I: Ankoron

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Dia 22/11, 18:47 hora local.
Epsylon, nave central de los Fugitivos a 580 kilometros del Sistema Solar AK-3.
Tripulantes: 2.800 personas
Temperatura: 17ºC en interior y 0ºC en exterior.

Por más que dormía, por más que besaba a Nick, por más que intentaba olvidarme del asesinato de Henry, no podía. Seguía viendo al hombre, mirándome con furia y rencor. Y cada vez que pasaba por el Sector Cinco, en donde se encontraba él antes de su muerte, lo recordaba. Recordaba a Henry Macå, al ex marido de mi madre... Bueno, que también estaba muerta.
Aunque hubiera cine, un parque gigantesco ambientado en Ankoron, dormitorios de lujo, comida por doquier y un mirador del espacio, no me sentía cómodo en el Epsylon.
Había algo, ¿malas vibras talvez?, que me hacía sentir excluido, apartado de la sociedad. O talvez eran pensamientos míos, pues estábamos en el espacio y no existía ninguna vida inteligente además de las que se encontraban en la nave.
Y ya habían pasado tres semanas, tres semanas desde que habíamos dejado el planeta Tierra.

La bola de plástico rojo se elevo hastallegar al techo blanquecino, para luego caer nuevamente en mis manos. Repetí el proceso unas cuantas veces, pensando en millones de cosas a la vez.
¿Como sería Ankoron? ¿Cuando llegaría la hora de derrotar a la Unión? Entonces recordé a mis amigos Mestizos, que había dejado atrás en el derrumbe de Hormonia. ¿Donde rayos podrían estar? ¿Muertos o vivos?
Entre todo el caos que surcaba mi mente dejé la bola a un lado y me incorporé en la cama, mirándo a mi alrededor en busca de algo para entretenerme. Mi habitación era bastante cómoda; cama matrimonial, en la que a veces Nick dormía conmigo, una mesa de vidrio, un baño grande y una pantalla negra que colgaba de una de las paredes, en donde podía ver algo llamado "películas". Aunque no tuviera ni idea de para que las hacían ni cuando las hacían, les comencé a tomar el gusto.
Me puse de pie y enseguida sentí la alfombra peluda debajo de mis pies, hacerme cariño y suavizando mi piel. Miré el reloj: eran las cuatro de la mañana. Con todo el tema de que habíamos llegado al Sistema Solar AK-3 no había conciliado el sueño, por lo que me dediqué a jugar con la pelota y a pensar durante toda una hora.
Abrí la puerta, que daba a un gran pasillo ancho en el que habían decenas de puertas, cada una una habitación diferente. Recorrí el corredor lentamente, hasta llegar a una puerta verduzca con una manilla de oro; la habitación de Nick.
De seguro estaba cerrada, por lo que ni intenté abrirla. Seguí caminando hasta llegar a unas escaleras metálicas, subí y me encontré con un salón redondo, cubierto por una cúpula de vidrio y con sillones de cuero blanco y marron. Alzé la mirada para ver el espacio exterior, pero me sorprendí al ver que más de una roca rodeaban la nave rápidamente. Sven nos había hablado de eso, era el Cinturón de Apolo que rodeaba al planeta Kironte.
Seguí caminando, a veces por corredores decorados y por salones de diferentes funciones, hasta llegar a un pasillo angosto y con solo una puerta, que se encontraba al final de este. La abrí con facilidad y entre, haciendo crujir levemente el metal debajo de mí. Cuando entré fue como estar dentro de una gran bola hueca, mientras que un pequeño puente plateado me llevaba al centro, en donde había un pilar de la mitad de mi altura con una esfera negra encima.
Cerré la puerta con un click que sonó por todo el compartimiento, camine lentamente hasta el pilar y paré para observar todo a mi alrededor. Las luces que brotaban por debajo del pequeño puente iluminaban tenuemente la esfera gigantesca, haciendo del lugar algo escalofriante y helado. Pero entonces me concentré en mi objetivo, posé la mano izquierda levemente sobre la bola negruzca y esperé unos segundos, cuando esta se iluminó levemente de un color azul oscuro.
-Bienvenido al Observatorio Espacial. -una voz femenina retumbó por el compartimiento, o mejor dicho por el Observatorio.
De pronto, toda la esfera en la que estaba desapareció, las luces se apagaron y pude ver algo sorprendente y maravilloso.
Las rocas que antes había visto se encontraban al rededor mío, flotando y volando con rapidez por el espacio.
¿Comono chocábamos contra alguna de ellas?
Mi respuesta fue resuelta enseguida, cuando una gran piedra negra se acercaba velozmente hacia nosotros. Retrocedí y trague saliva, pero la roca no alcanzó la nave pues choco contra un campo de fuerza, que emitió una leve luz morada. Observé el trayecto de la roca, que se destruyó al chocar esta vez contra una más grande.
Y así fue como pase una hora observando el espacio. Salimos del Cinturón de Apolo tres minutos más tarde, pudiendo contemplar un gran planeta rojizo, rodeado por un aro de rocas negruzcas como la que chocó contra el campo de fuerza. El planeta Kironte, más lejano del sol del Sistema Solar AK-3, tenía dos lunas azules y pequeñas, que se mantenían inmóviles sobre la gran masa de gases y las rocas que formaban el hermoso aro.
Nos alejamos un cuanto más, di media vuelta y vi un punto verduzco, enano a mi ojo. Era el planeta Shatrama, compuesto por hielo ácido según la Enciclopedia de Planetas de la Unión. Aún así, en el planeta verde habían instalaciones que extraían Terramina, un material potente y cargado de electricidad. Perfecto para mí.
Sonreí al pensar en eso y me volteé para observar una última vez a Kironte, que ahora se encontraba un poco más lejos. Giré mi cuerpo hacia la direccion que ibamos nosotros; a unos quinientos kilometros de nosotros (viajábamos a una velocidad de tres mil kilometros por hora) flotaba un gran aro, que parpadeaba luces blancas y a veces azules. Sabía perfectamente bien lo que era; un Trampolín Gravitacional. Estos habían sido creados por la Unión, y servían de la siguiente manera: cuando una nave, o cualquier otro objeto, pasase a través del aro, este formaría una dobladura gravitacional haciendo que se pudiera viajar por diez minutos a la velocidad de la luz. Claro, las personas dentro de la nave no eran afectadas gracias al campo de fuerza de ella, pues esta creaba un propio ambiente dentro de ella.
Como el espacio en sí no era de nadie, cualquier nave o cosa podría pasar por este aro sin ser advertida a la Unión, por lo que estábamos prácticamente salvados. Pasó un minuto cuando al fin estuvimos a un kilometro de ella, haciendo que los motores del Epsylon se apagaran.
Quinientos metros. Del otro lado del aro pude ver una gran roca pasar, que de pronto fue distorcionada y todo fue completa oscuridad, hasta que un gran planeta amarillo apareció delante de la nave: Ankoron.
La mitad de este estaba cubierto por lo que parecía ser una nube blanquecina, pero el resto era de color amarillo con manchas rojas y grises, además de pequeñas salpicaduras de verde y azul. El planeta parecía ser un caos con aquella mezcla de colores, pero la luna pequeña y rojiza fosforecente le daba un tono más artístico.
En frente de ella, a unos billones de kilometros más, un sol grande y blanco relucía en la mitad del Sistema Solar, haciendo que se pudiera ver con más claridad todo.
Por lo que había leído, Ankoron era cuatro veces más grande que la Tierra. Por eso, para que la gravedad no nos aplastara, se usaban unas Botas Gravitacionales que te hacían sentir como si estuvieras caminando por tu planeta de origen.
Solté la mano de la esfera y volvía estar dentro de aquella esfera, poco iluminada por la luz que desprendía el puente. Salí del Observatorio y me dirigí a la habitación de Nick, tomé la manilla y la giré. Sorprendentemente, estaba abierta. Entré y la oscuridad me invadió enseguida, pero la luz del pasillo me ayudó a ver un poco la habitación de la mujer. Ella se encontraba durmiendo tranquilamente en su cama, su reloj digital era la única luz del cuarto. Marcaba las cinco de la mañana, por lo que aún tenía otras cinco para dormir junto a la persona que amaba.
Cuando me acosté y abracé a Nick, esta se despertó con un sobresalto y escuché su respiración al lado mío, agitada y asustada.
-Tranquila, soy yo. -le di un beso en la mejilla mientras ella se volvía a acostar, ahora más tranquila.
-Jack... -hizo una pausa mientras deslazaba mis brazos sobre su barriga-. Te amo.

UNION (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora