IX: El Cubo

8 0 0
                                    

-Escucha... Dinos lo que quieres y no saldrás herido. -exclamó Erick, al tiempo que alzaba sus manos para defenderse si es que Espada disparaba.
-No... -su cabeza llena de locura se giró para contemplarme, mientras dejaba caer la pistola a la arena-. Solo quiero hablar con ustedes...
Alzé mi vista hacia Erick, este se encontraba saliendo lentamente del lago para luego ponerse delante mío.
-¿Hablar de qué? -antes de que Esapda pudiese responder, decenas de Ankorinos salieron de entre los arbustos con sus típicas armas colgadas al cuello.
-Tranquilo, señor Erick. -uno de los extraterrestres habló, tomando por el brazo a Espada-. Es sobre algo importante.
-¡Claro que sí! -gritó el hombre, parecía que hubiese liberado toda su locura-. Es algo importante...
-Cierra la boca. -otro Ankorino habló para intimidarlo.
Nos escoltaron a través del pequeño bosque de palmeras hasta el campamento, en donde Nick contemplaba una gran fogata sentada en una piedra. Al vernos llegar con los Ankorinos se puso de pie enseguida, me dio un beso en la boca y prosiguió a lanzarle una mirada de desprecio a Espada.
-Muy bien, reúnanse todos. -un Ankorino de ojos negruzcos y unos colmillos afilados se dejó ver por la luz de la fogata, llevaba un mapa en sus manos y de su espalda colgaban dos sables cruzados diagonalmente formando una X.
Nos sentamos todos al rededor del fuego, miemtras el hombre extraterrestre contemplaba las llamas dancantes.
-Como sabrán, en pocos días liberaremos Polpumios. -unos cuantos gritos de alegría se propagaron por el oasis-. Pero no podremos hacerlo sólo nosotros, necesitaremos refuerzos.
-Como siempre... -escuché a Alice murmurar. Estaba apoyada en el tronco de un gran árbol con los brazos cruzados, frotándose las ojeras con dificultad.
Desde que habíamos llegado al oasis un Ankorino llamado Feriggor se había proclamado líder, algo que aceptamos con gusto pues yo y Erick no íbamos a ser buenos comandantes a decir verdad.
-Para aquella misión arriesgada y peligrosa, necesitaremos el apoyo del Cubo. -Feriggor enrolló el mapa y se lo guardó en el bolsillo, esperando la reacción de los otros.
¿Que rayos era el Cubo?
-¿Que es eso? -me permití preguntar. La luna iluminaba con una ténue luz rojiza la arena, haciéndola parecer lava hirviendo.
-Bueno, el Cubo, como muchos sabrán, es un planeta artificial.
Parpadeé unas cuantas veces para procesar la información de Feriggor.
-Espera, espera... ¿Planeta artificial? Eso no lo leí en la Enciclopedia de Planetas. -unos cuantos Ankorinos rieron, pero el líder matuvo su compostura.
-Claro, es un planeta prohibido. -supe que Feriggor iba a contar una larga historia cuando se sentó con dificultad en la arena blanca, recorriéndo con su mirada a cada persona del campamento.
"Hace muchos años, antes de que la Tierra formase parte de la Unión, los rebeldes seguidores de los líderes Fugitivos crearon el Cubo, un planeta con forma cuadrada en donde se alojaron y crearon planes para derrotar al gobierno. Luego de algunos años este cuartel fue descubierto y explotado, generando millones de muertes por parte de los Fugitivos. Pero, por suerte, un puñado de insurgentes se quedaron en los planetas. Cuando la Unión descubrió al planeta Tierra, los en ese entonces llamados Refugiados aprovecharon la distracción del gobierno y formaron un nuevo Cubo, esta vez fuera de la galaxia".
Me permití unos segundos para pensar en lo que acababa de pasar. Un planeta artificial exclusivamente para los Fugitivos... Nunca había pensado que fuesen tantos como para formar un propio planeta.
-¿Fuera de la galaxia? -preguntó Nick, al parecer igual de sorprendida que Erick y Alice-. Me estas diciendo que...
-Sí, en el Espacio Exterior.
Ella soltó un suspiro, formando un incómodo silencio en el oasis.
-¿Cuando partiremos? -esta ez fue Erick quien habló, sus tatuajes habían tomado la forma de pequeños círculos.
-Oh, no iremos al Cubo. Para llegar nos tardaríamos meses. -Feriggor se volvió a incorporar, tomando un puñado de arena y lanzándola a las llamas. Estas tomaron una coloración púrpura, seguido de verde y terminando en azul-. Lo que haremos es pedir ayuda, simplesmente.
Alice se incorporó y caminó hasta nosotros, mientras los Ankorinos hacían lo mismo.
-¿Cuando? -preguntó ella.
Miré a Erick, y luego a Nick. Los dos parecían estar nerviosos y exitados, con la esperanza de poder conocer al planeta artificial.
Me incorporé al igual que ellos dos, para luego Feriggor extinguir las llamas con un balde de agua.
Nos quedamos a oscuras, solo la ténue luz de la luna rojiza iluminaba nuestros rostros. El líder sacó una tableta plaetada de su chaqueta y la posó en la arena, al tiempo que la imagen de un hombre encapuchado flotaba por los aires.
-Ahora.

Habían pasado ya dos horas desde que Feriggor había activado la Tableta de Comunicación. El hombre que se había mostrado en el holograma decía llamarse Kashded, el rey del Cubo. Feriggor le había pedido ayuda para liberar Polpumios y Kashded había aceptado con gusto, solo que luego comenzaron a desviarse del tema.
Hablaron sobre la guerra, los cinco planetas y cómo se encontraban los Traintar, Kashded enojándose al recibir la triste notícia de que habían muerto en un ataque de la Unión.
Yo me encontraba besándo a Nick en un pequeño claro, apoyados a una palmera gruesa mientras una brisa gélida nos azotaba los rostros.
-Estanos en una guerra, no en un reality. -una voz gruesa retumbó por los aires, haciendo que yo y Nick nos separásemos enseguida.
-Eh, si... Yo... -tartamudeó ella.
Erick se encontraba tomando la mano de Alice con cariño, acercándose a nosotros con una sonrisa leve.
-Tranquila. Feriggor ha dejado de hablar con Kashded, por cierto. Dijo que descansásemos unas horas para luego partir a Polpumios.
-¿Qué? -esta vez fui yo quien hablé.
El beso con Nick me había tranquilizado bastante, pues a decir verdad todo el tema del planeta artificial y la guerra que se aproximaba me estaba asustando y estresando. Además de Lucy.
-Sí, liberaremos la ciudad en unos días más. -respondió Alice.
Asentí con un leve mareo y volví mis ojos a los de Nick, el susto se había plasmado notablemente en su rostro.
-¿Estaremos bien? -pasó su mano por mi mejilla, haciénfo que me entristeciera más aún.
-No lo sé, Nick. -al escuchar aquella información dejó soltar unas lágrimas, pero la abracé para consolarla-. Oye, tranquila, todo estará bien. Nos libraremos de esta, nos libraremos de la Unión y... -cerré los ojos al notar que también estaba llorando-. Nos libraremos del sufrimiento.
Luego de unos cuantos minutos abrazándonos nos dirigímos al campamento, en donde Feriggor se encontraba preparando las camionetas con ayuda de unos Ankorinos. Erick, por otro lado, permanecía quieto mirando al infinito con aquellos ojos grises brillantes, rozando la corteza de una de las palmeras con su mano derecha.
Las próximos horas se pasaron rápidas. Me recosté junto a Nick en una tela grande, dormimos por unas cuantas horas y cuando despertamos vimos que el sol ya se encontraba casi en la mitad del cielo, por lo que supuse que eran las diez o once de la mañana.
Me desesperé al ver que Nick no estaba entre mis brazos, por lo que me incorporé enseguida y recorrí con la vista el lugar. Ahí se encontraba, con una sonrisa radiante ayudando a Feriggor a subir algunas cajas a un gran camión.
Enrollé la manta fina y la metí en una de las mochilas, cargándomela a la espalda y caminando hacia mi futura esposa.
-Hola. -la besé con una sonrisa y dejé la mochila encima de una de las cajas.
-Hola, dormilón.
Los dos reímos y luego de unos segundos Feriggor interrumpió nuestra charla, reuniéndonos a todos en la mitad del claro.
-Muy bien, escuchen todos. -Intenté encontrar a Erick y Alice, pero no pude-. Primero entraremos en la ciudad disfrazados. Nada de armas, explosivos o cosas sospechosas, para que sepan.
Escuché gritos de desaprovación, que fueron cayados inmediatamente por el líder.
-¡Cálmense! La ayuda del Cubo ya ha sido mandada a Ankoron, y se estíma que en unos dos días llegará.
Por lo tanto, dejaremos todas nuestras armas en las camionetas. Cuando se estrellen las bombas del Cubo contra Polpumios, sacaremos los explosivos y comenzaremos la guerra.
Mi corazón palpitó aún más fuerte al escuchar la palabra "guerra".
-¿Bombas del Cubo? -preguntó Nick, notablemente asustada y nerviosa.
-Sí, en este exacto momento trecientos explosivos están viajando a la velocidad de la luz a Ankoron, listos para estrellarse contra los fieles a la Unión.
Nadie dijo nada, por lo que Feriggor dio una última órden antes de embarcar en las camionetas.
-Y, que no se les olvide... -recorrió con sus ojos negros a todos los que se encontraban escuchándolo, dibujándo una sonrisa en su rostro-. No tengan piedad.

UNION (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora