un lugar del bosque tres hermanitos cerditos que dejaron la casa de sus padres para buscar su propia fortuna...

En el momento en que la bruja comenzó a hablar algo extraño pasó, era como seguir ahí en la cocina y al mismo tiempo no, de repente todo se transformó, dejo de hacer frío y el sol brillo en el cielo, el suelo de piedra fue remplazado por pasto verde y suave y las paredes, hornos y mesas fueron remplazadas por arboles boscosos, y cuando Hipo, Patán y Brutacio se miraron se dieron cuenta que tenían unas orejitas de papel mache en la cabeza y una naricita de cerdo pintada en su cara.

- Te ves ridículo Hipo - se burló Patán.

- Completamente - secundó Brutacio.

- Lamento decírselos chicos pero se ven iguales - les dijo Hipo.

- Brutacio y Patán se miraron y se dieron cuenta de sus respectivas orejas y narices, la risa de Mérida no se hizo esperar y pronto se le unieron Brutilda y Astrid.

- ¡Vaya!, esto sí que es curioso - comenzó Patapez - ¿Qué creen que haya pasado?

- Es un libro mágico - respondió la voz de Jack - ¿Qué mejor manera de contar una historia que vivirla?

- ¿Y por qué no podemos verte a ti o la bruja? - cuestionó Hipo.

- ¡Talladora de madera!

- Porque nosotros al igual que tu Dragón somos criaturas mágicas, y gozamos de ciertos privilegios.

- Bueno me parece que merecíamos alguna clase de advertencia - se quejó Hipo y sus nuevas orejitas se movieron disgustadas.

- Oh vamos, ¡esto es divertido! - exclamó Mérida entre risas suprimidas.

- Y aún no termina chicos - finalizó Jack.

- ¿A qué te refieres? - preguntó Astrid.

Pero su pregunta fue respondida por una nariz y unas orejitas de cerdo aún más grandes que las de los chicos apareciendo en su cabeza, y después en la de Patapez, en seguida una casita de piedra surgió a su lado, ella y Patapez estaban en el portón y frente a ellos Hipo, Patán y Brutacio.

- Un segundo - dijo Brutilda entre risas contenidas - ¿Se supone que Astrid y Patapez son los papás de nuestros 3 cerditos?

- Así es - dijo la bruja.

Las carcajadas y resoplidos de Mérida y Brutilda inundaron todo el bosque, y Jack se les unió con su fresca risa.

- Bueno ¿y que esperan? - apremio la bruja - manden a sus hijos a buscar fortuna.

Esa era una tarea extraña de hacer y difícil de concentrarse entre las escandalosas risas de las dos chicas sin personaje.

- Hipo, Brutacio y Patán... - comenzó Patapez.

- Como ustedes ya son muy viejos para seguirlos manteniendo irán a buscar su propia fortuna y conseguirse su propia casa - dijo Astrid.

- Así que los tres cerditos comenzaron a caminar por el bosque hasta buscar un lugar adecuado donde construir una casa, después de un rato encontraron un lindo claro con espacio suficiente para tres casas.

- ¡Hey! Pero yo no quiero ser vecino de la espina de pescado de Hipo - se quejó Patán.

- No te preocupes Patán estoy segura de que el olor de Brutacio convencerá a Hipo de vivir lo suficientemente lejos de ustedes - afirmó Brutilda.

Noche de CuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora