Aún Te Puedo Escuchar A Mi Oído Susurrar

Eres todo lo que anehelo.

-¿Qué es este sentimiento?
Este sentimiento incierto, que ha revoloteado en mi ser todo este tiempo, que ha cambiado mi manera de ver el mundo, mi sentir, mi todo.
Realmente... no lo sé- Esta era la pregunta que atormentó al chico por varios meses, tantos momentos, tantas emociones en tan poco tiempo eran demasiadas para el, tanto que no las podía asimilar de golpe.
Aquellos ojos de color azul grisáceo habían hecho su aparición, ella había despertado.
- ¡Ka-Ka-Kaori! Has despertado.- el chico le sonrió y apoyó su cabeza en la pálida mano de la violinista.
- Te prometí que volvería para tocar juntos.- Ella también le sonrió y acarició los cabellos negros del chico con suavidad limitando su llanto, ya que su alegría era tan inmensa por volverlo a ver.
Aquella habitación se encontraba en silencio que parecía irrompible. Los dos querían que aquel momento se volviera eterno.
-Yo-yo debo avisar a tus padres y a los doctores que has despertado.- Dijo Kousei, aún se encontraba algo nervioso y a la vez sorprendido por lo ocurrido.
- ¡Sí!- La rubia le volvió a sonreír, aquel bello gesto enterneció el corazón chico, que rápidamente salió de la habitación para darles a todos la buena noticia.
Corrió con tantas ganas y alegría que parecía que nada lo podría parar.
- Volvió, volvió, volvió, ¡Volvió!- Aquellas palabras no dejaban de resonar en su mente a cada paso que daba.
En los pasillos de aquel piso no pudo ver ni un alma, así que se dirigió hacia la escalera. Allí vio a dos adultos subir juntos, al verlos paro en seco. Eran el señor y la señora Miyazono.
- Arima-kun, ¿Qué haces corriendo en el hospital? ¿Por qué estas tan agitado? - Pregunto la madre algo preocupada al ver el estado del joven.
- Eso tiene importancia, ¡Miyazono-san ha despertado del coma!
Al escuchar aquellas palabras, sin pensarlo dos veces, aceleraron el paso y por poco se llevan por delante al ojiazul.
- ¡Padre, Madre!
La pareja con lágrimas en el rostro no se limitaron a responder aquel saludo de su hija. Se dirigieron hacia ella en un paso algo aligerado y la abrazaron dejando salir un enorme desahogo en los tres. Por supuesto, la joven correspondió a aquel sincero abrazo.
Se sentía tan segura en los brazos de su familia, sentía contención, felicidad, amor y calidez en aquel abrazo. Sus padres estaban tan alegres que , por así decirlo se sacaron un gran peso y sufrimiento de encima.
Kousei estaba por entrar a aquella habitación, pero vio aquella escena y no se atrevió a interrumpir tan hermoso momento. Una gran cantidad de recuerdos de su infancia atravesaron su mente en aquel momento, recordó aquella época en donde su madre le enseñó a tocar el piano, el verla alegre cuando el lo hacia, cosquillas, abrazos, besos, caricias. En fin, el cariño de una madre. A pesar de que ese tiempo fue oscuro a el no le importo en lo absoluto y los malos momentos los dejó de lado.
- ¡Te amamos Kaori! -
- ¡Yo también, los amo mucho! - Les respondió Kaori mientras las lágrimas no cesaban.
El ojiazul decidió quedarse afuera de la habitación, mientras les informaba a Tsubaki y Watari la buena nueva. Ya que su personalidad algo tímida no le permitió entrar y interrumpir.
Al ver que se habían calmado, Kousei hizo su entrada.
- Arima, gracias por avisarnos. Y de nuevo gracias por estar al lado de Kaori-chan todo este tiempo durante nuestra ausencia.- El padre realizo una reverencia hacia el pianista.
- No, no, no, - el chico movía sus manos algo exaltado negando la reverencia- ha sido todo un placer, gracias a ustedes por dejarme permanecer con ella.
- Sí, tu lo dices Arima-kun... Bueno, ahora que mi hija esta durmiendo deberíamos dejarla descansar, además ya esta apunto de terminar el horario de vistas.
- ¿Tan rápido?- Pensó el, sacó su celular para verificar la hora.
- Las 21:57, es verdad deberíamos irnos.
Los tres se dirigieron juntos hacia la salida.
- Hasta mañana, señor y señora Miyazono.
-Adiós Arima-kun, ve con cuidado.
Ni lento ni perezoso Kousei emprendió camino hacia su hogar.
- Me alegra que Kao-chan tenga a Kousei a su lado, ¿no crees ma? - Pregunto el señor Miyazono a su esposa.
- Claro, al parecer ella no se equivocaba. Es un buen chico.-
Las nubes no dejaban divisar las estrellas, pero aun así se podía ver un pequeño resplandor que emanaba la luna a través de las nubes que cubrían el firmamento en aquella noche Japonesa.
- El teléfono esta sonando ¿Quién será?-
- ¿Hola? ¿Kousei? ¡¿Es verdad lo de Kao-chan?!- Gritaba Tsubaki algo exaltada por teléfono.
-Claro, yo no mentiría sobre algo así.-
-Buaaaaah, no seas tan malvado conmigo, lloraré por tu culpa. Sólo preguntaba idiota. Decía Tsubaki en un tono irónico.
- Tuve una tarde algo atareada con el club, por eso no pude ir. Pero mañana no tengo entrenamiento así que podre ir a verla. ¿Tú dónde te encuentras?
- De camino a casa, el horario de visita culminó ya.-
- Esta bien, come algo y duerme temprano. Necesitarás tener ánimos y fuerzas para ver a Kao-chan mañana. Seguro no querría ver un Kousei desanimado y quejumbroso. Cosa que eres -rió de forma malvada y en tono burlón-
- Tus bromas infantiles ya no causan efecto en mí. -
- Tsch, Disculpame señor maduro. Debo irme, mi madre me regaña ya. Regresa con cuidado, vecino. Te estaré vigilando- Volvió a soltar una risa burlona-
- Buenas noches, Tsubaki-chan.
Buscó sus llaves en el pantalón y Abrió la puerta de su casa. Acto seguido encendió las luces.
- Si que es pesada. Pero bueno, la entiendo, así es ella. Y ahora que recuerdo... Watari no respondió mi mensaje. Intuyo que debe estar exhausto por su entrenamiento de fútbol y que ahora se encontrará durmiendo. O eso quiero pensar.- se dijo a si mismo, luego largó un pequeño suspiro y encendió su televisión.
- Veré televisión un rato mientras termino de desempolvar el piano que ya venia siendo hora.-
El telefono de Kousei volvió a vibrar, esta vez era un mensaje.
- ¿A estas horas? ¿De quién sera?- Dijo al abrir la tapa de su teléfono y seleccionar la opción "leer mensaje"
El mensaje de texto decía:
" De: Watari
Asunto: Para Kousei

Debemos hablar".