¡Hey! Aqui estoy.

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Y de repente, exaltado, el ojiazul despertó.
- ¿Qué es este lugar? Se preguntó confundido. El chico comenzó a observar el lugar detenidamente el lugar, sintió un aroma familiar en el aire.
Al mirar hacia la izquierda se quedó atónito. - ¡Arima-Kun!
Eran el matrimonio Miyazono, tenían un aspecto terrible. El joven lo notó, no supo responder nada y se quedó sin palabras. Pero reaccionó rápido y se dirigió hasta ellos. - Buenos días. Dijo haciendo una reverencia. La madre se rió. -Ya estamos en horas de la tarde Arima-Kun. El pelinegro pegó un pequeño salto. - ¿Desde cuándo estoy aquí? - Los adultos se miraron- Desde que terminó tu concierto, viniste corriendo hasta aquí.
Kousei comprendió la situación y rápidamente dijo - ¡Kaori! ¿Cómo está?- Se sintió un rotundo silencio en la sala. La madre rompió en llanto y el señor Miyazono intentaba consolarla. - Aún está en la sala de operaciones, desde hace 4 horas Arima-kun.
Kousei quedó desconcertado, detrás de aquel par de puertas estaba aquella joven, atrevida, que se llevaba el mundo por delante... Su razón para seguir tocando el piano, su razón para avanzar en la vida. Ella fue quien lo hizo despertar y lo sacó de aquel oscuro y frío lugar al que el llamaba "la normalidad".
El pelinegro sabia que del resultado de esa riesgosa operación dependía su felicidad. Sólo se limitó a asentir ante el testimonio del señor Miyazono y luego se sentó sólo en una banca. En su cabeza no cabía mas que pensamientos acerca de ella, no le importaban ni sus amigos, competidores, ni sus conocidos, sólo la rubia.
A la sala de espera la inundaba un rotundo silencio, ellos no podían con la presión que los rodeaba, querían que aquella espera e incertidumbre se acabe ya.
De repente sintieron un golpe, era la puerta. Una luz roja se encendió, y el doctor saliò del quirófano. Los adultos y el joven se pusieron de pie y por poco se lanzan encima de él.
- ¿Mi hija? ¿Cómo está mi hija? Dijo el hombre sin rodeos. El doctor, sudado, miró, con algo de miedo y cierta timidez a ellos. Se notaba cierto nerviosismo en el profesional. Bajó la cabeza y luego algo pasó con el doctor.

Aún Te Puedo Escuchar A Mi Oído SusurrarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora