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El siguiente jueves a media mañana. Cinco días después de la fiesta de Kentin. Jamás llamó a Josy para pedirle disculpas por el chapuzón. Ya lo agarraría en algún momento. Estudiaba ingeniería naval junto a James, así que de seguro lo vería merodeando por algún lado de la sede cuando fuera a visitar a su amigo.

El despertador sonó exactamente a las 10.00 a.m. Josy abrió los ojos de repente, como lúcida, pero lo cierto es que sentía el organismo adormecido, y su cuerpo ya le había empezado a pasar cuota por haber tomado frío en aquel sábado de madrugada. Poco a poco comenzaba a resfriarse. Maldijo a Kentin en silencio, como lo hizo durante esos cinco días en los que no hubo rastros de él y se levantó al baño.

-¡Kim!-Llamó por enésima vez, pero no había respuesta. Dormía acurrucada entre sus incontables almohadas de colores, y no parecía con ánimos de despertar. -¡Kim, es hora de salir! Hoy hay clases con Gardner, nos enseñará aquellas citas de Cortázar que tanto nos gustan.

Kim se quejó adormilada y cambió de lado. Las almohadas parecían reírse de cómo Josephine estaba siendo ignorada por su propia mejor amiga.-No iré hoy...no...-Dijo apenas moviendo los labios.

-Como quieras.-Miró su reloj de mano mientras tomaba su bolso.-Hoy es jueves. Tengo que pasar por la residencia de James, así que si decides ir pues...camina.-Hizo una mueca divertida que Kim claramente no tuvo el placer de apreciar, y luego cerró la habitación de un portazo.

Mientras tanto, en la residencia de James.

Al principio creyó que los golpes en su cabeza eran las neuronas disipadas dentro de su cráneo después de las cuatro copas de licor de melón, pero luego se percató de que tan solo era la puerta sonando una y otra vez. Miró a su alrededor. Estaba volcado desnudo en su cama, con un bulto haciéndole compañía al lado. Nikko, su compañero, no se encontraba en la habitación, por lo que James supuso que ya había partido a clases.

Un leve gemido del otro lado de la cama le trajo a la memoria que anoche no había regresado solo a su habitación. Katia estuvo allí para hacerle compañía. La destapó apenas un poco y le besó la espalda. Miró su reloj. Mierda. La de los portazos era Josy, pues ya era algo tarde.

Se pasó la mano por la cara y la cabeza, despeinando un poco su cabello y bajó hasta el suelo en el preciso instante en el que se abría la puerta de la habitación. No se molestó en cubrir su desnudez, pues no era algo de lo que se avergonzaba, y mucho menos de su mejor amiga, que para él era una especie de hombre atrapado en cuerpo femenino.

Josy abrió los ojos espantada al ver lo que vio, y se dio vuelta. Se quedó boquiabierta y oyó una risa burlesca por parte de James.

-¿Es una broma?

-Vamos, como si nunca hubieras visto un pene, mujer.-Dijo divertido calzándose unos bóxers negros.

Josy bufó. -¡Estamos llegando tarde, James, maldita sea!-Pataleó en el suelo. Quiso darse vuelta a golpearlo, pero no estaba seguro de cuanta ropa llevaba encima. -¿No tienes otro momento para estar con Katia?

Él miró a la chica dormir y sonrió. Que bella era.-Pues no. Siempre es un buen momento para follar.

-¡Y ya te he dicho que no me gusta que utilices ese vocabulario conmigo! Te espero en el auto. Si no bajas en menos de cinco minutos, me voy sin ti.

-Ya mamá, ya voy.-La vio salir furiosa de la habitación, y tan solo volvió a reír mientras se metía al baño a lavarse los dientes.

-Buen día...-El cabello despeinado le quedaba perfectamente sexy, y verla vestida con una camiseta holgada de él lo dejó tieso.- ¿A dónde vas tan apurado, pequeño?

James escupió el dentífrico y la observó a través del espejo.-Debo cursar matemáticas, y eso significa que debes marcharte. Normalmente te podrías haber quedado porque está Nikko, pero ya se ha ido a cursar y entonces tienes que poner ese lindo culo en marcha y esfumarte de aquí.

Katia rodó los ojos.-Ya, ¿irás a mi fiesta mañana? Quiero verte allí sin falta.

-Por supuesto, nena.-Se secó con la toalla y se acercó a ella para besarle la frente. -Cierra bien la puerta. Adiós.-Antes de partir, tomó una bolsa de la mini heladera y despareció quedando la habitación plena en silencio, sin ese toque de James. Katia sonrió y se volcó en la cama. Como le gustaba pasar tiempo junto a él.

James trotó escalones abajo sin mirar atrás y abrió la puerta del Chevrolet Aveo gris. Detestaba ese auto, y detestaba que a su conductora le sentara tan bien. Josy estaba más seria que nunca con sus lentes negros bien puestos. Maldijo en un susurro cuando él se sentó a su lado y le tocó la mejilla.

Al ver que ella se corría con desprecio, rió. Le encantaba irritarla. Abrió el paquete que había sacado de la heladera y desenvolvió una hamburguesa con queso y mucho ajo.

-Dime que no es cierto.-Le dijo ella, mirando la hamburguesa, y luego a él, y luego a la hamburguesa.-Él le dio un mordisco en ese preciso instante.

-Tengo hambre. Demasiada.-Un trozo de lechuga pareció volar de su boca en cuanto habló, y Josy por poco tuvo arcadas.

-¡James, por favor, no seas niño, mastica con la boca cerrada!-Avanzó lentamente por la calle angosta de las residencias masculinas. Las facultades estaban a tan solo unos metros de la sede de residencias, pero era tanto el cansancio que les daba caminar, que siempre organizaban para ir juntos en los autos de ambos.

-Dios, sabe tan bien.-Volvió a morderla, y por tanto, volvió a hablar con la boca llena.

-¿Era necesario tener que verte desnudo? Digo, ¿no pudiste haber tenido sexo con ella en algún otro momento?

-Oye, no hay horarios para el sexo. Ella es casi mi novia, pensaba proponérselo en su fiesta mañana, así que tengo derecho a follármela siempre que quiera, porque pronto será mía.

-He dicho que no me gusta que uses ese vocabulario cuando estás conmigo.-Le advirtió sin quitar los ojos del frente. Tocó bocina y sonrió cuando vio a Dex cruzar la calle.

James soltó una risa y lo siguió con la mirada. -Ja, come hombres.-Dijo por lo bajo entre risas, y dio un quinto mordiscón a su hamburguesa. Puso los pies sobre el tablero del auto, pero los quitó enseguida cuando Josy le dio un golpe con su mano libre.-Ya, lo siento. Aquí va de nuevo. Pronto, esa asombrosa mujer será mi novia, así que podré hacerle el amor siempre que quiera.

-¿Pues podrías evitar que eso sea cinco minutos antes de que pase a buscarte?

-Lo hemos hecho anoche, y se ha quedado dormida en mi habitación. Nikko debió haber oído todo.-Soltó una risa exagerada. Aquellas que Josy odiaba por ser tan teatreras. Lo miró de reojo morder su hamburguesa.

-Compadezco a Nikko, entonces.

Frenó en la puerta de la facultad de ingeniería. Josy prestó atención a través de sus lentes negros. Quería toparse con Kentin, bajarse del vehículo e insultarlo frente a todos, pero no lo vio.

-No creo que venga hoy.-Dijo James mientras se colocaba la mochila en su espalda.-Sabe que le romperé el cogote por haberte tirado a la piscina.

-¿Ha venido en la semana?-Preguntó, curiosa.

-Lo he visto solo en clases de álgebra, pero lo cierto es que no he venido mucho. Ya sabes, esto de Katia me tiene un poco de los pelos.

-¿Puedes dejar de ser tan melodramático? Vas a decirle que sea tu novia, no a proponerle casamiento. Vendré a almorzar contigo. Envíame un texto si lo ves.

James la saludó como un sargento saluda a su capitán y luego le guiñó un ojo.

-Adiós, adiós.

Se metió corriendo saltando los escalones de dos en dos y Josy partió a su facultad. Moría por aquella gloriosa clase del profesor Gardner.

El imán y la limaduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora