Capitulo 16

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Uno se hace el loco, pero uno sabe quien es quien  

Desconocido





El comedor era un desastre. La abuela, junto con mamá y mis tías cocinaban y nos hacían chocar a varios de mis primos y a mi buscando los ingredientes, ayudando a preparar cada uno de los alimentos y delicias que más tarde comeríamos por nochebuena.

Rin ayudaba a mamá y a otra tía a trepar puré de papa y salsa, mientras que uno de mis tíos preparaba una mezcla extraña de especias y aceites a un gran pedazo de carne, dejándolo marinar y demás. A quienes éramos apenas útiles en las artes culinarias, nos dejaban los mandados, e incluso, a dos de mis primos de un año menor que yo, les dejaban los trastes.

¡Listo! ¡Afuera todos que estorban! — la abuela grita desde un banco de madera donde se había subido, para poder verla y escuchar con claridad — ya se terminó todo, ahora váyanse, quiero tomarme un café con mis nueras.

¡Mamá! — Mi tío de nombre Aiko, quien preparaba el postre sorpresa para la cena, corre hacia mi abuela para evitar algún accidente, y lo recibe con un manotazo al intentar cargarla.

Trato de no reírme al ver la escena justo cuando los brazos de mi madre me rodean.

No te burles, que algún día seguramente lo harás también tu — me rasco la cabeza y la abrazo de lado, mirando a mi tío todavía — creo que creciste un poco más, ya alcanzaste a tu padre, ¿no?

Creo que sí — le sonrió algo apenado y suspiro — eso o tú te hiciste más pequeña.

Veo cómo arruga la nariz en muestra de descontento y después me da un pequeño pellizco en la mejilla.

Cuando llegó a la casa de la abuela, me sorprendió haberla extrañado mucho, ya iba para la semana de haber llegado aquí, y me fue casi imposible no abrazarla al verla llegar en el taxi. Tanto Rin como yo agradecíamos la madurez que se había sentido al desayunar el día de ayer junto con mi padre en el pueblo, donde parecía que habían arreglado su trato, lo que despertó cierta nostalgia.

En aquella salida, me sentí como antes del divorcio. Mamá y papá caminando delante de nosotros para entrar a las tiendas y ver algunos recuerdos para nuestros amigos, papá pidiendo en el restaurante el capuchino de mamá, y ella especificando la intolerancia a la lactosa de papá cuando pidió una malteada.

Fue extraño ver que podían comportarse como adultos frente a nosotros, aunque me causaba cierto alivio. Rin me comentó que ella sintió lo mismo, y que agradecía no haber vivido una escena mientras pasábamos tiempo de calidad con ellos. Fue tan cómodo el ambiente que paseamos por la playa durante un buen rato, donde Rin y yo los mirábamos a la distancia hablando mientras comíamos un helado.

Aunque Haru era otra historia.

Mamá, ¿irás con nosotros al centro? — Rin llega con nosotros secándose las manos.

No, cariño — suspira y nos toma del brazo a ambos, caminando hacia el pasillo en dirección a la entrada principal — tu padre quiere comer con ustedes a solas, respeten eso, nosotros nos veremos más tarde...

¡Meiko!  — el grito de la abuela nos detiene — ¿a dónde vas? Ven para acá...

Cruzamos miradas los tres como disculpa y nos da un beso en la mejilla a cada uno, para después volver a la cocina.

Supongo que nos tocará una comida incómoda con... — comenzó a decir la rubia soltando un suspiro de resignación.

¡Len! ¡Rin! — Haru, quien apenas una noche antes habíamos visto en el hotel muy diferente a lo que estábamos acostumbrados, nos saludaba desde el pie de la escalera, sonriente y bien vestida.

Juguemos un poco (RiLen) *RESUBIENDO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora