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Corrió y corrió sin detenerse, sin mirar atrás, sin arrepentirse de nada. Sus lágrimas opacaban sus ojos, pero eso no la iba a lograr detenerse. Llegó a la costa y fue entonces que dejó de correr porque ya no tenía a dónde ir. No quería estar aquí, no quería volver al hotel. Tenía que huir y sabía dónde la aceptarían sin ningún problema.

Miró frenéticamente a todos lados y vio a alguien en el agua. Se acercó a un chico que estaba desatando la cuerda de su lancha y le dijo que si podía llevarla. El niño asintió y la dejó subir, iniciando el motor y dirigiéndose de nuevo a donde todo había comenzado.

Sabía que estaba siendo egoísta, porque su padre y sus amigas estarían preocupados por su paradero, pero en ese momento estaba muy molesta y lo menos que quería era ver a Camila.

Se sentía traicionada, engañada y cansada de todo. Ella no merecía que la hubiera tratado así, no después de haberle demostrado tantas veces cuánto la amaba. Más sin embargo, no quería perder a Camila, de eso estaba segura. Si la chica también la amaba, lucharía por ella hasta enmendar su gran error, pero si no era así, Lauren no haría otra cosa más que seguir adelante.

La lancha se dirigía a una velocidad media hacia Hawaii. No era un recorrido corto, pero fue soportable porque el sol ya no estaba en su esplendor.

—¿A dónde va señorita?— habló el niño por primera vez, haciendo que Lauren se volteara a verlo.

—Voy con los Kuilan. Desconozco si sabes quiénes son.

—De hecho, sí. Son primos de mi papá. Tiene suerte de que yo también voy para allá, así no se pierde.— le dio una cálida sonrisa y la ojiverde la correspondió.

—¿Cuántos años tienes?— no pudo evitar su curiosidad.

—Tengo catorce. ¿Y usted, señorita?— a Lauren le parecía tierno que el chico la tratara con respeto. Era obvio que él era familiar de los Kuilan, ellos eran una familia respetable y amable.

—Más que tú.— decidió bromear. El chico rió y siguió dirigiendo la lancha con agilidad.

Lauren se sintió nostálgica, le gustaría que las cosas hubieran pasado de otra forma.

—————

—Y para tu información, ya te había recordado. Sólo fingí porque quería saber por qué dijiste que no, y que bueno que lo hice. Me alegro de haberte engañado, de haber fingido, porque ahora sé que nunca confiaste en mí.

Camila se sentía muy mal. Más que mal. Mal era poco en comparación con su situación actual. Se sentía como la idiota más grande del mundo por haberle creído a esa basura que a su propia novia, y más aún sabiendo que Lauren jamás haría eso.

Si ya había arruinado las cosas y sólo le había dicho que no a su propuesta de matrimonio, sabía que tendría un camino mucho más difícil ahora que le contó la razón por la cuál lo había hecho. Haría algo grande, de eso estaba segura. No se permitiría perder a esa hermosa chica de ojos verdes sin haberlo intentado todo.

—¿¡Qué pasó!?— Lucy agitó a la latina por los hombros, sacándola de su trance.—Necesito que te calmes y nos digas, Camila, porque quién sabe a dónde se fue Lauren y no puede estar sola en ese estado.

—Ella... Fingió no recordarme.

—Dime algo que no sepa.

—¿Disculpa? ¿Tú sabías esto?— intervino Dinah muy molesta.

—Mira, ahorita no es el momento de discutir sobre lo que hizo Lauren. Que en mi opinión, no estuvo mal, ella sólo quería saber por qué mierda Camila la rechazó.

Tsunami {Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora