La hora de... ¿festejar o despedirse?

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Literal me quedé congelado.

Una fuerza indescriptible había pegado mis pies al suelo al momento que los Soñadores de la explanada corrían en tromba a defender a sus compañeros indispuestos.

Busqué frenéticamente con la mirada a Ramsés y a Andrea sin éxito alguno, en algún punto ellos se habían movido sin darme cuenta. Me mantuve tranquilo mientras pude, materialicé un cañón y me las arreglé para disparar hacia el enemigo, que de hecho no veía, que entraba por el enorme boquete. Tres rugidos distintos hicieron que me encogiera de miedo.

En el cielo oscuro se acercaban tres dragones enormes. Eran unos ejemplares preciosos con alas enormes de murciélago, ojos reptilianos y narinas que sacaban humo al respirar. Fue cuando recordé las siluetas en el cielo cuando aparecimos aquí. Eran estos dragones. Estaba asombrado.

-¡Joel! -alguien me llamaba en la distancia. No sabía qué pasaba en ningún lado, la multitud hacía imposible distinguir bien.

-¡Aquí! -grité, inseguro de si me oirían.

La temperatura siguió bajando a gran velocidad. Oía retumbos en el piso que lo sacudían todo, después una mole de cientos de kilos apareció ante mi vista y pasó tan rápido que creí imposible que fuera de verdad.

-¡Ramsés! -me obligué a gritar-. ¡Ayuda! Esto, eh..., ¡estoy pegado al suelo!

Nadie vino a mi rescate. No se me hizo raro.

Una presencia pareció ralentizar el tiempo y envolverme. Sabía que los demás estaban bien porque el pegamento de mis pies se aflojó y pude dar un paso. Las cosas parecían estar dentro de un gran frasco de aceite que impedía un movimiento rápido. El frío se había ido de mis brazos. Alguna cosa me mantenía aislado del resto.

-Kandra os saluda, Joel, Soñador de Verano -al parecer la gente estaba empeñada en llamarme así-. Tenemos poco tiempo -advirtió la voz-, así que solo escucha con atención.

-Esto..., eh, sí, supongo -respondí, con la extraña sensación de que ocurría algo importante, que en un futuro decidiría si debía compartirlo con los demás o no.

La presencia que estaba ahí, en cualquier lado que no se me manifestaba en carne propia, no denotaba hostilidad, lo cual me dio razones para no bajar la guardia.

-Kandra agoniza mientras vuestro mundo adquiere más y más vida. Las cosas aquí no están funcionando del todo bien y espero que podáis entender que las criaturas con las que os enfrentasteis no os hicieron nada porque os temían...

-Espera -interrumpí, lo que supuestamente no debía hacer-. ¿Me temían a mí?

-Ellos conocen vuestra naturaleza y las represalias que podríais tomar en contra de nuestra gente. -Sí, bueno, ustedes y yo no tenemos la menor idea de lo que estaba hablando con exactitud la entidad-. Kandra no quiere que vos seáis nuestro enemigo. Sin embargo, cientos de grupos que conforman nuestro mundo piensan que haciéndoos la guerra a vos y a vuestros amigos podrán conseguir la salvación de nuestro mundo.

-¡Vaya! -dije, con un dejo de sarcasmo-. Es bueno saberlo.

-No me malinterpretéis. Mi mundo y el vuestro no nacieron para coexistir. Las fuerzas de ambos mundos se repelen y la del vuestro, me temo, es más poderosa que la del mío.

-¿Y yo para que quiero saber esto? -Inquirí-. No soy alguien influyente...

-No lo sois ahora, pero tarde o temprano seréis el máximo líder del Universo de los Sueños... -(Ajá, sí, claro. Hasta seré presidente de la nación)-. Os quiero advertir que los problemas apenas han iniciado. Vuestro mundo no está a salvo sin vos en él. Por eso debéis pelear por lo que más deseéis.

Universo de los Sueños. [Universo de los Sueños #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora