Epílogo. El UnSu vive

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Que iba a ser fácil volver al Universo de los Sueños, nunca lo pensé así, pero resultó casi tan sencillo que no pude creerlo.

Me tomaron tres días enteros colgar los atrapasueños en el techo de mi habitación. Hacía cuidadosamente cada paso implícito del que hablaba la historieta que papá no me había pedido que le regresara. Me carcomían los nervios, leía diálogos y repasaba las imágenes a diario en un esfuerzo por convencerme de que mi aventura era real.

Dos noches después de acostarme con los objetos colgando en cada parte de mi habitación y temiendo que no fuera a funcionar, a la tercera noche sentí un cosquilleo en la piel y luego abrí de nuevo los ojos en el sitio más maravilloso del mundo.

Me vi rodeado completamente de la nada. Kilómetros y kilómetros de valle se extendían a mi alrededor, el pasto de distintos tonos me trajo muchos más recuerdos, y a unos metros de donde estaba parado, más cerca que la primera vez que estuve ahí, descansaba una choza maciza, hecha de ramas de cáñamo, con una fogata en el frente.

Sonreí. Había vuelto a casa.

Dos mujeres y dos hombres tan diferentes unos de otros se acercaron a mí y la líder de los tres dijo:

-Bienvenido al Universo de los Sueños... -y se quedó helada enseguida.

Su rostro sufrió múltiples transformaciones en segundos: asombro, confusión, incredulidad, serenidad. Hannu, como mi padre decía se llamaba, era el pilar de los cuatro Consejeros, debía ser capaz de controlar sus sentimientos y pensamientos mejor que los otros tres. Mi consejera, la mujer de Verano, y los hombres de Invierno y Primavera ahogaron un grito.

-No... No es posible -dijo el hombre de Primavera, con una mano sobre la frente.

-¡Por todo el Universo de los Sueños! -exclamó mi consejera.

-Hola. Yo también estoy contento de verlos otra vez -saludé a todos, con una sonrisa amplia.

-¿Cómo es posible? -preguntó la consejera de Otoño, con total solemnidad.

Sus ojos repasaban a mi persona de arriba abajo sin detenerse, supongo que en ese momento luchaba por procesar mi presencia.

-¿Usted sabía quién era yo la primera vez que llegué al Universo de los Sueños? -pregunté sin más-. Nuestro encuentro en el Castillo Ralip, ¿lo olvidó?

Ella miró a todos lados, preguntándose acerca de si debía darme una respuesta directa.

-Lo sabía, sí -contestó. Sus iguales voltearon a verla, tal vez cuestionaban el silencio de Hannu (¡rayos!, tendría que esforzarme por no llamarla así en voz alta), tal vez no era la primera vez que ella sabía más que sus colegas. Me sorprendí al oírla alargar su respuesta-. La primera vez que te vi en el Castillo Ralip estabas ayudando a los Soñadores caídos a volver, nunca antes te vi, y después de eso mandé que te buscasen sin éxito alguno. Supuse que el momento de tu llegada tardaría un poco más. Hiciste mucho por nosotros esa noche. Recuerdo que pregunté si sabría algún día de dónde provenías y me dijiste que lo haría. Estamos a mano, Joel.

-Gracias -dije, no a ella sino a las circunstancias. Todo lo que había sucedido en el pasado había sido porque de ese modo debían ser las cosas. Me preguntaba...

-Tienes que escoger de nuevo -dijo mi consejera, deshaciéndose del tema de conversación anterior. Miré el punto en el que estaba parado. No estaba en ninguna esquina en particular. Habría que escoger de nuevo.

Su mirada brillaba y la del resto también. ¿Cuál sería mi elección esta vez?

-Elijo...

Recordaba muy bien lo que había pasado cuando llegué a la capital de Verano, el rechazo de la Asamblea, el caos, mi primera batalla por sobrevivir, mis primeros amigos. Recordé la grandiosa Ciudad de las Luces, el bien más preciado de Invierno. El castillo y los dragones del Gran Soñador. La habitación del corazón del Universo de los Sueños.

Universo de los Sueños. [Universo de los Sueños #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora