Suya

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—Está a punto de anochecer, ¿El señor idiota nos dejaría descansar? —Gajeel dejó a Levy en el suelo —decidió cargarla durante todo el camino— y le hizo una pésima reverencia.

—Claro, pero el señor idiota no os protegerá de las bestias de la noche —dijo Gajeel sentándose al lado de un árbol y apoyando en él su espalda.

—¿Bestias? ¿Que bestias? —Gajeel levantó la mirada hacia Levy y luego observó por el oscuro bosque como si pudiera ver lo que se escondía entre las sombras de la noche.

—Parece que Lady insultos tiene miedo.

Levy rodó los ojos y se sentó al lado de otro árbol quedando frente a Gajeel.

—No tengo... miedo. ¿Verdad Lu-chan?

—Claro que no —murmuró Lucy mientras hacía un bostezo, seguidamente se tumbó y quedó dormida. Levy miró a su amiga, la cual había quedado dormida en cuestión de segundos.

—Creo que tu amiga ya está en el reino de los sueños, ¿No la acompañas? —Gajeel sonrió con un brillo malévolo en los ojos rojizos.

—No, no me fio de las "bestias" que puedan rondar cerca —dijo Levy mirando fijamente a Gajeel.

—¿Insinúas algo enana?

—Sí, quizás la única bestia que hay aquí eres tu. —Levy se levantó y con algunas prendas que pudo llevar con ella arropó a Lucy, pues a pesar de que los días eran cálidos, por las noches el frío se esparcía por todo el reino de Fiore. Después de proteger a Lucy del frío volvió a sentarse y empezó a frotarse los brazos, se concentró en los sonidos del viento y al parecer de un río que estaba cerca hasta que sin poder evitarlo, se durmió.

«Hacía frío, mucho frío, la oscura noche me rodeaba, sentía el aire traspasando mis finas prendas y congelando cada rincón de mi pequeño cuerpo. Lo único que podía hacer era temblar, de vez en cuando miraba más allá de la oscuridad, pero sólo había más oscuridad y por supuesto frío, mucho frío. Fue entonces cuando noté algo, al principio temía que fuera más oscuridad y frío pero una sensación cálida me envolvió, era agradable, muy agradable sólo esperaba que esa calidez nunca desapareciera, nunca».

Levy empezó a despertar, aún no había amanecido, pero los rayos de sol no tardarían en salir, su cuerpo estaba junto a algo cálido que la envolvía, pensó en el sueño que había tenido.

Al abrir los ojos se encontró entre sus brazos, los brazos de aquel hombre que había dicho que no las protegería.

Se acercó más a él quedando a pocos centímetros de su rostro y sintiéndose atraída por un magnetismo extraño, lo besó. Se apartó enseguida como si su contacto la hubiera quedado y se incorporó pensando en lo que acababa de hacer.

«És el enemigo», pensó y se levantó alejándose de Gajeel y se dirigió hacia el río, buscó algunas plantas aromáticas, una vez encontró unas cuantas se quitó el vestido y se adentro al agua, estaba fría pero necesitaba refrescarse y con las plantas que había recolectado las froto por su cuerpo.

Cuando estuvo satisfecha se dispuso a salir pero volvió a sumergir su cuerpo en el agua, pues Gajeel la espera apoyado en un árbol con su ropa en las manos,con una ancha sonrisa en su rostro.

—¿Creí que ya salías?

—Saldré si te vas -dijo Levy abrazando su cuerpo bajo el agua.

—Pero si me voy, me llevaré tu ropa conmigo —Le advirtió Gajeel.

—¡Maldito gigante pervertido!... Date la vuelta, pero antes deja mi ropa en el suelo, detrás de ti.

Gajeel asintió e hizo lo que le había dicho. Levy empezó a salir del agua y se acercó a Gajeel para recuperar su ropa, pero antes de que pudiera hacerse con sus prendas Gajeel la acorraló contra el árbol de modo que quedó entre aquel gran árbol y él.

—Nunca debí confiar en ti ¡Deja de mírame! —gritó Levy al ver como Gajeel estudiaba atentamente su cuerpo.

—No hay mucho que mirar —dijo Gajeel clavando su mirada en los ojos de Levy.

—Se que no soy atractiva, así que déjame —murmuró Levy.

—Una parte de mi cuerpo dice totalmente lo contrario. —Gajeel sonrió al notar que Levy entendía a qué parte de su cuerpo se refería.

—Pero tranquila, no he venido aquí para eso, sino para que me devuelvas algo que me has robado.

Levy lo miró desconcertada por acusarla de algo que no había hecho.

—No te he robado nada -protestó Levy.

—Piénsalo bien... —Gajeel se iba acercando a ella poco a poco, fue entonces cuando Levy se acordó «El beso», pero para cuando quiso responder los labios de Gajeel se habían apoderado de los suyos, invadiendo cada rincón de su boca, sintiéndose suya, completamente suya y cuando creía que iba a derretirse en los brazos de Gajeel, éste se separó de ella y se alejó a grandes zancadas.

Levy se vistió y quedó unos minutos observando el río pero sin verlo realmente pues el recuerdo de aquel beso, posesivo y apasionado invadía todos sus sentidos hasta dejarla sin aliento.

—¿Levy? Debemos irnos. —Juvia la sorprendió saliendo de entre los árboles pues no la había oído, pero quizás estaba tan sumergida en sus pensamientos que no había notado su presencia.

Gracias por seguir leyendo ^-^













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