¿Dónde están las respuestas?

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La sala estaba llena, absolutamente todas las pupilas estaban centradas en aquel chico de ojos azules, el cual sorprendía porque se comunicaba en cada nota.
Pero no, esa canción no estaba destinada para ninguno en esa sala, sino para su querida rubia.
El pelinegro cerró los ojos y la vio a su lado, acompañándolo en la melodía con su violín.
- Kaori... Pensó él. Ella vestía un vestido blanco como la porcelana y tenia un peinado que no hacía más que embellecer su figura.
Ella le dedicó una tímida sonrisa, pero para el chico eso era un gran incentivo.
Su entorno se tornó de color rosa, como las hojas de un cerezo, él se sentía en el edén, en un Nirvana. La melodía era tan tranquila y seductora que deleitaba los oídos de los presentes.
Por fin, por fin, aunque sabía que era solo en su mente, pudo tocar otra vez con su amada.
Todo era tan tranquilo, hasta que el joven sintió un halo de inseguridad, la chica volteó a mirarlo, acto seguido dejo caer una lágrima en su rostro y le volvió a sonreír, mientras paulatinamente se empezaba a desvanecer su figura...
- No... ¿Por qué tan rápido? No te vayas.
El pelinegro tocó con mas ímpetu su piano, la melodía se volvió mas brusca.
- ¡No te vayas! Repitió mientras caían lágrimas de sus ojos.
- ¡No me dejes atrás! Dijo el pelinegro al ver que ella ya se había ido.

Aún Te Puedo Escuchar A Mi Oído SusurrarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora