× Final ×

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Los meses pasaron rápido. Las hojas secas caían de los árboles, indicando que el otoño ya había llegado. El aire sutilmente empujaba a esas hojas que se encontraban en el suelo y las recorría de casa en casa.

Lauren admiraba a través de la ventana aquella escena. Estaba completamente atrapada en sus pensamientos. No sabía con exactitud la hora ni la fecha de los tristes sucesos por los que ella, su novia y sus amigas habían pasado, pero sabía que ya había pasado demasiado tiempo. Habían ido en vacaciones de verano, eso lo recordaba bien. Estuvo con Gigi durante un otoño, así que había sido el año pasado. Todos esos golpes en su cabeza sí que le habían revuelto los recuerdos.

Era increíble lo relativo que podía ser el tiempo. Recordó que mientras estaba en la isla, sentía que cada minuto era una eternidad. Pero aquí estaba ahora, en su nuevo departamento, y parecía que habían pasado décadas desde esa fecha, cuando en realidad, había pasado poco más de un año. Cada cosa que pasaba la llevaba a pensar en otra cosa. Ahora pensaba en Camila, y en el hecho de que llevaban una relación de más de tres años. Vaya. Eso sí era demasiado tiempo. Lo más que había durado con una pareja fueron 6 meses, y creyó que esa relación iba para largo.

Camila.

Lauren sonrió al pensar en esa pequeña mujer que hacía su corazón acelerarse. Miró su mano y ahí estaba, ese resplandeciente anillo que le indicaba que estaban a nada de casarse. Sonrió; era una sonrisa enorme. Comenzó a reír, un par de lágrimas brotaron de sus ojos. Estaba jodidamente feliz, se sentía plena y realizada.

Sintió unas manos posarse en sus hombros y giró su cabeza delicadamente para encontrarse con su hermano mirándola curioso.

—¿Qué te pasa, loca? ¿Estás lista?— se mordió el labio.

—Estoy lista desde que la conocí.

—No empieces con la mierda romántica. Me siento todo un fracasado por estar aquí sin una acompañante.

—Podrias conocer a alguien aquí.— levantó una ceja. El chico se encogió de hombros y le dio una mirada traviesa, haciendo reír a su hermana.

—Eso sería... Excelente.— volvió a reír la ojiverde.— Vamos, todos te están esperando allá abajo.

—¿Ya llegó Camila?— preguntó ansiosa.

—No, Lauren, pero no tarda.

La chica se colocó frente al espejo y se permitió mirarse una vez más. El vestido blanco que había elegido le encantaba; era justo como el que había imaginado que usaría cuando era una niña. Su cabello estaba libre, ya que su novia le había pedido que no lo arreglara, ya que así le encantaban. Como buena novia, obedeció.

Subió la mirada lentamente, admirando todo su reflejo, hasta que llegó a sus ojos. Estaba llorando de nuevo, pero se sentía demasiado alegre. No podía con tantas emociones juntas. Sonrió para sí misma. Entrelazó su brazo con el de su hermano y asintió, dándole a entender que ya podían ir al salón de fiestas del complejo de departamentos en el que vivía Lauren. Había sido demasiado conveniente para las dos, no tuvieron ningún problema con la fecha, el lugar y los invitados. Todo sería perfecto e inolvidable.

Su madre se encontraba en la cocina y la melancolía se postró en su ser al ver a su hija vestida de blanco. Se acercó a ella y la estrechó fuerte entre sus brazos. Lauren, sin separarse de su abrazo, limpió las lágrimas de los ojos de su madre y le dio un beso en la frente.

—Estoy orgullosa de ti, Lauren Michelle. En verdad lo estoy.— ahora, un par de lágrimas caían de esos brillantes ojos verdes, porque estaba encantada de escuchar esas palabras el día de su boda. No podía ser más perfecto.

Tsunami {Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora