Seré como tu sombra.

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Luego de un largo desahogo los dos lograron calmarse, he intentaron olvidar lo ocurrido.
- Oye ¿Estás durmiendo bien? ¿Comes las 4 comidas como es debido? ¿Te cepillas los dientes después de cada comida? ¿Te abr...
- Basta, no eres mi madre. Interrumpió el pianista.
- Yo... Sólo quería saber si estabas bien...
Expreso ella mirando el piso y revoloteando sus pies que colgaban en el aire.
- Lo siento, no quería responderte así. Mi cabeza es un caos, te pido disculpas. Dijo Kousei arrepentido dirigiendo su mirada a la de cabellos castaños.
- No, no te disculpes. Sé que aveces puedo ser algo molesta, lo siento. ¿Quieres ir a despejarte y caminar afuera?
Ella lanzó aquella pregunta algo tímida, sin ninguna esperanza de recibir respuesta afirmativa. Pues no pudo armonizar sus pensamientos y dichos.
- Sí, ¡me parece una buena idea!
Respondió el ojiazul efusivo y expresando una sincera sonrisa, lo cual hizo que las mejillas de la chica tornen un leve color carmesí.

Emprendieron un incómodo y silencioso recorrido hacia la salida.
- Hace frío, ¿No te parece Tsubaki?
-Sí. Dijo la chica de ojos marrones entre escalofríos.
- Ten mi bufanda. Kousei desenredo su bufanda que cubría su pálido cuello, apartó su mirada hacia un costado y se la extendió a la chica
- Pe-pero. Ella se sorprendió a tal punto de quedar sin palabras que devolverle.
- No seas modesta, pontela , hace demasiado frio.
- Está bien... tonto. Aquella ultima palabra la dijo en un tono muy bajo para que él no la escuchase.
- Qué cálido. Pensó Tsubaki al sentir el calor que portaba la bufanda del pelinegro.
- ¿Te sientes mejor? Le preguntó Kousei.
- Sí, muchas gracias. ¡Mira, un parque, Vamos al sube y baja Kousei-kun!
- Jejeje, está bien.
Juntos caminaron hacia aquel parque cercano surcando la nieve que les rodeaba.
Luego de montarse en varios juegos se dirigieron a una banca cercana.
- Como en los viejos tiempos eh ¿Kousei-kun? ¡Juguemos con bolas de nieve! La chica beisbolista no cabía en si de la felicidad que tenia.
- Sí, como en los viejos tiempos.
- Al parecer tu sigues siendo una niña pequeña. Pensó
De pronto una bola de nieve dio de lleno en el rostro del pelinegro. Tal fue el impacto que sus lentes volaron y él se desplomó.
- Ups, lo siento Kousei-kun Jejeje. No fue a propósito. Ella inclinó su cuerpo realizando una reverencia en forma de disculparse por lo sucedido.
- E-estoy bien. Arima se incorporó lentamente, al parecer estaba algo adolorido.
- Al parecer es mala idea jugar a lanzarse bolas de nieve con alguien que juega béisbol. Dijo el joven algo apenado.
- ¿Ves? Soy súper genial. Dijo Tsubaki con algo de vanidad.
Recogió los lentes de su amigo y se los colocó con delicadeza dedicándole una sonrisa al ojiazul.
Kousei abrió grandes sus ojos de la sorpresa, y no pudo evitar el sonrojarse un poco.
- Kousei, tu sabes que... Yo... Yo...
- ¡HEEEEEEEEEEEEEEY! interrumpió un joven cuyos cabellos eran castaños claros y algo alborotados interrumpiendo aquella escena.
Los dos se asustaron por aquel grito y al ver quien era se hicieron los desentendidos. Como si nada hubiese sucedido.
- Mira Tsubaki-chan, ahí viene Watari.
Tsubaki se veía algo decepcionada por la repentina aparición de su amigo y también por que al parecer el ojiazul no escuchó ni prestó atención a su Media respuesta.
- ¿Qué hacen aquí ustedes dos solos? ¿No ven que hace frío?
- Sólo... Salimos a dar un paseo. Argumentó el pianista.
- Exacto. Completó la chica.
- Vamos, entremos rápido al Hospital, nos congelaremos aquí. He salido corriendo del entrenamiento a asearme y vestirme para venir aquí. Pues, no sabia el horario de visitas.
Rió Watari mientras se rascaba la cabeza.
- Espero que Kao-chan despierte pronto.
Tsubaki pegó un pequeño salto hacia atrás, pues pensaba que el no sabia lo que le sucedía en estos momentos a la violinista. Pero antes de caer en la completa confusión le preguntó.
- ¿ Y tú cómo sabes eso?
- Éste chico me envió un mensaje explicándome todo, y pidiéndome que venga lo más rápido posible. Contestó el apuesto futbolista sin reparos, haciéndole un guiño Arima.
- Ya veo, ya veo. Dijo la chica de ojos café
Los chicos entraron. Pero la enfermera les advirtió que no podrían entrar a la habitación, solo los padres de la rubia podían hacerlo por el momento, a excepción del personal del hospital obviamente.
El trio permaneció unas dos horas mas allí buscando algún momento o razón que les permita entrar allí, cosa que a pesar de la larga espera no sucedió. Y al final tuvieron que retirarse , a casa del panista , porque el horario de visir había culminado.
- Kousei, vamos a tu casa a jugar unos videojuegos y a comer algo. Estoy hambriento, y supongo que ustedes no han comido nada todo el día porque permanecieron aquí. Dijo Watari.
- Si, si , eso. Cocinaré algo para ustedes dos, se deleitarán con mi comida y pedirán mas ¡Ya verán!
Ellos se miraron asustados.
- ¿Qué son esas miradas? ¡¿Acaso despreciarán mi comida?!
Exclamó Tsubaki, mirándolos con sus ojos enardecidos.
-No, no. ¿Cómo creés? Es más te ayudaremos. Respondió el pianista con algo de miedo
- Exacto. Gracias amigo, nos has salvado. Dijo Watari por lo bajo al chico.
- Mas les vale, hm.
Luego de comer unas pizzas y jugar unas partidas acompañadas de unas risas. Había oscurecido ya. Los dos chicos de cabellos castaños se despidieron del pelinegro.
- Oigan ustedes, ayuden a limpiar todo esto.
- Lo siento, mi madre me habla, adiós Kousei. Luego de eso la chica se marchó fugazmente.
Kousei lanzó una mirada asesina al chico de ojos avellana.
- Y-yo debo estudiar, Adiooooooosss. Se despidió el joven mientras huía.
- Pero si tomamos las mismas clases y los exámenes culminaron... El pianista no tuvo mas remedio que limpiar sólo. Rápidamente se puso manos a la obra. Repentinamente su teléfono sonó.
- ¿Hola? Preguntó el pelinegro con su varonil voz
- TU VAGO INMUNDO , MAÑANA DEBES VENIR A PRACTICAR. ¿QUÉ TE PIEN...
Kousei finalizó la llamada del susto, cuando entro en calma revisó el identificador de llamadas el cual decía : "Hiroko-sensei"

Aún Te Puedo Escuchar A Mi Oído SusurrarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora