Por fin pasó el día malo, consiguieron estabilizar a mamá y parece que no quiso volver a repetir el infarto.
Hoy van a empezar la radioterapia en Zaragoza, la llevarán con una uvi móvil, le harán la radio y la volverán a traer al hospital de aquí; aún no tienen camas libres en Zaragoza.
La médico de cuidados intensivos está haciendo todo lo posible para que pueda conseguir una y poder hacerle allí la radio sin tener que hacer tanto viaje.
Ojalá lo consiga ya que es un riesgo para ella ir y venir en la ambulancia.
También hemos tenido que poner una reclamación en atención al paciente por consejo de la doctora para así hacer más fuerza y nos hagan un hueco para ella en el hospital de Zaragoza.
Recuerdo que el primer viaje que hizo en la uvi móvil hacia Zaragoza se nos hizo eterno. En la uvi sólo podía ir ella con los médicos, no podía llevar acompañante así que mi padre, mi marido y yo fuimos en nuestro coche hacia allí.
Se me hizo el viaje eterno, tuvimos que salir antes que ella para cuando llegase estar ya.
Recuerdo que tardaron casi una hora en llegar, habían tenido que acondicionarla bien y no sé qué más pasó.
Esos momento de espera se te pasan muchas cosas por la cabeza, si ha tenido un accidente, si le ha ocurrido algo durante el camino... Y más sabiendo lo delicada que estaba su cabeza.
Cuando los médicos de la uvi móvil entraron por el pasillo de las consultas con ella larga en la camilla, a mí al verla me dio por llorar. Pensar que el viaje lo había llevado más o menos bien y ya estaba allí para poder empezar un nuevo tratamiento, fue un sentimiento de alegría y esperanza otra vez.
Los médicos que la atendieron fueron muy agradables. Nos explicaron a mi padre, mi madre y a mí (mi marido se quedó fuera, no quiso entrar) todo lo que le iban a hacer.
Primero, ese día le tenían que hacer como una especie de casco a su medida para poder recibir las sesiones de radioterapia. Ese casco iba a tardar unos días en crearse y en sí que estuviera empezarían a hacerle el tratamiento. Intentarían hacerlo lo antes posible y mientras se creaba el casco, encontrarle un hueco en una habitación del hospital de allí. Pero hasta que eso ocurriera tendría que seguir ingresada en el hospital de Alcañiz.
Cuando terminaron de hacerle todo nos volvimos a casa y ella otra vez al hospital. La pobre estaba desquiciada, sólo nos decía que quería irse a casa. Nosotros la tranquilizábamos e intentábamos que esperara, que se hiciera la radioterapia como nos habían recomendado los médicos, que tenía que estar ingresada para empezar lo antes posible; parecía que se quedaba convencida hasta el día siguiente. Su oncóloga también iba subiendo a verla e intentaba tranquilizarla.
Recuerdo que la mujer era un encanto, tenía la voz muy dulce y sólo le decía Mar, hay que esperar un poco más, tranquila.
Entiendo su situación, todo el día en una cama sin poder moverse siquiera para ir al baño y siempre pendiente de estar alguien con ella. Ella siempre ha sido muy independiente de hacerse sus cosas e ir a su marcha. Pero bueno, la situación era esa y donde mejor estaba era allí, en el hospital.
A los dos días o así, me falla un poco la memoria, nos dieron el aviso que volvíamos a Zaragoza a darle la radioterapia.
Por fin, por fin empezábamos con las sesiones y así esperábamos que mejorase. Lo malo es que aún no había sitio allí y tendría que ir y venir con la uvi móvil, pero más valía eso que nada.
El primer día que iban a empezar con la radioterapia, fui a buscar a Laura de la guardería un poco antes y la subí al hospital. Estuvimos esperando en la calle al lado de la ambulancia para que saliera mi madre con la camilla y así poderse ver ambas. Como era mediodía e iba a ir mi marido a comer a casa, le avisé para que se acercara donde estábamos y luego bajarnos todos a casa.
Cuando la sacaron se llevó una gran sorpresa y alegría, hacía días que no veía a su nieta y ella a su abuela. Recuerdo que Laura en sí que vio a mi madre se puso muy contenta y nerviosa. Empezó a llamarla, yaya, yaya; quería que ella la cogiese pero la yaya no podía hacerlo. La acerqué para que ambas se dieran un beso y ya la tuvieron que meter en la uvi, llevaban retraso y no podían retrasarse más.
Cerraron los portones y esperamos hasta que se fueran.
Mientras cerraban los portones y se iban, Laura se puso muy nerviosa y empezó a llorar sin parar. No imaginaba que le iba a afectar tanto el ver a mi madre en la camilla y cómo se iba en la ambulancia. Lo hice por bien de ambas pero a la niña le traumatizó. Parece que por ser pequeños no se den cuenta de las cosas pero sí lo hacen, lo único que los pobres no entienden bien la situación.
Esa tarde mi hija durmió muy mal tanto la siesta como la noche, sólo hacía más que llorar y gritar yaya.
Desde ese día que la llevé a ver a mi madre en la ambulancia, la niña tiene pavor a éstas. Pero que hoy en día tiene cuatro años y no puede con ellas.
Ese viaje no pude ir ya que me tocaba trabajar. El primer viaje fui porque me dieron fiesta, menos mal, estaba muy nerviosa. Pero los otros no podía ser. Aún así ella iba, le daban la sesión y se volvían. Esto ocurrió unos días, por fin nos dieron la noticia que tenía cama en el hospital de Zaragoza, así que la semana y pico que quedaba de darle las sesiones de radio ya no tendría que hacer tanto viaje.
El primer y segundo día de ingreso, fuimos mi marido y yo a estar con ella un rato en Zaragoza. Nos correspondían de fiesta por ser ingreso fuera de tu municipio y lo gastamos para estar allí. Esos días que estuvo en Zaragoza parece que se sentía más tranquila. A parte, también se encontraba un poco mejor del dolor de cabeza y gracias a la radio ya no veía doble. Algo le mejoró en cuanto a calidad de vida pero lo malo venía después.
Habíamos mejorado en el tema de visión doble e hinchazón del cerebelo pero en ese tiempo que habían estado trabajando para esa mejora empeoraba la situación de metástasis. Las células malas iban arrasando por donde querían, no tenían nada que le impidieran ese avance. Ahí llegaron más malas noticias.
Como mamá estaba tan floja de defensas debido a la radio y al medicamento que había estado tomando para poder desinflamar la parte de la cabeza, ahora no podían darle quimioterapia para volver a empezar a intentar destruir todo lo maligno.
Teníamos dos opciones, dejarla allí en el hospital con los medicamentos necesarios para que no sintiera dolor e intentar que le subieran las defensas o llevárnosla a casa como ella quería y medicarla allí con la unidad de cuidados paliativos, médicos que vienen a casa cuando normalmente no hay solución y te van medicando y dando instrucciones de cómo hacerlo.
Ya nos informó la oncóloga que ahora había poca cosa que hacer tanto si estaba en el hospital como en casa y si queríamos llevárnosla como ella nos pedía, no había problema. Ahora tocaba esperar a ver cómo evolucionaba la cosa que seguramente iría a peor. Ella nos daría vez más adelante para hacerle un tac y así ver cómo poder trabajar y si se podía. Un tac al que nunca llegó.
Mama nos pidió a todos que se quería ir a casa, así que eso hicimos.
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Luz De Vida#wattys2016 #PremiosEmociones2016(Kaina Gibor/Blanca Barcelo)
ContoDespertarte un día y saber que te quedan como mucho tres meses de vida... ¿Qué haríais vosotros? Pues vivir. Eso hizo mi madre, vivir lo que mejor pudo el resto de sus días. Por tí mamá, como te prometí. Allá donde estés, sé que siempre me estas a...