Mamá

37 4 3
                                    

Enero.

Llevo meses encontrándome mal, más o menos desde Agosto del año pasado.
El médico no me hace caso, he ido varias veces, me trata de depresión; sí, tengo algo de nerviosismo porque tengo a mi madre con nosotros, mi marido y yo no tenemos tanta intimidad, pero tampoco creo que sea eso lo que me pasa.
He perdido bastante peso en estos meses, unos veinticinco kilos; se me están quitando las ganas de comer, cosa rara en mí ya que soy una mujer grandota, mido 1.76 y soy corpulenta, tengo el hueso muy ancho; así como el cuerpo no lo tengo muy bonito, mi cara sí. Soy rubia aunque ahora un rubio oscuro y los ojos azules, como dice mi hija "ojos bonitos tu mirada habla", tengo la nariz chata y los labios carnosos. Mucha gente me dice que soy guapa y yo no es que me lo tenga creído, pero es verdad, soy guapa. Cuando era pequeña me confundían por Alemana. Pero a lo que vamos, que me pierdo.
El médico me ha mandado una analítica normal a ver si tengo tiroides, ha salido bien. No me ha hecho ningún hemograma. Pero yo sé que algo malo me pasa, esto no es normal, algo raro tengo, no me están mirando bien. Me estoy quedando afónica sin ningún motivo.
He ido a una chica que hace balance polar, me dice que cambie mi actitud y piense más en mí misma o al final me pondré mala de verdad...
No sé qué más he de cambiar. Igual es que le doy muchas vueltas a todo y me preocupo más por mi familia que por mí misma. No sé bien a qué se refiere.
Mi hijo Dani vive en casa con nosotros, trabaja y por suerte ha encontrado una buena chica a su lado, Lara. Mi hija Clara tiene a su marido, Héctor y una niña, Laura, viven en su casa. Mi madre María, está aquí conmigo y mi marido, David, tiene trabajo. Tengo dos perros muy bonitos y buenos; uno grande pastor, Trico y otro pequeño ratonero, Rufo.
La familia está "controlada", aunque los perros llevan un tiempo raros.

Salgo de la consulta de esta chica algo desconcertada. Mi hija me está esperando con mi nieta en la puerta. Le explico todo, me cuesta un poco respirar, llevo meses fatigada; ella tampoco entiende qué más he de cambiar.
Nos vamos a tomar un café con mis amigas y luego cada una nos marchamos a nuestra casa.
Llego a la mía , me cambio de ropa, me pongo algo más cómodo; hago la comida, paso la mopa, comemos y me tengo que tumbar a descansar, no puedo más. Es raro en mí tener que tumbarme un buen rato en el sofá o en la cama antes de recoger la cocina. Soy bastante maniática de la limpieza, me gusta dejarme todo arreglado antes de hacer cualquier cosa. Ahora no puedo, he de descansar.
Mi familia me recomienda que vaya al médico otra vez, pero, ¿Para qué voy a ir si me va a decir lo mismo? Es verdad que no me encuentro bien pero voy a perder el tiempo, he ido un millón de veces y sigo igual.

La mañana del 29 de Enero me levanto agotada, casi no puedo moverme de la cama, tengo mal color. Voy al baño y de allí a la cama otra vez. Clara me trae a mi nieta Laura como todos los días para que la cuide mientras ella trabaja; yo estoy encantada de hacerlo, es una niña muy buena. La pequeña está dormida en el carro, no la muevo y lo llevo a mi habitación. Me vuelvo a tumbar en la cama.
Mi hijo se va a trabajar.
Se hacen las diez y viene mi hija, acaba de salir de su trabajo, Laura se ha portado muy bien, es un encanto.
Cuando ella llega estamos mi madre, mi nieta y yo en el comedor. La pequeña se había despertado y como no puede parar la he llevado allí para que juegue.
Mi madre está muy preocupada, no tengo buen color ni fuerzas para nada. Ella sin saber qué me pasaba algo se sospechaba. Tiene 83 años y ya es una profesional de la vida.

Mi hija me mira y me dice que estoy pálida, ahora mismo vamos a llamar al médico para que suba a verme; si hace falta ella ya se pondrá fuerte con él para que me manden al hospital. Le digo que vaya a hablar con la chica de balance polar a ver qué hago, ella accede a regañadientes, piensa que no pinta nada en esta decisión. Yo le insisto. Se lleva a Laura con ella ya que no me encuentro muy bien para tenerla yo. Mi madre se queda conmigo en el comedor y por supuesto, con las piernas que tiene no puede hacerse cargo de la pequeña.
Al poco rato me llama Clara, acaba de hablar con la de balance polar y le dice que si yo considero que tengo que ir al médico, que vaya. Cuelgo con mi hija y llamo al centro de salud. La recepcionista me dice que no puede pasarme con el médico, que tengo que esperar a que termine la consulta, cuelgo y llamo a Clara, le cuento lo que me han dicho. Ella se pone como una fiera y dice que va al centro de salud a ver porqué no mandan ya al médico a casa.
Me alegra que tenga ese carácter porque sé que le harán caso, ella es fuerte.
Mientras espero noticias de Clara, me llama la médico y me dice que esté tranquila que ella va a ir a casa en que termine consultas. No sé quién es, pero sustituye a Pepe, mi médico de siempre.
Corriendo llamo a Clara para que no vaya, ya no hace falta. Ahora vendrá a casa.
Mi madre se ha quedado más tranquila, por fin me va a atender otra doctora y no Pepe, el médico de siempre.
Llamo a mi marido y le explico que vendrá Mayte, la médico, sobre las dos que es cuando termina consulta en el centro de salud. Él a esa hora vendrá a casa para estar presente en lo que me digan.
Llamo a Dani y le informo de todos los acontecimientos , a esa hora estará en casa también, así hará la comida.
Pasa un ratito y llega mi hija, le explico todo, ella no podrá estar porque trabaja por la tarde. Pasamos el poco rato que nos queda hasta la hora de comer en la cual se tienen que ir a casa mis dos princesas, hablando sobre Laura, me encanta hablar de ella. Se hace la hora de marchar, quedo con Clara que en cuánto me diga algo la médico la llamaré y le contaré.
Acaba de llegar mi hijo y mi marido a casa justo cuando llama la doctora, estoy aún en pijama.
Es una chica joven muy agradable, le cuento todo que me pasa y me manda al hospital. Algo raro hay.
Me cambio, no voy a subir en pijama, cogemos mi bolso y subimos mi marido y yo al hospital; el pobre no ha comido.
Aviso a Clara, ella llama a sus jefes y le dan fiesta por la tarde. Dejará a la nena con sus abuelos paternos y subirá al hospital.
Una vez llegamos mi marido y yo, enseguida me atienden, me hacen análisis de sangre, de orina y una radiografía de los pulmones.
Pasa un rato mientras salen los resultados; viene un médico y me informa que me van a dejar ingresada, me han salido unas manchas en el pulmón y las tiene que valorar mañana la neumóloga.
Ya ha llegado Clara, le explicamos todo; ella va informando por el WhatsApp a la familia.
Esos momentos en los que estoy con mi hija y mi marido no paro de darle vueltas pensando que algo malo tengo; seguro, ellos no lo quieren admitir pero en el fondo lo saben.
Por fin, cerca de la noche, me mandan a planta. Mi hija se ha tenido que ir por la niña, es muy tarde y tiene que bañarla, cenar... Hablo con mi hijo le digo que no suba, tiene que hacer la cena para ellos y le pido que me haga el favor de preparme el neceser con el cepillo de dientes, crema y una braga limpia. Luego bajara su padre a cenar y así me subirá el neceser. Ese rato me quedaré sola y así, de paso, tendré tiempo para pensar y poder llorar sin nadie delante.
Ya estamos en la habitación, por lo menos es confortable. Tiene pantalla plana, sillón y cama nueva, es eléctrica, menos mal, con lo que peso no tendrán que hacer fuerza para levantarme o echarme. Dentro de que esto es un hospital, me simpatiza.
Mi marido ya se ha bajado cenar, me he quedado sola, ahora puedo pensar en toda esta pesadilla y reflexionar bien sobre lo que me han dicho los médicos.  Estoy segura que tengo algo malo,esas manchitas que han encontrado en el pulmón deben ser cáncer.
Tengo una compañera mayor al lado, parece agradable. Ella me quita de mis pensamientos y se pone a hablar conmigo. Me explica que esta operada de varios cáncer de cara y está aquí de nuevo para volverla a operar ya que se le ha extendido. Está muy animada, me dice que mientras esté viva, a por todas. Me gusta su manera de pensar.
Si tengo lo mismo que ella, cáncer, espero me lo tome bien e intente que no me consuma la enfermedad ni la agonía, sino buena cara y para delante.

La noche pasa lenta, estoy en ascuas.

Al día siguiente, a buena mañana, me llevan a hacer un tac de la cabeza hasta medio cuerpo para ver bien el resto pero sobre todo, el tema de las manchas en el pulmón.
Me da mala espina.
Al rato pasa la neumóloga a verme, me dice que me va a poner tratamiento, mascarilla con oxígeno y ventolín, para abrir las vías respiratorias y poder respirar mejor y luego me verá la oncóloga.
En ese momento se me para el reloj. ¿La oncóloga? Eso signigica cáncer, no puede ser. Hace unos años lo vivimos con mi cuñada, la hermana de marido, no lo superó. ¿¡Cáncer!?
Mi marido y yo nos miramos con cara de circunstancia. Tiene mucho miedo, lo veo en sus ojos.
La neumóloga ha sido muy amable conmigo, se va y me toca esperar ver a la oncóloga.
Esos momentos de espera, ni mi marido ni yo tenemos narices a decirnos nada.
Pasa un ratito y viene a buscarme un celador con una silla de ruedas para bajarme a su consulta.
Una vez allí, David se sienta en una silla y yo estoy a su lado en la de ruedas.
Acabo de conocer a la oncóloga, Gema, ella casi ni levanta la vista de los papeles, no se atreve a mirarnos. No tiene buena pinta nada de esto.
Me explica muy seria que tengo cáncer, confirmado;  se me hiela la sangre, lo sabía, sabía que yo no me libraba, intento dejar de pensar y atender, aunque es difícil.
El cáncer es de pulmón pero hay metástasis por todo el cuerpo y muchas zonas afectadas; tiroides, de ahí, mi afonía;  ganglios debajo de la axila izquierda, en el principio del estómago y un poco tocada la parte del cerebelo derecha. Me explica que harán una biopsia en el pulmón para saber con exactitud que tipo de cáncer es y poder ponerme tratamiento. Por la pinta que tiene es de los malos, pero tienen que ponerle nombre. A parte de esto tengo una bacteria "e coli" en el estómago que hace que tampoco coma bien.
Intento no vernirme abajo. Miro a mi marido y lo veo todo emocionado, lo vivimos con su hermana hacía poco, aunque el de ella era otro tipo de cáncer. Ahora lo va a vivir con su mujer.
Gema me dice que al haber tanta metástasis no pueden operar,  me han de dar la quimioterapia, no tengo cura, pero que se va a intentar alargarme la vida ya que como estoy hoy, como mucho voy a vivir tres meses más.
Que hay que tener fe en ella.
Ella lo va a intentar todo, ahora toca eperar a ver el resultado de la biopsia para suministrar el medicamento.
¡¿Tres meses sólo de vida?! No puede ser, tengo muchas cosas que hacer y vivir para sólo tres meses de vida... No puedo dejar a mi familia sola en tres meses, sola para siempre...
Me aferro a esa poca luz de vida que me puede otorgar la oncóloga... Voy a luchar, tres meses es poco tiempo para tanta cosa que hacer.

Me vuelven a subir a la habitación menudo golpe más bajo llevamos.
Mi hija va a subir ahora y le voy a tener que explicar, no sé cómo reaccionará. Ella es muy impulsiva, le dolió mucho lo de su tía, así que creo que lo va a llevar fatal.
Acaba de entrar por la puerta, nos mira toda preocupada, se sienta en la cama, mira a su padre y después a mí y se lo digo, no aguanto más.
Le explico que la mamá tiene cáncer de pulmón con metástasis, no se puede operar y no sabemos si irá bien el medicamento y cuánto dudaré sino conseguimos que funcione la cosa.
Mi marido rompe a llorar, ella igual y ahí, se descontrola.
La reacción que tuvo fue desmedida. Se puso a gritar "¡no!" todo el rato, a llorar desconsolada, a pegar puñetazos al colchón, se llevaba las manos a la cabeza... Un caos.
Entraron hasta las enfermeras con semejante alboroto, la intentaron tranquilizar pero no entraba en su sí, al final una de ellas lo consiguió. Le dijo que eso que estaba haciendo no me hacía ningún bien, parece que funcionó y se quedó más calmada a parte, le dieron una tila. En esos momentos que estaba toda rabiosa la intentaba hacer entrar en razón como que estaba en un hospital y había más gente enferma, pero ella no podía parar. Yo intentaba con todas mis fuerzas que parase, levantarme y darle un fuerte abrazo, llorar con ella, pero no podía, eso hubiera sido peor.
Mi marido estaba en la silla llorando sin poder hacer nada, estaba tan cagado como yo, como todos nosotros, aunque intentaba no caer y seguir fuerte estos primeros días tan duros. Aún faltaban por enterarse los que tenía en casa, mi hijo, mi madre, mi nuera y mi yerno; más luego el resto de familia.

Yo en esos momentos pensaba en todos los que tenía a mi alrededor pero, sobre todo, en que no sabía si iba a llegar a ver cumplir el primer año de mi nieta, faltaban tres meses.
Si yo faltaba, esta familia se desmoronaría, yo era el pilar de ella.
No sabía qué iba a pasar, tiempo al tiempo.

Ahora tocaba esperar los resultados de la biopsia y a por todas con el tratamiento.

Luz De Vida#wattys2016 #PremiosEmociones2016(Kaina Gibor/Blanca Barcelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora